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Torres del Sisal: “El trampolín de la muerte”

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@wistonduran

Macky Arenas - Aleteia Venezuela - publicado el 01/08/21

Estas torres de Venezuela guardan un escalofriante maleficio que solo la oración puede vencer

La construcción, en Venezuela, ha sido tradicionalmente un negocio donde los italianos fueron pioneros. Al menos, originalmente, los expertos en la materia eran ellos. Un día, un contratista llegó a Barquisimeto, la capital del estado Lara–centro occidente del país-  al frente de una compañía, decidido a erigir allí las torres más grandes y lujosas que tendría Venezuela. El proyecto se puso en marcha.

La idea era levantar 4 torres con 27 pisos cada una. La intención era albergar unas 1.000 familias. Los suelos eran inestables y de repente, avanzada la construcción, se percató de que las torres se hundían y amenazaban con desplomarse. De hecho, había fallas estructurales en la edificación y cualquier actividad sísmica –frecuentes en Venezuela- habría podido causar un desastre. La contratista se quedó sin fondos y el ingeniero, ante el desastre y ya arruinado, subió al último piso de una de las torres y se lanzó al vacío falleciendo instantáneamente.

“Algo incontrolable”

A partir de ese hecho, parece que “algo incontrolable” se ha enseñoreado en el lugar. Mucha más personas han escogido lo alto de esas torres para suicidarse, bien sea por razones económicas, o de otro tipo, pero también por causa de enfermedades mentales. Otros, simplemente, aseguran que una voz les dice: “Lánzate, tu vida no vale nada; no vale la pena”.

Es un relato tremendo pero que vale la pena divulgar por sus conexiones con ciertas costumbres, nada sanas espiritual ni mentalmente, que se instalan en los pueblos cuando las dificultades arrecian. Además, esta realidad es tan poco conocida fuera de los límites larenses como extendido está hoy, lamentablemente el culto por diversas formas de ocultismo y la pertenencia a sectas satánicas, tanto como la práctica de rituales de hechicería, brujería  y el cultivo de la superstición  que han ganado terreno en el país adosadas a la desesperación que produce la  crisis.

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Testigos de escenas macabras

Testigos afirman haber encontrado en esas torres vestigios de ceremonias satánicas y  animales sacrificados, así como la presencia de espíritus malignos. Impera la magia negra y, con el tiempo, el ambiente fue tomado por una energía oscura que, según aseguran, induce a las personas a quitarse la vida. “Es un sitio de maldad -refirió un periodista que hizo algunas investigaciones- es como si estuviera embrujado, como si sobre él pesara un maleficio”.

Hay páginas webs que se han interesado por el tema y han consignado que la última persona que se suicidó allí fue un hombre de origen desconocido que asesinó a su esposa y luego, presa del remordimiento, se lanzó desde el piso 17 de una de las torres lo cual  ocurrió hace apenas un año. Pero desde que estas torres quedaron paralizadas comenzaron las historias de horror. Unas cincuenta personas se han suicidado en esas torres.

En ese lugar se escuchan voces, lamentos y gritos. Ya no lo llaman por su nombre original, Las Torres del Sisal  sino “el trampolín de la muerte”. Están ubicadas al oeste de la ciudad y se construyeron durante el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez, hace más de 40 años.

Hoy, sólo quedan las moles como esqueleto de la construcción y la delincuencia ha tomado el lugar. Es nauseabundo, está lleno de basura y de huesos de animales de todos los tamaños. Antes, los espacios se utilizaban para una suerte de mercado de pulgas pero la proliferación de suicidios espantó a la gente del lugar. En la actualidad, ladrones y drogadictos se han instalado de noche en esas ruinas. Las bandas han marcado el lugar y escrito toda clase de mensajes.

Un lugareño dice: “Si uno viene a curiosear, el problema es que cuando vas pasando los muros no sabes quien te espera en una esquina…” Peligroso, no hay precaución, mejor no acercarse.

El oro verde

El Sisal, que dio nombre a las torres fue, sin embargo, símbolo de progreso y riqueza. También llamado henequén llegó a Venezuela en 1913 desde México de donde se trajeron las primeras 5.000 plantas para comenzar el cultivo. 

