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Hace poco tuve que prepararme para una conversación difícil con una persona, y estaba preocupada. Era el tipo de cosas que tenía que ser en persona, e incluso lo marqué en mi calendario. Tenía miedo y me preparé mucho para ello.
Y fue sorprendente, yo soy de las que piensan demasiado en las cosas y pero no se preparan mucho para las situaciones.
La conversación fue mejor de lo que pensaba, y toda la situación me hizo darme cuenta de la diferencia entre limitarte a reproducir diferentes escenarios en tu cabeza, y dar realmente pasos concretos para prepararte para algo.
Entonces, con esa experiencia positiva fresca en mi mente, esto es lo que aprendí …
1Reza
Reza cuando sienta que la discusión es inevitable, reza momentos antes y luego reza durante la discusión en sí. Aunque no siguieras leyendo este artículo, ya tendrías lo más importante.
Algunos santos a los que puedes acudir en busca de ayuda incluyen a dos doctores: San Juan Crisóstomo y Santa Teresa de Ávila.
“Crisóstomo” fue el nombre que recibió este arzobispo del siglo IV. Significa “boca de oro” porque San Juan pronunció hermosas y prácticas homilías que ganaron muchos corazones para Cristo. Pídele ayuda para que puedas hablar con sencillez y acierto.
Santa Teresa de Ávila, en cambio, tenía talento para relacionarse con las personas, fueran ricas o pobres, hombres o mujeres, religiosos o laicos. Pídele que te ayude de manera práctica a perfeccionar tus habilidades de comunicación.
2Investiga
Esta palabra tiene dos aspectos: puede significar investigar más sobre el tema del que tienes que hablar, o puede significar aprender más sobre la persona con la que estás hablando.
En mi caso, tuve algunas conversaciones previas que me ayudaron a entender mucho más claramente lo que estaba pasando en relación a la situación que tenía que abordar. Esto me ayudó a estar más abierta al diálogo que a la defensiva durante la conversación.
3Escucha
Puede que sepas lo que quieres decir, pero si no escuchas el punto de vista del otro, corres el riesgo de malinterpretar lo que está sucediendo.
Lo que deseas comunicar probablemente seguirá siendo válido y útil si realmente estás escuchando, pero la forma en que lo dices y lo que enfatizas puede cambiar según lo que escuches.
Descubrí que cuanto más pides gracia en la oración, más gracia obtienes (o al menos, más gracia notas). Así que pedí mucha gracia antes y durante la conversación.
Además, antes de la conversación, hice algunas preguntas más sobre la situación y de repente tuve mucha información nueva y útil que permitió que mis pensamientos se unieran mejor sobre el tema.
Y en medio de la conversación, cuando solo quería decir con enojo “estás equivocado en ese sentido, y ahora déjame explicarte”, reprimí ese impulso. Esperé, respiré hondo, hice otra pregunta y escuché. Y ese breve descanso me ayudó a comunicar mis puntos con más calma y seriedad unos minutos más tarde, cuando era el momento adecuado.