La imagen lo dice todo. Luego de vencer en la madrugada de este miércoles al chino Angus Ka-Long, uno de los mejores del mundo en bádminton, Kevin Cordón se desplomó en la cancha y celebró a lo grande.
Es que con su triunfo, además de llenar de orgullo a Guatemala, también aparece el sueño de una medalla olímpica y la posibilidad de seguir avanzando ahora a octavos de final (fase eliminatoria).
Detrás de esta imagen triunfal aparece también una historia cargada de resiliencia y sacrificio. La pandemia del coronavirus afectó directamente su preparación. Entre otras cosas, recuerdan medios como ESPN, debido a la suspensión de entrenamientos. Por ejemplo, el polideportivo de su natal La Unión, Zacapa, se tuvo que transformar en un centro de salud para la atención de pacientes con coronavirus.
No obstante, esta situación no terminó siendo obstáculo para el sueño de Kevin. Fue así que encontró un nuevo –y curioso- sitio para seguir entrenando: nada más ni nada menos que el salón parroquial de una iglesia (parroquia San Francisco de Asís) de la localidad.
“Un día le fui a echar la mirada al salón para ver cómo estaba la altura, la luz y el espacio. Tiene las mismas medidas de una cancha normal. Entonces, llamé al Padre y le expliqué que no podía perder el ritmo de juego porque no se sabía cuándo empezaría los torneos. Él no me puso ninguna traba, solo me dijo que los apoyara con la luz y todo eso. Luego hablé con el alcalde y con la policía y me dieron el visto bueno”, comentó Kevin Cordón a ESPN Digital.
Según prosigue la nota del medio de comunicación especializado en deportes, Kevin contó con el apoyo de la propia Federación de Bádminton para el acondicionamiento del espacio.
“Me trajeron la cancha y las cosas que necesitaría para entrenar. Hay unas canchas movibles en la Federación, sin quitar las que están ahí. Entonces todo el equipo viene de la capital mientras aquí instalamos, más o menos, la iluminación y tapamos las entradas de aire. Lo adaptamos lo más posible como se entrena en la federación”, sostuvo.
Fue así como gracias a la parroquia San Francisco de Asís en Zacapa –además de otras personas que también ayudaron con la parte física y entrenamientos de fuerza- Kevin pudo proseguir su camino deportivo, un equipo de acogida no tan habitual, pero también cargada de misericordia y generosidad. En definitiva, un gesto que terminó generando que Guatemala hoy pudiera festejar junto a Kevin en Tokio.