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¿Es el rap la nueva lengua de Dios?

GRILEX

@grilexmusic

Vidal Arranz - publicado el 14/05/21

Grilex: “Si Jesús viniera hoy al mundo, sería rapero”

¿Es el rap la nueva lengua de Dios? Bueno, no la única, desde luego, pero hay pruebas de que, de un tiempo a esta parte, la habla bastante bien.

El pasado sábado pudo comprobarse en Valladolid. Cientos de niños, adolescentes y jóvenes se reunieron para escuchar a Guillermo Esteban, Grilex, un rapero que les habla de fe.

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A veces, impulsado por la energía de sus 26 años, lo hace brincando y ‘rabiando’ contra las mentiras y los demonios del mundo. Pero en otras ocasiones todo se para y habla, desde su corazón, de sus heridas, su conversión, y de cómo Dios transformó su vida a través de su amor y su misericordia. “Grilex era una persona rota, que no valía nada, a la que Cristo rehabilita y habilita para transmitir su mensaje. Soy muy afortunado”.

Grilex lo tiene claro: “Si Jesús viniera hoy al mundo, sería rapero”. Tiene cierta lógica. El rap es, de hecho, la música que otorga más peso al texto, a la palabra, aunque normalmente se use para lanzar mensajes más rabiosos que constructivos. Grilex no renuncia a nadar en las dos orillas.

Por un lado, en temas como ‘Sigo mi camino’ o ‘Aprende a valorarte’ -que como todos los suyos pueden verse en YouTube o en plataformas digitales- hace un rap más próximo al pop, más melódico, lo que le permite lanzar sus mensajes más en positivo. Pero también la rabia del rap le vale.

Y si en su origen sirvió para protestar contra la pobreza y la exclusión, hoy puede usarse para atacar otras miserias y mentiras. “También hace falta decir las verdades con dureza, dando un golpe encima en la mesa”, resalta.

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El rap permite, además, llegar a otros entornos sociales, más marginales y necesitados.

Grilex ha decidido jugar en esa liga y, para hacerlo, acude con la credibilidad que le da ser un rapero ‘auténtico’, con rabia y pegada, no sólo uno blandito que habla de amor, aunque también lo haga. “Se trata de ofrecer una música trascendente, pero con ritmos y sonidos muy urbanos”, explica.

“El tono desafiante hace que los mensajes lleguen al mundo del rap de un modo que les descoloca un montón”, confiesa, satisfecho. Y es que parece uno de los suyos, pero no del todo. Aunque el canto es fiero, habla de otras cosas. “Cada palabra que suelto es una bala que llega a tu alma cambiando tu vida. No quiero ser el mismo rapero que habla mentiras con sus melodías”, proclama en su canción ‘Venid a odiarme’.

Los más entrados en años no podemos menos que admitir que la combinación de rap y fe todavía nos desconcierta. Pero no debería, porque de unos años para acá son legión los intérpretes o grupos, en inglés o en castellano, en América o en España, que hablan de Dios a ritmo de hip hop.

El de más pegada, Redimi2, con decenas de millones de visualizaciones de sus videos, pero también NFTW, Rubinski o Mbassa destacan entre los raperos actuales. El último ejemplo destacado ha sido Kanye West, una auténtica estrella mundial del rap que en 2019 no tuvo reparo en publicar ‘Jesús is king’ (Jesús reina), un álbum de temática confesional. Pero también a través de danzas urbanas se hace presente el mensaje de Cristo, como también pudo verse en Valladolid con el vitalista trabajo del colectivo cristiano de matriz protestante Impact Spain.

Llegar más allá, a los que ni siquiera saben que tienen sed. Para Grilex esto es lo más importante, porque, aunque comunicar su mensaje a los católicos o a los cristianos sea valioso, “ellos ya están bien acompañados”. Por eso cree que el verdadero desafío es acercarse a los que están fuera. Y, para ello, el rap puede ser un buen cauce. “Si nosotros no avanzamos hacia toda esa gente ajena a la Iglesia que está sedienta de Cristo, ¿quién lo hará?”.

Coherente con esa idea, Grilex se ha dedicado en los últimos dos años a acercarse a ambientes marginales, donde reinan las drogas o la prostitución. “Sobre todo se trata de construir puentes. Y, si despierto la curiosidad en alguien, remitirlo a personas más preparadas que yo para que le acompañen en su proceso. El referente es Dios, no Grilex, que es humano y falla”.

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En su tema ‘Kenosis’ (palabra cristiana que remite al vaciamiento espiritual) escenifica una lucha en la que el bien triunfa, pero no sin desgarro interior. La idea de batalla es recurrente en sus temas: “Sigo en la guerra, luchando fuerte, muchas serpientes, mucho veneno, mucha inconsciencia”. El rap cristiano libra una pelea sin cuartel contra las tentaciones y mentiras del mundo.

