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Nueva crisis migratoria entre España y Marruecos

CEUTA

FADEL SENNA / AFP

Salvador Aragonés - publicado el 19/05/21

La “marcha negra” de migrantes hacia Ceuta y Melilla crea un grave conflicto a ambos lados del Estrecho

Las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, dos enclaves en el norte de Marruecos, se encuentran en una gravísima crisis migratoria, después de que más de 8.000 marroquíes, venidos de todas partes del Reino de Marruecos, han entrado en las dos ciudades en solo tres días, especialmente en Ceuta, ciudad con 78.000 habitantes. 

Los habitantes de Ceuta y Melilla aseguran que no es un problema migratorio, sino que se trata de una verdadera “invasión” de marroquíes, especialmente de niños y jóvenes, en las ciudades españolas. Y comparan esta invasión con la que realizó el padre del monarca actual, Hassan II, sobre la posesión española del Sáhara Occidental, en 1975 con una “marcha verde”, aprovechando que se moría el Jefe del Estado español, el general Francisco Franco. Este ya cedió a Marruecos el protectorado del Norte y Sidi-Ifni. 

La principal llegada de los inmigrantes se produjo por mar, en el espigón que separa Ceuta con Marruecos, en la playa de El Tarajal, de Ceuta. Contingentes de la Cruz Roja española, la Guardia Civil y la Policía Nacional, recogían a jóvenes y niños, exhaustos, que llegaban a nado pasando el espigón.  También llegaban por tierra, ante la inacción de la policía marroquí que dejaba pasar a todo el mundo. Lo mismo pasaba en la ciudad de Melilla, aunque en una proporción menor. Se ha llamado la “marcha negra”, o “marcha de los menores”.

La avalancha de inmigrantes marroquíes hizo que España desplegara el ejército y que viajara a Ceuta el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al Ministro del Interior, Fernando Grande-Marlasca.

La crisis ha estallado cuando el líder o secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, de 72 años, fue acogido en un hospital español en Logroño, para curarse de las secuelas de la Covid-19. Marruecos, a través de su embajadora en Madrid, Karima Benyaich, ha dicho que “hay actos que tienen consecuencias”, en relación con Brahim Ghali, buscado por la justicia, también en España, por varios delitos graves cuyas acusaciones proceden de Marruecos. La Justicia española ha actuado, pero el líder del Frente Polisario no quiere firmar la recepción de la cita judicial. 

La opinión pública española está a favor de mantener Ceuta y Melilla, dos ciudades autónomas, con gobierno propio, bajo la soberanía de España. Para este país, Ceuta y Melilla son territorio español, y sus fronteras con Marruecos son frontera del Sur de Europa. No obstante, también se considera si no ha sido un error del gobierno atender en un hospital español al líder saharaui. Alemania lo rechazó, igual que otros países, y se dice: ¿no podría haber ido a Cuba o Venezuela? El gobierno español responde que fue una “decisión humanitaria”.

Por el contrario, La opinión pública marroquí apenas se ha enterado del grave conflicto, pues la prensa, especialmente la prensa oficial, apenas se ha hecho eco de lo que pasaba en las fronteras de Ceuta y Melilla. En estas ciudades ya viven muchos marroquíes con pasaporte español, y no quieren saber nada de ser ciudadanos marroquíes.

En efecto, la pandemia ha azotado a Marruecos y lo ha sumido a una fuerte crisis económica y social. Marruecos cerró, a causa de la Covid-19, las fronteras con Ceuta y Melilla, por donde pasaban decenas de miles de “porteadores” (llevan mercancías de contrabando semi-autorizado), que se han quedado sin sustento. Hay un número incalculable de marroquíes que quieren pasar a países europeos vía España, donde creen encontrar mejores condiciones de vida y más libertad. 

El gobierno de Madrid movió a sus socios europeos y la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Layen, y la Comisaria (ministra) de la Unión Europea, han declarado que la frontera de Ceuta y Melilla con Marruecos “es frontera europea” y por lo tanto que Marruecos se atienda a las consecuencias.  

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha dicho que España garantiza las fronteras con Marruecos con toda firmeza, y que la invasión de marroquíes “es un ataque a la integridad territorial de España”. Y ha decidido la devolución de los migrantes en frio hacia marruecos.

El gobierno español tiene un problema serio con Marruecos. Es un gobierno de coalición entre los socialistas del PSOE y el partido filocomunista de Podemos. Estos últimos son netamente partidarios del Frente Polisario, el enemigo número uno de Marruecos. La izquierda española ha dado muestras desde siempre de sus simpatías con el Frente Polisario, con acogidas de niños, manifestaciones de solidaridad, etc. Podemos no lleva la política exterior ni la de defensa, pero tienen mucha influencia desde el gobierno de Madrid. 

