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Cómo combatir el sesgo cognitivo

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Sjale | Shutterstock

Aliénor Strentz - publicado el 18/07/21

Todos somos vulnerables a los prejuicios, pero podemos tomar medidas para evitar que nos hagan cometer errores

Conocemos la famosa “queja” de San Pablo: “el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Puedo querer lo que es justo, pero no puedo hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero es lo que hago” (Romanos 7, 18b-19).

De esto dedujo que era “esclavo de la ley de Dios” y “esclavo de la ley del pecado” (Romanos 7, 25). ¡Quizás el apóstol también estuvo sujeto a sesgos cognitivos!

Los sesgos cognitivos son como atajos que toma nuestro cerebro para ayudarnos a tomar decisiones rápidas, pero pueden llevarnos a cometer errores. Vimos ejemplos bíblicos de sesgo cognitivo en un artículo anterior.

Si bien no podemos erradicar los sesgos cognitivos, podemos contrarrestar sus efectos negativos desarrollando gradualmente nuevos hábitos. Aquí hay algunas formas de dominar nuestros sesgos cognitivos.

1ESTUDIAR OPINIONES OPUESTAS

Es importante distanciarnos mentalmente de nuestras convicciones. Debemos tomarnos el tiempo para considerar ideas que las maticen o sean opuestas. De esta forma, nos abrimos a otros puntos de vista que pueden ampliar nuestro conocimiento, hacernos cambiar de opinión o confirmarnos más en nuestras convicciones.

Nos ayudará a saber más claramente a partir de ese momento por qué preferimos nuestra opinión a otras que nos hemos tomado tiempo de explorar y analizar. Vayamos “a las periferias” de nuestro pensamiento, como pide el Santo Padre, y al final ganaremos en apertura y profundidad de reflexión.

2PRACTICAR UN MONÓLOGO INTERIOR POSITIVO

Nuestros pensamientos y emociones iniciales en reacción a las cosas pueden tender a ser rígidos y duros o pesimistas. Por ejemplo, si somos propensos al sesgo de interpretación negativa, podemos decirnos a nosotros mismos: “¡Mi día fue un desastre!”

Un monólogo interior más positivo y constructivo, en el que nos hacemos preguntas y evaluamos nuestros pensamientos y sentimientos impulsivos, puede llevarnos a ver las cosas de manera diferente y a matizar nuestra afirmación inicial. “¿Fueron tan malas las 24 horas del día? ¿A qué te refieres con “catastrófico”?

3DESARROLLAR EL PENSAMIENTO COLECTIVO

Una forma de reducir nuestra rigidez mental puede ser desarrollar un “sistema de decisiones”, especialmente en contextos como el familiar o el mundo empresarial. Esto es lo que propone Olivier Sibony, consultor y autor del tema.

Esto implica establecer de antemano los criterios que se deben cumplir para tomar una decisión determinada, discutir explícitamente las incertidumbres en lugar de barrerlas debajo de la alfombra, y no confiar en la propia opinión inicial sino presentarla a un equipo (o incluso a varios equipos) que le pedirá que encuentre argumentos para defenderla o criticarla.

De este pensamiento colectivo reflexivo y metódico, puede surgir una forma de pensar nueva, más rica y menos rígida.

4HACER ESPACIO PARA LA DUDA EN NUESTRO VIAJE ESPIRITUAL

En la conciencia de muchos cristianos, la duda se percibe a menudo de forma negativa. Sin embargo, si analizamos la famosa “duda” de Santo Tomás sobre la resurrección de Cristo, podemos ver que llevó a Tomás a discernir lo que los otros apóstoles aún no habían comprendido o expresado: “¡Señor mío y Dios mío!”. (Juan 21, 28).

El apóstol Tomás, al activar su sistema de pensamiento “lento”, por utilizar el vocabulario de la neurociencia —en otras palabras, a través de la duda y el cuestionamiento— fue el primer apóstol en reconocer explícitamente la divinidad del Señor resucitado.

Por tanto, puede ser una buena idea ralentizar el ritmo de nuestros pensamientos con un poco de duda, a fin de obtener un mejor discernimiento espiritual.

Tags:
neurocienciapensamientoprejuiciosvirtud
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