La zona norte de Ecuador, lindera con Colombia, ha protagonizado en los últimos años atentados. También la presencia de refugiados y desplazados por la influencia del conflicto colombiano en años anteriores.
Se trata de un sitio que suele aparecer en las noticias debido a los aspectos vulnerables de una situación que merece siempre “mano tendida” y atención.
Es ahí, junto a otras zonas de Ecuador como el oriente, donde se encuentran los principales beneficiarios de un convenio que se firmó en los últimos días de junio entre la Iglesia de Ecuador, Fundación CRISFE y Banco Pichincha.
La mirada en la educación
Según publicó la Iglesia en su web, el objetivo del convenio es “promover la cooperación interinstitucional para ofrecer en el país un modelo educativo de formación integral para niños, niñas y adolescentes de escasos recursos económicos, beneficiarios de la Fundación CRISFE”.
En este caso, son 604 los estudiantes vulnerables y de escasos.
“Allí están jóvenes Shuar, Kichwa, Huaorani, Achuar, Mestizos, Afrodescendientes, Awas. Ellos viven en Loja, Esmeraldas, Santo Domingo de los Tsáchilas, Azuay, Carchi, Cotopaxi, Chimborazo, Morona Santiago, Napo y Orellana”, recuerda la nota.
Al servicio de quienes más lo necesitan
“Con nuestros ejes de trabajo, que son educación, emprendimiento y gestión de territorio, impactamos favorablemente en la vida de los ecuatorianos más vulnerables. Y hoy agradecemos la oportunidad de servir a quienes más lo necesitan”, expresó Paul Arias, director ejecutivo de CRISFE, prosigue la nota.
Desde la Iglesia también hubo agradecimiento tanto a la fundación como al Banco Pichincha. Tanto monseñor David Israel de la Torre Altamirano, secretario general de la CEE, y monseñor Walter Heras, obispo de Loja, presidente de la Comisión Episcopal de Educación y Cultura, rescataron lo siguiente:
“El esfuerzo y la sensibilidad social que permite asegurar a niños y jóvenes desposeídos un futuro y una alternativa para su vida”.
Hoy celebramos a...