“Una crisis humanitaria en la pequeña Colchane”. Así se titulaba en el mes de febrero (2021) en Aleteia lo que ocurría en una localidad chilena ubicada en el altiplano andino y con una población de poco más de 1500 habitantes. En esa zona fronteriza con Bolivia se mencionaba en aquel entonces con el constante flujo de migrantes venezolanos. Desde organizaciones vinculadas la Iglesia, como el Servicio Jesuitas a Migrantes (SJM), se reclamaba una respuesta planificada a nivel regional. También se hacía énfasis en eso de crisis humanitaria.
Pasaron los meses, la pandemia del coronavirus siguió golpeando a la región, a pesar de la esperanza –por más que sea lento- por el avance de la vacunación, y esa zona fronteriza volvió a ser noticia en las últimas semanas.
En febrero, de la mano de lo que estaba aconteciendo en esa zona fronteriza, se había anunciado el denominado “Plan Colchane”. Sin embargo, según el acalde de Colchane, Javier García, no hubo avances significativos en aquello que pretendía reforzar las fronteras y la tecnología. Así lo afirmó en una entrevista concedida a CNN Chile.
Es por esto que las autoridades regionales han estado expresando preocupación por el aumento de migrantes, en su mayoría venezolanos, de manera irregular por esa zona fronteriza en las últimas semanas. El temor es ante una nueva crisis migratoria en la zona debido a las características del poblado en cuestión.
Este “aumento significativo de migrantes irregulares”, tal cual publica AFP y reproducen medios como Deutsche Welle (DW), es acompañado del riesgo que representa avanzar a pie en invierno, con bajísimas temperaturas, por el inhóspito altiplano con el fin de llegar a Colchane (región de Tarapacá).
"Solo en los últimos tres días se han atendido 81 migrantes irregulares", expresó un reporte del consultorio médico de Colchane, recordó la agencia.
En febrero ya hubo situaciones difíciles en el pequeño poblado, con mayoría de habitantes de origen aymara y a más de 3500 metros sobre el nivel del mar. Incluso, varios de esos migrantes, debido a las condiciones, llegaron a perder la vida. Se constó que al menos 5 migrantes murieron en el intento de pasar.
La instalación de carpas en espacios públicos como parques ha generado colapso de servicios, sanitaria, de seguridad, además de reforzar aquello de crisis migratoria.
De fondo, otras situaciones complejas que merecen atención como el aumento de la xenofobia y hasta la expulsión de migrantes, aspectos criticados por organizaciones de Derechos Humanos.
Mientras todo esto acontece, y se suman nuevos capítulos en esa frontera de América Latina, retumban en los oídos una vez más las palabras del papa Francisco con respecto a los migrantes, a quienes se ha referido muchísimas veces en lo que va de su pontificado. Tal vez lo más elocuente, en este caso, aquellas palabras:
“¡Son personas, no se trata sólo de cuestiones sociales o migratorias! ‘No se trata sólo de migrantes’, en el doble sentido de que los migrantes son antes que nada seres humanos, y que hoy son el símbolo de todos los descartados de la sociedad globalizada (ver Vatican News, julio 2019)”.