¿Quién causa tanta alegría en Sucre? Es la pregunta que se lanza desde el portal de la Iglesia de Bolivia y que hace referencia a un momento muy especial. Es que septiembre es sinónimo de la Virgen de Guadalupe de La Plata y con el inicio de la novena también ha comenzado el traslado desde su capilla a la Catedral Metropolitana de Sucre, reconocida hace poco primada de Bolivia.
Hay que remontarse a los Reyes Católicos de España, Fernando II e Isabel I, para empezar a encontrar las pistas de esta devoción. Precisamente, gracias a esto, fue de la mano de las campañas colonizadoras de América que se tenían presente esta devoción, aspecto que motivó levantar altares en su honor.
Es ahí donde aparece la figura de Fray Diego Ocaña, cuya misión en la Real Audiencia de Charcas fue la de replicar la imagen y erigir altares en territorio conquistado. Fue en septiembre de 1601, mientras estaba en Potosí celebrando la festividad de la Virgen de Guadalupe, cuando a instancias de un obispo fue invitado a pintar otra semejante. A lo largo de dos meses se realizó el trabajo inspirándose en la de Extremadura.
Desde ese momento la devoción ya estaba encaminada: entronización, procesiones, celebraciones, una imagen que sigue cautivando a sus hijos hasta el día de hoy (para conocer más sobre la historia de esta devoción ver aquí).
“Primitivamente la imagen estuvo pintada en un lienzo que medía 1.26 mts. De alto por unos 80 centímetros de ancho. Inicialmente esta imagen es pintada en el Lienzo y todas las joyas fueron cosidas y pegadas, en esta forma se conservó esta imagen de Guadalupe en que fueron los devotos de la Virgen cosiendo las joyas hasta el año 1784”.
Así lo recuerda Iglesia Viva en ese artículo publicado en 2020 sobre la historia de esta devoción, instancia donde aparecen también los detalles que explican por qué puede ser catalogada como “la imagen más rica de América”.
“De ella, no se descubre hoy más que el rostro de la Virgen y del niño Jesús que tiene en sus brazos, fue ella reemplazada en 1784 por una plancha de oro y plata, al rasgarse el lienzo a causa del peso de las joyas que la gente por gratitud a sus oraciones donaron a la imagen. Cuando el entonces Capellán del Sagrario D. Pedro Antonio de Rojas y Argandoña encomendó el trabajo de la plancha de plata repujada al platero D. José Alcalá”.
Para reforzar todo esto basta tener en cuenta que en una de sus manos la Virgen empuña un cetro de oro con diamantes, esmeraldas y rubíes, mientras que en la otra, en la que sostiene al niño Jesús, se aprecian sortijas de oro en alto relieve en los dedos.
“Finalmente fuera de los collares de perlas que lleva la Virgen de Guadalupe vemos infinidad de ellas repartidas en todo el manto de plata repujada, bordeando las varias figuras que forman el manto y cuyo número según el inventario de 1784 ascendía a 10.565 piezas de joyas cada una más preciosa que la otra”, también se indica.
Por último, la referencia a tres medallas de gran valor histórico que son custodiadas en la misma imagen. Una de ellas, incluso, vinculada al libertador Simón Bolívar, quien hizo el obsequio en gratitud por la protección de las tropas libertarias.
Es por todo esto –hasta aquí solo algunos aspectos- que la “Mamita Gualala” parece vestida de gala. Pero sin duda todo este amor traducido en joyas y piedras preciosas solo es posible entenderlo una vez que se descubre tanta gratitud de parte de sus hijos a lo largo de los años.