Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Fruto de la crisis del coronavirus y del confinamiento que surgió a raíz de ella, son muchas las personas que, sin haberlo planeado, han desarrollado una adicción preocupante a la tecnología.
Según una encuesta de la fundación Parents Together, el uso de pantallas en niños había aumentado en un 500% ya en abril de 2020. Esto en niños, que se supone tienen cierto control por parte de los padres.
Eso sin contar con los microaislamientos que hemos tenido a lo largo de estos meses por haber estado en contacto con un positivo o bien por habernos contagiado de la enfermedad. Nuevamente hemos tenido que hacer uso de dispositivos electrónicos diversos para continuar con las clases, con el trabajo o sencillamente con el contacto con el exterior.
Y nosotros, entre el teletrabajo y que ya arrastrábamos cierta adicción, la pandemia no ha hecho más que poner en evidencia un problema del que muchos no saben ahora cómo salir.
Si tecleamos en Google “uso pantallas pandemia”, la mayoría de los artículos se refieren a la intoxicación en niños.
Sin embargo, es más que probable que el uso por parte de los adultos haya aumentado también.
Tanto tiempo en casa sin apenas actividad, utilizando por necesidad estos aparatos, puede haber sido el detonante para desarrollar un enganche digital.
Ahora que estamos de lleno en los meses de verano es un buen momento para pensar en desconectar, en cuidar nuestra salud ocular y en establecer nuevos patrones de conducta que nos permitan desengancharnos de todo lo virtual.
“La vida es lo que pasa mientras miramos el móvil”, dijo alguien sabio. Y tiene toda la razón. Hacer uso de la tecnología no está mal, siempre que tenga un propósito saludable.
Por ello te voy a pedir que hagas un sencillo ejercicio para conocer tu grado de dependencia contestando a estas 5 preguntas con SI o NO:
La primera pregunta responde a lo que se conoce como el síndrome de abstinencia.
Hay que saber que cuando se inicia un plan detox al principio notaremos que nos aumenta la ansiedad por la falsa necesidad de tener que estar consultando el teléfono a todas horas.
Lo que dicen los expertos es que debemos hacer un desenganche de forma gradual. Pararnos a pensar: ¿Realmente necesito ahora el móvil? Y espaciar la consulta tranquilamente.
La segunda y la tercera pregunta responde a haber adquirido un hábito poco saludable creyendo el falso argumento de tener que estar disponibles para todo el mundo y a todas horas.
Para esto hay trucos: desde quitarse las notificaciones por un tiempo, habilitar el modo avión, ponerse un horario de consulta, etc.
De esta forma, se toma el control de la situación consultándolo cuando yo quiero, no cuando los demás me reclaman.
Podemos educar perfectamente a los demás haciéndoles saber nuestra disponibilidad y que si se trata de algo realmente urgente siempre es mejor llamar.
Hay personas que en el estado de Whatsapp ponen su horario de consulta, otro truco en el camino de la desintoxicación.
La cuarta pregunta se refiere a todas esas aficiones que han quedado relegadas por permanecer “empantallados”. Y estando en verano: ¿de verdad queremos estar todo el tiempo así?
Y la última pregunta es acerca del sueño. Estamos perdiendo horas de descanso por una actividad que se conoce en la jerga médica como vamping, que consiste en utilizar aparatos electrónicos (generalmente móvil, Tablet, ordenador) durante la noche, reduciendo así el tiempo de reposo.
Podemos hacer una lista con todo lo que nos gustaría hacer. Si son planes sencillos mejor todavía porque serán más fáciles de ejecutar: desde ir a la playa a ver una puesta de sol hasta tomar un helado en el pueblo de veraneo.
Para estos planes podemos aprovechar y dejar a propósito el teléfono en casa pues en realidad, si lo pensamos, lo llevamos encima por si hubiera una urgencia. Pero si ocurre una emergencia seguramente encontraríamos el modo de solventar esa situación, tal y como hacíamos antaño. Tal vez con el móvil de otros o de una forma menos rápida, pero seguro que de una forma más sosegada y pensada.
La idea es caer en la cuenta de que existen más opciones a la vida virtual. No debe ser el recurso fácil ante el aburrimiento.
De hecho, cuando se tiene hastío, después de un rato, acaban surgiendo las mejores ideas. Y de esta forma se recupera la belleza por lo analógico.
Y ahora un segundo ejercicio que implica un plan de acción. Necesitas una hoja de papel y algo para escribir:
Es importante evitar la “barra libre” estableciendo unas normas de uso que deben conocer todos los miembros de la familia. Y siempre, siempre, con tiempo de inicio y fin.
Con el auge de tanta red social es bueno priorizar las relaciones humanas. Que gane antes un café con un amigo a ponerle me gusta en Instagram.
Estamos perdiendo habilidades sociales y cultivando la envidia y la comparación. Y eso no es sano.
A medida que vayas implantando este plan de “desempantallamiento”, los efectos casi inmediatos de los que te vas a beneficiar son:
Antes de terminar, te doy un último tip: avisa a alguien de confianza que si te nota “enganchado/a” te lo haga saber. Y por supuesto, si crees que tienes un verdadero problema con este tema no dejes de pedir ayuda profesional.