El 4 de julio de este año inició su trabajo la nueva “Asamblea Constituyente” encargada de redactar la nueva Carta Magna que regirá Chile.
El órgano está compuesto de manera paritaria por 78 hombres y 77 mujeres. Posee también la representación de los pueblos originarios mediante 17 escaños reservados.
Su presidenta es Elisa Loncón, de origen mapuche. Todos estos datos ilustran el gran momento histórico que vive Chile.
Durante las últimas décadas, la desigualdad y la brecha social en Chile se acrecentaron a tal punto que, en los sectores más marginados y excluidos del país, la frustración, rabia, pena y dolor fueron los ingredientes que se cocinaron en una gran olla a presión.
Esto finalmente estalló en octubre de 2019, cuando cansados de la falta de acceso a derechos básicos y a una vida digna, miles de chilenos se unieron para decir basta y exigir cambios radicales.
Lo que se ha conocido como “estallido social” llevó inevitablemente a concretar una petición de años: realizar un cambio profundo en la Constitución política que rige desde 1980.
Se busca lograr las transformaciones necesarias para construir una sociedad más justa e igualitaria.
La voz de los que no han sido escuchados
Uno de los chilenos que lleva años trabajando por terminar con las desigualdades y caminar hacia un Chile más justo es Benito Baranda.
Se trata de un psicólogo con doctorado en Sociología. También padre, esposo y abuelo, con una trayectoria dedicada a la labor social y de trabajo por los más excluidos.
Reconocido por fundar la ONG América Solidaria y por su rol como director social del Hogar de Cristopor dos décadas.
Sobre su llegada a ser parte de esta histórica Asamblea comenta a Aleteia:
“La gran mayoría de los que resultamos electos, venimos de los mundos sociales y conocemos muy de cerca la alta y creciente insatisfacción de la ciudadanía por el trato distinto e injusto que se ha instalado en el país por décadas. Vivimos grandes movilizaciones sociales por años, de las cuales fui parte y donde presencié el sufrimiento de muchas personas. Hasta que llegamos al estallido de octubre de 2019, provocado por el cansancio, sordera y ceguera de quienes manejaban el poder”.
“Con el ‘Acuerdo por la Paz’ y siendo consecuente con la reflexión que venía realizando sobre la importancia de estar involucrado para modificar esa realidad, yo dije que quería trabajar por el ‘Apruebo’ para una nueva Constitución y por una Convención Constitucional que incluyera a la mayor diversidad de personas de todos los ámbitos de la sociedad”, prosiguió.
El aporte desde la mirada eclesial
El inicio del trabajo de esta histórica Asamblea no ha estado exento de polémicas y roces entre sus miembros. Sobre esto, Benito Baranda señala:
“Como integrante de la iglesia católica, siento que nuestro primer aporte a la Convención es colaborar con la fraternidad y entendimiento, estamos procurando generar un buen ambiente de parte de todos los que provenimos de credos cristianos y católicos”.
“Lo segundo es llegar con mucha humildad a colaborar con esta tarea, lo que aquí se va a construir no es algo para las iglesias, se construye para todas las personas de Chile. Y en ese sentido lo que debemos buscar es que la Convención esté muy abierta a la ciudadanía, tenemos que escuchar lo que se discute afuera, estar conectados con la realidad”, continuó.
“Y sin duda, un aspecto fundamental es presentar una visión de la realidad donde se defienda la dignidad humana que ha sido pasada a llevar, ignorada y abandonada en la actual Constitución”.
“Esto se vincula mucho con la comprensión que tenemos desde la Iglesia católica de la dignidad de cada ser humano, que tiene que ser salvaguardada, protegida y acompañada, independiente de la procedencia de las personas”.
“Asimismo, desde la comunidad católica es esencial el discernimiento que tenemos que hacer para comprender qué es lo bueno para el Chile que tenemos que construir ahora. Espero que podamos aportar esa reflexión desde todos los sectores de la Iglesia”, expresó.
Un cambio real y efectivo
A la hora de identificar algunos desafíos para este significativo trabajo, Baranda señaló:
“El desafío más grande que me he propuesto, es lograr que la Constitución asegure los derechos sociales, económicos, culturales, ambientales y que busquemos la manera de garantizarlos a través de las leyes. Especialmente que se agregue a esos derechos el derecho a la vivienda digna, a estar incluido en la ciudad. Hoy día vivimos en Chile una gran hipocresía”.
La familia
“En la actual Constitución se dice que el núcleo fundamental de la sociedad es la familia, pero después se abandonan miles de familias en campamentos y se les permite vivir en condiciones miserables”.
“Otro desafío importante es trabajar fuertemente por el reconocimiento de los pueblos originarios, que seamos no solo un Estado plurinacional, sino que también pluricultural. Crear la unidad desde la diversidad, como lo hacemos al interior de la Iglesia”, finalizó.