«Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo».
Idealizamos a los santos
Los pensamos como seres humanos superiores, con superpoderes, alejados del resto de los mortales por su perfección.
Recuerdo que de niño me encantaba separarme de mi mamá para recorrer la iglesia y ver las imágenes de los diferentes santos que la adornaban. Me sentía feliz cuando encontraba en algún nicho a san Francisco de Asís, mi santo preferido.
Nuestros santos de los altares, canonizados por la Iglesia, fueron en sus inicios como nosotros, simples mortales, pecadores, con muchos defectos. Se cuenta de san Francisco de Sales que perdía la dulzura de su carácter con mucha facilidad y estallaba en cólera. Tenía mal genio.
Se propuso vencer el defecto que lo dominaba, su pésimo temperamento, luchó contra él y llegó a ser conocido como el santo de la amabilidad. Fue tanto su cambio que Don Bosco llamó salesianos a su congregación por este admirable santo que luchó contra sí mismo y venció por la gracia de Dios.
Santos llenos de defectos
Dicen que san Alfonso María Ligorio era otro que logró dominar su mal carácter. San Agustín tenía muchas debilidades y fue un gran pecador antes de su conversión. Santa Teresita del Niño Jesús era terca a más no poder. La lista es interminable.
El gran san Pablo escribía: «No hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. Aunque quiera hacer el bien, es el mal el que me sale al encuentro» (Rom 7, 15. 21).
No esperes ser diferente a ellos. Tienes debilidades, caes, te levantas, pero también sé que eres «un santo en camino». Dios te quiere santo, santa. Dios sabe cómo eres y aun así te llama a la santidad. Es maravilloso saber de primera mano que cientos de personas han sentido el llamado de Dios a la santidad, a cambiar sus vidas y tener un propósito noble.
Cada vez que alguna persona me escribe contándome sus anhelos de santidad, entre otros consejos edificantes, les doy este que es muy práctico, sencillo y está al alcance de cualquiera: «Ve a una librería católica y pregunta por cualquier libro que contenga las vidas de diferentes santos. Sobre todo, me encanta recomendar Historia de un Alma de Santa Teresita del Niño Jesús».
Lee sus biografías
Debemos conocer las vidas de los santos de nuestra Iglesia católica. Los santos son, para mí, la mejor referencia de quien desea escalar la montaña de Dios.
¿Por qué? Es muy sencillo, porque ellos estaban llenos de defectos, como tú y yo y lograron vencerlos. Fueron santos y nos pueden enseñar el empinado y difícil camino para lograrlo.
Dios les bendijo con innumerables milagros que daban fe de la presencia y las complacencias de Dios por sus esfuerzos, oraciones y obras bondadosas. Si quieres ser santo, Dios te dará los medios. Tú confía y abandónate en su amor.