Rezar con los salmos es una guía semanal que te ofrecemos para meditar sobre la Palabra de Dios. Hoy te presentamos el Salmo 116(115).
Se dice que es el salmo que cantó Jesús el día que empezó su Pasión. Un canto que anuncia muerte pero también el triunfo de la vida sobre esta y concluye en la mayor liberación.
El salmista reconoce agradecido que, a pesar de los problemas y dificultades que todo ser humano tiene, quien confía en el Señor se beneficia de sus dones y gracias.
Recibir la copa de la salvación significa ser recipientes abiertos y fecundos de Dios. Para los cristianos significa recibir a Cristo vivo en el don de la Eucaristía.
Y es relevante que el mismo Jesús recibiera esa copa de Dios para darla a sus discípulos y a la humanidad.
Esa copa que en un momento de debilidad humana, pidió que le fuera retirada para inmediatamente después encomendarse ciegamente a la voluntad del Padre, invocando Su nombre.
La alabanza presente en la boca del salmista ante la confianza plena de la fidelidad y protección de Yahvé, hace recordar ese momento duramente oscuro de Jesús pero que se resuelve en el don más grande que el ser humano pudiera recibir: la salvación.
Ante la pregunta ¿con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?, la respuesta es sencilla: abrirse a la voluntad de Dios, recibir su don más preciado y cumplir sus mandamientos, que no son otra cosa que el camino para permanecer en su corazón, recibir su Cielo ya en la tierra y ser feliz.
Texto bíblico: Libreria Editrice Vaticana