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Tapachula se está derrumbando; hay cerca de 40.000 migrantes varados y desamparados

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AFP

Jaime Septién - publicado el 17/09/21

La frontera sur de México se ha convertido en el infierno

Esta semana ha sido la semana del hartazgo, la crispación, el enfado y la repulsa al sistema migratorio mexicano para cientos, miles, de migrantes varados en la región que ocupa la ciudad de Tapachula (Estado de Chiapas), limítrofe al sur de México con Guatemala, sitio que se ha convertido, literalmente, en una “sucursal del infierno”

Los migrantes, en su mayoría haitianos, pero que también proceden incluso de la lejana África, de Cuba o de Centroamérica, han estado esperando durante semanas que las autoridades mexicanas concluyan los trámites migratorios que les permitan seguir su camino hacia la frontera norte y, eventualmente, internarse en Estados Unidos.

Al grito de “no somos criminales, somos trabajadores internacionales”, cientos de migrantes –incluidos los hondureños, que representan mayoría de Centroamericanos en la ciudad– han cerrado las calles de Tapachula donde están viviendo a la intemperie, en condiciones más que precarias, rodeados de enfermedad, hambre y violencia.

Haití vía Brasil o Chile

Aunque la isla de Haití, brutalmente golpeada por la corrupción, las pandillas de delincuentes, la pobreza y el deterioro social, es poco distante de México o de Centroamérica, la mayor parte de los migrantes agolpados en Tapachula vienen del cono sur del continente americano.

Concretamente, provienen de Chile o de Brasil a donde llegaron hace algunos años, huyendo de la pobreza a la que está condenado Haití y que ha sido reforzada por los desastres naturales como los temblores y los huracanes, además de la pandemia y la agitación política que no termina.

Enfrentados a las autoridades migratorias mexicanas, que están conteniendo incluso con miembros de la Guardia Nacional a quienes desean cruzar México camino a la frontera norte, los haitianos y refugiados de otras naciones, han elevado un grito de auxilio. Y un ultimátum: o pasamos o nos morimos.

Testimonios desgarradores

“Estamos suplicando que nos dejen salir de Tapachula, nos están matando de hambre (…) la Migración (mexicana) nos maltrata, nos golpea y no nos han ayudado con nada”, dijo Juliana Exime, una haitiana de 30 años, quien narró a Reuters que lleva dos semanas en esa ciudad.

Juliana denunció que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados no agiliza sus trámites para seguir su camino hacia el norte del país. “Son unos mentirosos (…) Estamos durmiendo en la calle, en la lluvia, estamos enfermando; nos quieren matar y más con esa enfermedad”, dijo en referencia a la Covid-19.

“Queremos que nos dejen ir a donde podamos trabajar, no queremos ir a Estados Unidos queremos una oportunidad”, dijo Ana Leslie Martin’s, una hondureña de 48 años, quien asegura estar durmiendo en la calle con hijos y nietos. “Tenemos mucho miedo”, dijo a Reuters Ana Leslie, quien salió de su país huyendo de la violencia, tras de que su marido, un taxista, fuese amenazado de muerte por las maras.

Una clara advertencia

Por su parte la organización no gubernamental Médicos Sin Fronteras (MSF) advirtió a la comunidad internacional que la situación en la frontera entre México y Guatemala es “insostenible”, al tiempo que lanzó “una intervención de emergencia” para paliar la crisis de los migrantes que se encuentran varados, principalmente en Tapachula y sus alrededores.

“MSF lanza una intervención de emergencia en la ciudad de Tapachula, Chiapas, donde unas 40.000 personas están atrapadas por el fracaso del sistema de asilo” mexicano, dijo en un boletín en el que explicó que la realidad de los migrantes hacinados en ese sitio es de una “vulnerabilidad extrema”.

Y es que en Tapachula –donde existe la estación migratoria mexicana Siglo XXI, que apenas puede atender a 1.000 migrantes—se hacinan tanto las personas que buscan llegar a la frontera con Estados Unidos y buscar un futuro mejor en ese país, como los deportados del propio Estados Unidos, y dejados a su suerte en la frontera con Guatemala.

Tapachula se está derrumbando

El obispo de la diócesis de Tapachula, Jaime Calderón, ha escrito una reflexión en la cual subrayó que muchos de los gritos que se profieren en esa ciudad no son escuchados por las autoridades mexicanas, “tanto de los migrantes varados por toda la ciudad, como de los nuestros, los que residen en esta hermosa tierra”.

“Creo que no solo no se escucha a los migrantes, tampoco se escucha al pueblo de Tapachula. Esto se nota, porque hay una gran deuda social con estas poblaciones, y lo veo en muchos retrasos como pobreza, educación, salud, desempleo, precariedad, falta de oportunidades laborales y poder llevar una vida más digna”, dijo el prelado.

Y agregó: “Desafortunadamente, estos son los gritos de toda una comunidad que se está cansando, que está molesta porque se ha convertido a Tapachula en una especie de represa … con tantos migrantes aquí relegados y no atendidos. Creo que toda una ciudad se está derrumbando”.

La Iglesia da la cara

Las instituciones migratorias del Estado mexicano, tanto como el gobierno local del sureño Estado de Chiapas, “están abrumadas y el gobierno no tiene claro qué hacer para salir de esta crisis”, dijo en su comunicado el obispo Calderón quien recalcó el papel esencial de la comunidad de Tapachula y de la Iglesia católica en esta crisis.

Y apuntó algo más: que su ejemplo de unión puede ayudar –y mucho—en el futuro inmediato. “Lo hemos visto muy claro en la atención solidaria que se le dio a las grandes caravanas de 2018. Además, me atrevo decir que no es solo la Iglesia Católica, sino que la gran mayoría del pueblo de Chiapas es muy noble, cálido y generoso, incluso en su pobreza”.

La diócesis de Tapachula tiene una Casa de Acogida y las parroquias de la diócesis albergues, principalmente a lo largo de la costa de Pacífico, “para asistirlos en tránsito con comida y albergue, para que puedan descansar y estar más seguros y, si lo necesitan, brindarles atención médica”, terminó diciendo el obispo Calderón.

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