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¿Cómo nos afecta el acaparamiento de materias primas de países como China?

CHINA

Shutterstock | Dmitry Kalinovsky

César Nebot - publicado el 29/09/21

Lo que ocurre en las grandes economías termina afectando a nuestro bolsillo: inflacción, prima de riesgo... todo tiene impacto en el bolsillo familiar

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Cuando se habla de grandes economías, la gente de a pie suele desconectar. Parecen quedar demasiado grandes esas magnitudes frente a la economía que una familia tiene que gestionar en su día a día. Las noticias sobre grandes agregados económicos son difíciles de traducir del papel al inmediato bolsillo de una familia.

Pero esto no es del todo cierto. En los años 80, más allá de la economía inmediata, el ciudadano de a pie tenía un ojo puesto en la tasa de inflación. Una alta inflación implicaba que los bienes que necesitaba adquirir para su economía familiar le iban a costar más si los salarios no subían en la misma proporción. A finales de los 90, las autoridades monetarias fueron imponiendo un férreo control de la inflación y poco a poco fue desapareciendo de la preocupación de la calle.

Durante los 90 e inicios del siglo XXI, la magnitud que marcaba esa atención pasó a ser el crecimiento económico. Si la producción crecía en términos per cápita implicaba que a la postre debería haber mayor tarta para repartir entre todos. Y eso implica bienestar. Las tasas de crecimiento negativas, las recesiones, eran malas noticias e implicaban a las familias un serio recorte de recursos como se vio tras la crisis del 2008.

Prima de riesgo

A partir de esa década, el indicador que cobró protagonismo fue la prima de riesgo. La crisis financiera afectaba a los países de forma diferente según su exposición y las políticas desempeñadas frente a la crisis. Por eso, cada día teníamos un ránking de la prima de riesgo entre los diferentes países que nos recordaba a quien el costaba más financiar su deuda y por lo tanto cuántos recursos iban a tener que pagar en términos de intereses. En definitiva, un país que era menos de fiar tendría que pagar más intereses para financiar su deuda y eso afecta a los recursos disponibles para sus habitantes.

Aunque la preocupación de las familias pareciera tangencial a los grandes movimientos económicos internacionales, lo cierto es que la economía de un país en el entramado estratégico global realmente nos concierne en nuestro día a día.

Este entramado estratégico depende de varios vectores que no debemos perder de vista: la estabilidad monetaria, el acceso a las materias primas, la demografía, la capacidad de financiarse, la disponibilidad de energía, la capacidad innovadora y el acceso a los recursos naturales.

La crisis del precio de la electricidad

Con las políticas de estabilización de las autoridades monetarias como el BCE, se contuvo el vector monetario, así como el financiero. La inflación y la prima de riesgo dejaron de ser protagonistas. Pero el vector demográfico y el productivo siguen en un estado de franca amenaza para las economías europeas. Finalmente, la innovación, la disponibilidad de energía y el vector energético son terrenos donde parece que Europa perdió el tren hace tiempo. Por ejemplo, la crisis actual del alza de precio de la electricidad es una de las caras visibles de este problema geoestratégico. A su vez, también la actual falta de stock de microprocesadores que retrasa la producción de vehículos en Europa y la localización de la producción tecnológica en los países asiáticos.

Con una pandemia que parece tocar a su fin, el sector automovilístico esperaba hacer acopio de materiales para la fabricación de coches para una demanda reactivada. La sorpresa es que de momento difícilmente van a recuperarse de la crisis Covid por esta escasez de microprocesadores en el mercado. Pero esta escasez de este bien intermedio afecta a más productos finales cuya demanda ha ido creciendo de forma exponencial como la telefonía y dispositivos móviles, así como ordenadores. Esta paralización implica unos costes nunca vistos. La producción de vehículos condicionada a la falta de microprocesadores se desploma un 39% y se espera un aumento del precio de los terminales móviles.

China tiene la mayoría del litio

Estratégicamente, el gigante asiático, China, y sus socios comerciales están acaparando materias primas provocando escasez en los mercados internacionales porque orientan su venta a consumo propio y países socios. Por ejemplo, la mayoría de litio necesario para la fabricación de coches eléctricos está en manos de China que como otras materias está limitando su exportación para no quedarse sin materias primas.

A su vez, esto mismo se observa en el sector ganadero que ve cómo se dispara el precio del maíz o la soja elevando los costes de producción. La patronal siderúrgica también se ve afectada perdiendo competitividad por el alza de precios de las materias primas, el coste del transporte y la subida del precio de la energía con unos derechos de emisión de CO2 cada vez más caros.

Todos estos efectos en los precios de bienes intermedios necesarios para la producción de mercancías acabarán por tener efecto en los bolsillos de las familias. Aquellos sectores de producción de materias primas se verán beneficiados. Es pro ello que tal vez este impacto provoque una vuelta de relocalización de la producción de estas industrias que con la globalización se habían deslocalizado.

Pero habrá que estar al tanto si el escenario actual estaba previsto geoestratégicamente por el gigante asiático y sus socios. En ese caso, cada vez se hará más común observar el precio de las materias primas como indicador preocupante, así como antaño lo fue la prima de riesgo, el precio del barril de Brent o la inflación. Todo parece indicar que Europa, con un retroceso significativo del peso de su producción sobre el nivel mundial, ya ha perdido geoestratégicamente. Y eso nos acabará pasando factura.

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