Apertura de la reproducción asistida a parejas de mujeres y a mujeres solteras, revisión de la filiación en Francia, marco flexible para la investigación con el embrión… El proyecto de ley bioética que se debate actualmente por última vez en la Asamblea Nacional francesa debería adoptarse definitivamente a finales del mes de junio, según ha anunciado el Gobierno francés. Una fecha tope que se acompaña de la urgencia de los obispos por alertar, una vez más, sobre los peligros de este texto.
“Una vez más, la ley pretende autorizar nuevas transgresiones dándoles un ‘marco’. Pero un marco que nunca se cumple”, recordaron el miércoles 9 de junio los obispos de Francia después de tres días de concertación. “Inevitablemente, termina por borrarse. Enmarcar es autorizar. La humanidad ha crecido imponiéndose prohibiciones: la prohibición de matar a un inocente, la prohibición del incesto, la prohibición del robo, la prohibición de la violación”.
“Mezclar células humanas y células animales no debe ser simplemente regulado dentro de un marco: aquello que debe estar prohibido, debe estarlo claramente; aquello que puede estar autorizado, debe estarlo claramente también”, recuerdan con precisión. “Eso únicamente es posible en relación con una visión reflexionada de la persona humana y de su filiación. Enmarcar la investigación con embriones cuando esta investigación no será para el beneficio del embrión tratado implica permitir manipular los embriones humanos como un simple material. Es ponerse en una situación de dominio técnico de lo que debería ser un ser humano pleno”.
Y cuidado, precisan los obispos, porque no se trata en absoluto de negar el sufrimiento de las personas que no pueden tener hijos. “Más bien, antes que buscar siempre extender la dominación de los seres humanos sobre sus propios comienzos, nuestros esfuerzos deberían dirigirse en primer lugar a la fraternidad, que es la única que puede dar una acogida duradera a la fragilidad”, indican. “Establecer un proceso de fabricación de niños no resuelve nada. La vida se recibe como un don, un regalo que estamos llamados a transmitir, a compartir con los demás”.