A veces Jesús creo que se siente solo en los sagrarios. Se ha quedado por nosotros y no lo visitamos, lo dejamos abandonado.
A veces he sentido que me llama: “ven a verme”. Dejo todo lo que hago en ese momento y voy a una capilla cercana para estar con Él.
Al llegar comprendo. Está solo. Cuando entro parece decir emocionado: “Llegaste Claudio. ¡Qué felicidad!".
Cuánta tristeza ver un sagrario abandonado, el Hijo de Dios está allí, es un prisionero de amor y te llama.
Si pudieras escuchar a Jesús cuando traspasas la puerta del oratorio y te ve llegar, conociéndolo, estoy seguro que emocionado te diría estas dulces palabras:
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