Uno de los títulos más antiguos de Nuestra Señora se refiere a ella como una "estrella", brillando hacia nosotros y señalando el camino a su Hijo.
Los cristianos han invocado a María como "Estrella del mar" durante muchos siglos, viendo en ella una "estrella" que guía a los cristianos a su Hijo, Jesús.
Aquí hay un himno, Ave Maris Stella, atribuido a varios santos, que puede haber sido compuesto originalmente en el siglo IX:
Salve, Estrella del mar,
Salve, sagrada Madre de Dios
y siempre Virgen,
puerta santa del cielo.
Recibiendo el saludo de Gabriel
nos das la paz divina
cambiando el nombre de Eva.
Devuelve la vista,
desata las cadenas,
quita todos los males,
causa todos los bienes.
Muéstrate Madre,
y llegue nuestra oración a través tuyo
a quien, por darnos vida,
nació de tus entrañas.
Virgen única, dulce entre todas,
libéranos de la culpa,
haznos castos y humildes.
Danos una vida pura,
haz firme nuestro camino;
hasta que viendo a Jesús,
compartamos tu alegría eterna.
Al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo
alabanza;
una a los tres le demos,
una sola y única gloria.