“La guerra ha terminado”, anunció un portavoz talibán tras tomar la presidencia del país, en Kabul. Por su parte, el mensaje del expresidente de Afganistán, Ashraf Gani, que abandonó el país dejándolo en el caos, dijo: “Los talibanes han ganado. Ahora deben preservar el país”. Ha nacido el Emirato Islámico de Afganistán. La aventura de Afganistán por parte de los Estados Unidos, ha terminado, después de 20 años y un gasto de 80.000 millones de dólares y habiendo perdido muchas vidas humanas. Y lo ha hecho con la cabeza gacha, con sabor a derrota.
Una ofensiva relámpago, como un paseo triunfal, los talibanes se han adueñado en dos semanas, de 30 de las 34 capitales del país, o sea del 90 por 100 del territorio. Las últimas horas en el aeropuerto de Kabul, parecían las horas en que en 1973 los norteamericanos dejaron la capital survietnamita, Saigón, hoy ciudad Ho-Chui-Min. De Vietnam muchos salían por mar, pero Afganistán no tiene mar. Los afganos crean otro problema mundial gravísimo de refugiados y emigrantes.
Miles de personas desesperadas hoy buscaban entrar en los aviones militares que salían del aeropuerto de Kabul cerrado a los vuelos comerciales, asiéndose incluso en las alas de las aeronaves. Una salida nada honrosa por parte de los Estrados Unidos, a pocos días (11 de septiembre) del abatimiento de las Torres Gemelas, que fue lo que motivó la intervención y ocupación de Afganistán para capturar al líder Ozama bin Laden, hace ahora 20 años.
Son los 20 años de ocupación de los Estados Unidos de Afganistán, para echar a los talibanes y ayudar a este país a formar un ejército propio, bien instruido y bien armado, y levantar un país salido de la ruina de la guerra con Rusia y del doloroso y dictatorial gobierno talibán. El gobierno talibán usó la imposición radical de la ley coránica, especialmente en la cultura y en las mujeres, reducidas a unas incultas al servicio de los hombres.
Ningún objetivo de los ocupantes se ha producido. Afganistán ha demostrado que no tenía un ejército, o al menos un ejército fuerte, a pesar de las billonarias inversiones en material y en las infraestructuras del país. Las mujeres deberán abandonar sus trabajos para dejarlos a los hombres y ponerse el burka. Afganistán volverá a su pasado de hace 20 años.
Al anunciar los Estados Unidos su retirada, los talibanes no dudaron en hacerse con el país, y lo han conseguido en pocas semanas. Joe Biden anunció hace unos días que los talibanes no tomarían Kabul hasta que pasaran uno o tres meses: ha pasado solo una semana. Rusia, cuando la presidía Gorbachov, pagó un alto precio en vidas, desmoralización de las tropas y gasto económico. No pudo resistir a los talibanes, siempre apoyados por Pakistán y… también por Estados Unidos.
Recuerdo una vez, tras la destrucción de las Torres Gemelas y la invasión por parte de Estados Unidos de Afganistán, tuve, con periodistas directores de medios, un almuerzo con Mihail Gorbachov, siendo presidente de la todavía Unión Soviética (la Rusia comunista).
Le pregunté sobre cómo veía el futuro de los Estados Unidos tras la invasión de Afganistán, dado que él había conocido la derrota en aquel país. Respondió: “No creo les vaya bien a los Estrados Unidas. Yo avisé a Bush y le dije: ‘George, te equivocas con Afganistán. No te va a salir bien’ ”. Y así ha sido.
20 años después de la invasión, los Estados Unidos no han sido capaces de poner en marcha un régimen democrático, ni un ejército con un mínimo de capacidad de lucha. Ni tampoco los otros países de la NATO (Organización del Tratado del Atlántico Norte) que agrupa a las potencias de Europa y América del Norte (Estados Unidos y Canadá).
Han conseguido, eso sí, una cierta libertad para sus habitantes, una cierta modernización de las estructuras del país, de la mentalidad de sus gentes. Son estas gentes que ahora desesperadamente quieren huir de Afganistán. según los baremos internaciones de corrupción, Afganistán, se encuentra entre los diez países más corruptos del mundo y uno de los grandes productores de plantas opiáceas y heroína.
Los talibanes, a través de sus distintos portavoces, afirman que al tomar las ciudades debían evitarse los saqueos, las violaciones, que se respetaran las propiedades, y que el traspaso de poderes se haría de forma que no molestará a nadie y prometió una amnistía
Las noticias de personas de las ciudades que han sido ya tomadas por talibanes han dicho que no se creen esto. Tampoco creen en la amnistía, que es una “trampa”. Las mujeres han dejado las Universidades. Un profesor se despidió de todas las mujeres el jueves, sabiendo que no volverían. Es probable que las niñas mayores de 10 años se vayan de la escuela sin recibir instrucción en las escuelas y se multipliquen los matrimonios forzados. De Kandahar llegan noticias de asesinatos y venganzas, cosa que habían prohibido los talibanes.
Pakistán e Irán, y ahora buscarán el apoyo de Rusia y China. Pekín se frota las manos al ver una nueva derrota de los Estados Unidos en Asia, donde ya fracasaron tres grandes potencias: Gran Bretaña (en la guerra colonial), Rusia y Estados Unidos. ¿Quién se atreverá ahora a una nueva invasión, por muchos derechos humanos que sean pisoteados o ignorados?
La geopolítica hoy no está en las invasiones o intervenciones militares (ya lo escribimos en Aleteia el mes pasado), no está, como decían los dirigentes de la primera potencia económica y militar del mundo, en el poder de las armas y del dinero: está en la diplomacia, en las intervenciones económicas. China quiere controlar el mundo a través de su nueva Ruta de la Seda, sin el uso de las armas, pero sí con su dinero. Sin embargo, se está armando hasta los dientes.
Una página de la historia ha pasado con Afganistán.