La historia de Grilex, que no por casualidad es hoy uno de los raperos católicos españoles más conocidos, es peculiar. Sobre todo, porque su conversión se produjo cuando ya se había hecho un nombre en el seno del rap oscuro y violento.

Nacido en una familia católica, a los 17 años rompe con la Iglesia, enfadado por la enfermedad grave de un amigo, y se hunde en una etapa de profunda oscuridad. El rap parece ideal para exorcizar su rabia y sus demonios y revestir de una falsa épica una soledad vacía. “Cuando te mueves en la oscuridad tratas con cosas que anestesian tu corazón y te conviertes en una persona tóxica. Me sentía un muerto en vida, por eso me daba igual causar daño o insultar”, recuerda Guillermo Esteban. “Siempre es más fácil regodearte en la oscuridad que levantarte y ponerte en camino. Al final, hacer el mal es mucho más fácil que hacer el bien”.

Los episodios de oscuridad, aquellos en los que el hombre toca fondo, son con frecuencia oportunidades para el encuentro con Dios. “Allí donde abunda el pecado sobreabunda la gracia”, recuerda el rapero madrileño, citando la Carta a los Romanos de San Pablo.

Cuando una persona descubre eso en carne propia se produce la conversión. Grilex lo vivió y lo expresa gráficamente con un vivo y repentino ‘¡boom!’ que sacude la conversación.

Pero para llegar ahí hizo falta la mediación de un ángel. Siempre hacen falta ángeles. En el caso de Grilex fue su madre. “Veía con preocupación la deriva de mi vida, pero yo no se lo ponía fácil. Mi truco era irme de casa muy pronto y volver muy tarde, así mis padres no tenían margen de maniobra”, recuerda.

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Pero un día su madre le convenció para ir a misa con ella. “No sé cómo lo hizo, pero las madres tienen un poder especial”, recuerda. El primer paso fue tomar conciencia de que estaba roto y decidir que no le gustaba esa forma de vivir. A partir de ahí fueron llegando los cambios. “La sanación no se produce de un día para otro, sino mediante un acompañamiento en el que te sientes amado”.

En un momento dado, él, que se había ganado fama en el mundo del rap como un rapero malote y violento, decidió que su música debía ir en paralelo con la revelación que había recibido. Y se presentó a su productor con un tema, ‘Te pido’, explícitamente religioso.

“Por supuesto su primera reacción fue un rotundo ‘no”, recuerda. Pero tras horas de conversación le convenció y el tema salió adelante. “No fue fácil”, recuerda. “Cuando decides seguir al Señor hay una crisis. El demonio existe y, cuando inicias el camino de la fe, se comporta como un perro rabioso. No puede hacerte nada, porque está encadenado, pero ladra fuerte y mete miedo”, reconoce el rapero madrileño. “No es un camino fácil. La identidad del cristiano es la cruz. Dios no prometió la felicidad”.

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En coherencia con esto, Grilex no sólo predica fe, amor y misericordia, sino también rebeldía. “Muchos cristianos, pocos rebeldes”, se lamenta en su tema ‘Venid a odiarme’. E invita a nadar contracorriente y a dejar huella. “Seremos luz, con nuestra cruz, en las tinieblas y si intentan detenernos remaremos con más fuerza”, anuncia, para enunciar un propósito de vida: “No somos superhéroes, pero dejaremos huella; pendiente queda”.

Dios no garantiza la felicidad, pero lo que sí concede a menudo es la alegría, la luz interior, y eso también lo ha experimentado Grilex. En un video como ‘Sigo mi camino’ ese optimismo vital, desenfadado, y hasta insolente, se muestra desbordante. Pero no se engaña. “Es verdad que hay alegría, pero somos humanos, y todos tenemos momentos de tristeza también. Dios nos da un horizonte de esperanza, pero somos débiles. Lo importante es saber que Él está siempre con nosotros, incluso cuando caemos y fallamos, y que todo tendrá finalmente un significado”.

Algo que hace de Grilex un comunicador especialmente eficaz es su capacidad para conectar con un sentimiento generacional de desarraigo y desorientación. “Somos los hijos de una generación rota; no tuvimos un camino que enseñe las buenas cosas”, canta en uno de sus temas. Y en sus conciertos se lo dice al público con claridad: “Los jóvenes no estamos perdidos, sólo desorientados”. Los que le escucharon en Valladolid, como los de otras partes, captaron el mensaje. Y los gritos de “¡Cristo vive!”, “¡Cristo vive!”, que salpicaron el concierto, eran tanto una proclamación de fe como una confesión de sed que necesita ser saciada.

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