Mil velas dispuestas con forma de cruz en la nave central a los pies de la patrona argentina sirvieron para rezar y recordar a los fallecidos. También acompañar a sus seres queridos, pedir fortaleza para los que hacen frente a la enfermedad y pedir por el fin de la pandemia.
Pro la cruz y las velas en la soledad y oscuridad del más concurrido de los centros de peregrinación del país fue un llamado. Así reflexionó el arzobispo Monseñor Jorge Eduardo Scheinig, a que María “nos conmueva y ablande los corazones muchas veces endurecidos como piedras y que tanto nos hacen lastimarnos unos a otros”.