Puede ser difícil hablar a nuestros hijos del servicio militar. ¿Deberíamos hablar de los riesgos del trabajo? ¿Deberíamos restarles importancia para hacer que su vida diaria sea menos estresante? ¿Cómo podemos mantener el contacto cuando un padre o madre militar está desplegado?
Aunque difícilmente podemos ocultar el peligro de la profesión a nuestros hijos, sí podemos encontrar formas de hablar del tema apropiadas a su edad. Marie-Armelle, cuyo marido sirve en una rama de las fuerzas armadas francesas, vive en barracones con sus cuatro hijos y no tiene intención de ocultarles las heridas o accidentes que su padre pueda sufrir en el ejercicio de su deber. Sin embargo, aunque no niega los riesgos del trabajo y habla de forma natural a sus hijos sobre ello, se abstiene de hablar de riesgos fatales.
Elise y Florian, una pareja donde el segundo está en las fuerzas armadas francesas, han decidido no hablar de los riesgos en absoluto a sus hijos porque son demasiado jóvenes aún. Según dice Elise:
No creo que debamos explicárselo antes de ser preadolescentes o antes de que ellos mismos hagan las preguntas. Prefiero centrar mis explicaciones en el hecho de que su padre está protegiendo a personas y tiene todo el entrenamiento y las herramientas para mantenerse a salvo.
Su definición del trabajo todavía es bastante simplista en este momento: “Papá protege a las personas de los malos”. Es fundamental subrayar a los niños pequeños el sentido de compromiso: “Es útil enfatizar el sentido de deber y de autosacrificio”.
A los niños que ven a uno de sus padres trayendo armas a casa no se les engaña durante mucho tiempo y pueden surgir problemas de ansiedad frente a una profesión que está llena de peligros. “Mi hijo mayor a menudo pregunta a mi marido si ha matado a alguien alguna vez”, explica Marie-Armelle. “Es algo que parece inquietarle. Mi marido llega a casa con su pistola, así que reciben recordatorios habituales del peligro que supone”.
Adaptación diaria
Los periodos de ausencia de uno de los padres, aunque estén previstos y sean explicables, siguen siendo difíciles de vivir en un hogar. Los niños construyen su vida en torno a rituales y puntos de referencia estables, de modo que pueden quedar desestabilizados por los cambios en la vida familiar, como es el caso de una alternación constante entre presencia y ausencia.
Marie-Armelle y Elise leen cuentos a sus hijos que les ayuden a entender el trabajo de su padre. “Entender lo que hace la rama de las fuerzas armadas de su padre evita que inventen historias e imaginen cosas que les generen ansiedad”, afirma Elise.
Una herramienta concreta y tranquilizadora puede ser un calendario donde la familia pueda contar los días entre dos despliegues del padre o madre ausente. Para los niños pequeños, la ausencia puede ser un poco desmoralizante, explica Marie, cuyo hijo mayor tiene 5 años, ya que su noción del tiempo aún es bastante relativa. Sin embargo, no le faltan ideas para ayudar a que sus hijos pasen el tiempo con más facilidad:
Para el despliegue más reciente, imprimí y laminé dos fotos para cada niño: una de su padre en traje de faena y la otra del niño con su padre. Durmieron con esas fotos todas las noches. También, cada fin de semana durante un despliegue, marcamos la ocasión con una actividad divertida y un buen postre en la pastelería. Y, por encima de todo, les repito una y otra vez que papá está fuera por trabajo, no por culpa de ellos, y que les quiere muchísimo. Él, por su parte, graba pequeños vídeos en los que les explica in situ cómo es su habitación, su rincón de la tienda, su oficina, la enfermería, el campamento, etc. ¡y los niños no dejan de pedir más vídeos!
Con paciencia y ternura puede organizarse una vida diaria ordinaria en torno a un trabajo con un ritmo inusual y alto riesgo.
Mantener discretas las preocupaciones
Aunque es legítimo y normal que “quien se queda atrás” se preocupe, estas preocupaciones pueden ser delicadas de gestionar delante de los niños, dependiendo de su edad y su sensibilidad. Marie-Armelle recuerda la Navidad de 2019:
Vivimos un despliegue a una misión peligrosa. Yo tuve muchas dificultades para mantener la calma durante unos cuantos días muy estresantes. Tenía muy pocas noticias y las pocas que tenía no eran tranquilizadoras. Mis hijos tenían todos menos de cinco años, así que no se lo dije y volví a casa a visitar a mi familia antes de lo previsto.
Aunque es importante ser claros y honestos, no es necesariamente prudente explicarlo todo a los niños demasiado rápido. ¿De qué les serviría estar ansiosos dándole vueltas en la cabeza todos los días a la muerte cada vez que su madre o padre esté desplegado?
Admiración que ofrece consuelo
Si hay una cosa que une a los hijos de militares es la admiración sin límites que sienten por sus padres. Marie-Armelle comenta:
Mis hijos están totalmente impresionados con la profesión de su padre. Los dos mayores quieren ser gendarmes también. Les apasionan los libros que explican esta profesión, el uniforme y los vehículos. Es un mundo al que sienten que pertenecen desde que nacieron, porque vivimos en barracones.
El aspecto del “papá superhéroe” también fascina a los hijos de Marie, la esposa de un médico militar. Este aspecto extraordinario de su profesión, el ser un papá que salva soldados, ayuda a los niños al “hacer un poco más dulce el amargo trago de sus ausencias”.