Por su parte, la Conferencia Episcopal española, a través de su Departamento de Migraciones, ha hecho pública una nota en la que “apelando al valor supremo de la vida y la dignidad humana, recuerda que la desesperación y el empobrecimiento de muchas familias y menores no puede ni debe ser utilizado por ningún Estado para instrumentalizar con fines políticos, las legítimas aspiraciones de estas personas”. Y recuerda que se deben salvaguardar “los derechos de las personas migrantes, especialmente de los menores”. Al mismo tiempo “invita a mantener actitudes de convivencia pacífica y reclama a todos los niveles, “la mejor política puesta al servicio del bien común” (Fratelli tutti, 154)”.

La Marcha Verde y la Marcha Negra

Marruecos, a pesar de ser un país con bastante desierto, está muy poblado (tiene 37 millones de habitantes, con una densidad de 73 habitantes por km2) y su nivel de vida es bajo, con una renta per cápita de 9.340 dólares. Su territorio fue una colonia francesa en su mayor parte, con enclaves españoles como Sidi-Ifni, Protectorado de Marruecos (norte del país) y el Sahara Occidental, hoy ocupado por Marruecos.

Los hechos vienen de muy lejos. Vienen desde la “marcha verde” en la que, en 1975 el rey alauita Hassan II puso en la frontera de Marruecos con el Sahara cerca de un millón de marroquíes, que marchaban hacia El-Aaiún, capital del Sahara Occidental. La crisis del territorio del Sahara Occidental terminó con un arreglo dividiendo el territorio entre Marruecos y Mauritania, país fronterizo del sur. 

Sin embargo, los habitantes del territorio del Sahara Occidental, los saharauis, apoyados por Argelia, no quisieron pasar a depender del rey alauita Hassan II y se organizaron en un Frente Popular, que se llamó Frente Polisario, exigiendo la soberanía del territorio. Las Naciones Unidas, para poner fin al conflicto bélico entre Marruecos y el Frente Polisario, acordó, tras un alto al fuego en 1991, que se celebrara un referéndum de autodeterminación en el Sahara Occidental. 

Este referéndum no se celebró por el rey Hasan II, ni ahora tampoco por su hijo Mohamed VI. El territorio hoy está gobernado por Marruecos, pero con una población, la saharaui, que no acepta la soberanía marroquí. Sin embargo, el Frente Polisario, que gobierna a los saharauis, tiene representación en la ONU y en muchas capitales, entre ellas, Madrid. Las hostilidades, en estos 30 años, no han cesado entre Marruecos y el Frente Polisario, que recibe el apoyo de la vecina Argelia. 

Cabe tener en cuenta que el Sahara Occidental tiene unas minas de fosfato, las de mayor producción del mundo, y la reserva más importante de este mineral imprescindible para la humanidad.

Para complicar la situación inestable del Sahara Occidental, el entonces presidente, Donald Trump, reconoció que el Sahara Occidental era soberanía de Marruecos. En el Consejo de Seguridad se opuso Alemania, y Marruecos rompió las relaciones con Berlín, el pasado 2 de marzo de 2021.

Desde el reconocimiento de Estado Unidos de la soberanía marroquí sobre el Sahara, el rey Mohamed VI, uno de los hombres más ricos del mundo, ha basado su política exterior a que todos los países se sumen a la decisión de Estados Unidos y reconozcan su soberanía sobre el Sahara.  

España, desde siempre, ha mantenido su apoyo a la celebración de un referéndum de autodeterminación en el Sahara, tal como acordaron las Naciones Unidas. Por eso tiene un representate diplomático del Frente Polisario en Madrid, igual que otros países europeos. 

El contencioso español sobre Ceuta y Melilla viene de lejos, y está relacionado con el contencioso español sobre Gibraltar. Un día me dijo un embajador británico: “Hablaremos de Gibraltar español cuando España resuelva su contencioso de Ceuta y Melilla con Marruecos”. 

España tiene también algunas islas e islotes (sin vegetación ni habitantes) entre la península y Marruecos en el Mar de Alborán. Hay un islote que Marruecos ocupó, en 2002, con una dotación de la Marina Real de Marruecos, y para resolverlo tuvo que implicarse los Estados Unidos, y las tropas españolas desalojaron la isla.

La acción de Marruecos no ha salido bien, pero es solo un alto en el camino. Y es lamentable, como dicen los obispos españoles, que un gobierno utilice a  niños y adolescentes jugándose sus vidas en favor de una expansión territorial de Marruecos.

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