En un lapso de 20 años hicieron del estado Lara uno de los principales productores del henequén y de su industrialización.  Lo llamanel oro verde por sus diversas aplicaciones industriales y el volumen de mano de obra empleado en el mismo. 

El sisal dio lugar a grandes fortunas pues, con el correr del tiempo, ha venido a ser una industria importante, especialmente en el estado Lara, donde hoy se cultivan más de 25 millones de plantas, y existe una Compañía Fibro Textil para la elaboración de sacos, además de la Cordeleria Occidental, la más moderna del país.

A esta planta le siguen en importancia el algodón y el lino. De sus hojas se extraen fibras gruesas y resistentes para fabricar desde papel, pasando por sacos y se emplea también en la decoración pues con ella se elabora una exquisita artesanía.

Hoy en día el área de cultivo del sisal se redujo en más del 85% y las empresas, industriales y artesanales han mermado o migraron a otros sistemas de producción.  Prácticamente desapareció como consecuencia de las desacertadas políticas económicas y sociales; de la corrupción y el populismo. Mientras otros países conservaron y expandieron el cultivo del sisal, en el nuestro, el afiebrado urbanismo acabó con tan próspera industria.

El sisal es todo un símbolo del estado Lara e inspiración en su capital para construir las famosas y fallidas torres de que nos ocupamos en este trabajo.

Ráfagas mortales

Hoy día, es poco lo que queda allí, más allá de lo oculto y nefasto. Muchas personas desean la demolición de las estructuras pues insisten en que sólo han traído miseria y esa aura oscura y temible. Allí pulula la venta de drogas y personas que se dedican a trabajos de hechicería. “Se escuchan voces que parecen murmullos, entremezclados con el soplo del viento. También gritos y sombras que vagan entre los edificios como si buscaran un lugar donde descansar”, según los lugareños.

En agosto del 2020, La Prensa de Lara anunciaba que se procedería a la demolición pues “después de 40 años de abandono se ha convertido en epicentro de corrupción”, cosa que no ha sucedido.

Es tan serio el asunto que se recomienda a quienes se encuentren en un estado emocional alterado no pasar cerca de allí pues, como aquellas historias de marineros seducidos por sirenas, escucharán voces que los induzcan a saltar al vacío. En las mismas paredes ruinosas han aparecido letreros como éste: “Para los que no crean en la vida, suban hasta el último piso”.

De la misma manera, coexisten en las paredes dibujos de Jesús con pentágonos diabólicos. Hasta una imagen del extinto presidente Chávez fue inmortalizada  en esos muros por brochas desconocidas.

Acontecimientos paranormales y hechos inexplicables para los vecinos abundan en las Torres del Sisal. Dicen que mientras más asciendes en las torres se hace más denso el ambiente.  Un testigo dijo: “Es como si algo tomara parte de ti por breves momentos”. El asunto puede ser fatal pues un paso en falso no se cuenta. Y las fuertes ráfagas de viento, que aumentan mientras mayor es la altura, pueden ser responsables de más de un resbalón al vacío.

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“No van a nada bueno”

Un sacerdote cercano a la historia nos dice: “Cuánto hay de verdad y cuánta fantasía no lo sé, pero lo cierto es que no van allá para nada bueno. En estos tiempos abunda la brujería y algunos se dedican al espiritismo, pensando que eso les resolverá problemas. Pero, en lugar de eso, los aumenta y complica. Muy peligroso es jugar con eso. Más de lo que algunos ingenuos imaginan”.

Y es que el daño que producen ciertas prácticas maléficas puede, ciertamente, desembocar en tragedias. Pero, como dice el conocido sacerdote exorcista José Antonio Fortea: “Nada mejor para comprender cómo opera la influencia del maleficio que entender en profundidad lo que es la oración. El maleficio hace que vayan demonios a tentar a una persona para hacer el mal (…) Pero sólo Dios puede actuar en el centro del alma y nada se puede hacer contra  lo que  decida Dios (…) El maleficio no busca sólo la tentación sino los males físicos. La oración puede buscar, no sólo la conversión sino también bienes físicos, familiares o económicos. Pero en la confrontación entre el maleficio y la oración es Dios quien tiene la última y definitiva palabra”.

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