¿Cómo vivo yo, vivo en el miedo: ‘si no hago esto iré al infierno’, o vivo también con esa esperanza de la gratuidad de la salvación en Jesucristo?
Esa ha sido la pregunta principal hecha por el papa Francisco a los fieles y peregrinos presentes en la audiencia general de esta mañana, miércoles 18 de agosto de 2021, en el Aula Pablo VI.
El Papa Francisco afirmó que "san Pablo en su respuesta considera que hay dos tiempos en la Historia de la Salvación y en la propia historia de cada uno".
En un primer periodo - insistió - éramos como los niños, estábamos dominados por las pasiones, la debilidad de la carne, y, por tanto, necesitados de un guía, alguien que nos llevara y nos trajese, y nos impidiera meternos en problemas.
Ese era el papel de la Ley y su bondad, afirmó el Papa. Pero san Pablo añade que la Ley, además de sostenernos en este combate, también pone de manifiesto nuestro sometimiento.
En un segundo periodo, continuó el Papa, Jesús nos ha librado del pecado y de la muerte con su muerte y resurrección, y la Ley puede dejar paso a la libertad de los hijos de Dios, pues ya no estamos sometidos a ella.
Sin embargo, esto implica un estilo de vida comprometido, en el que nos hacemos conscientes de la gracia de ser hijos de Dios, para vivir en el amor de forma adulta, abundó el Papa.
El Sucesor de Pedro ha continuando su ciclo de catequesis sobre la Carta del Apóstol Pablo a los Gálatas.
Y en su catequesis de hoy centró su meditación en el tema: “¿Cuál es el papel de la Ley?” (Lectura: Gal 3,23-25).
Asimismo, el Papa sostuvo que “la convicción del apóstol es que la Ley posee ciertamente su propia función positiva, pero limitada en el tiempo”.
La Ley, ilustró, “no se puede extender en su duración, más allá de toda medida, porque la ley está unida a la maduración de las personas y a su elección de libertad.
Una vez que se alcanza la fe, la Ley agota su valor propedéutico y debe ceder el paso a otra autoridad”.
Esto no significa - según el Papa - que creemos en Jesús y se pueda hacer todo lo que se desee, incluso saltarse la Ley de los mandamientos:
“ ‘Creemos en Jesucristo, hagamos todo lo que queramos’- ¡No! - Los mandamientos existen, pero no nos justifican. Lo que nos justifica es Jesucristo.
Los mandamientos se deben cumplir, pero no nos dan la justicia. Es Jesús que nos justifica gratuitamente. El mérito de la fe consiste en recibir a Jesús, el único mérito es abrir el corazón”.
El Papa invitó a aplicar “los mandamientos, pero como ayuda para salir al encuentro de Jesús”.
“Esta enseñanza sobre el valor de la ley es muy importante y merece ser considerada con atención para no caer en equívocos y realizar pasos en falso.
Nos hará bien preguntarnos si aún vivimos en la época en que necesitamos la Ley, o si en cambio somos conscientes de haber recibido la gracia de habernos convertido en hijos de Dios para vivir en el amor”.
Y después preguntó: ¿Cómo vivo yo, vivo en el miedo: ‘si no hago esto iré al infierno’, o vivo también con esa esperanza, con esa alegría de la gratuidad de la salvación en Jesucristo? ¡Es una buena pregunta!
Y también la segunda cuestión: ¿Desprecio los mandamientos? ¡No! Los aplico, pero no cómo absolutos porque sé que lo que me justifica es la fe en Jesucristo”.
La Audiencia General concluyó con el rezo del Pater Noster (Padre Nuestro) y la Bendición Apostólica.