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Metro de México: Esta tragedia pudo haberse evitado

MEXICO

Gerardo Vieyra / NurPhoto via AFP

Jaime Septién - publicado el 11/05/21

Voces de la tragedia que sumió en el dolor a todo un país: Negligencia, impunidad y ahora muertos

Como tantas otras obras en la Ciudad de México (CDMX), la “Línea dorada” del Metro capitalino, la tristemente célebre Línea 12, fue hecha al vapor, con contratos amañados, con materiales de poca resistencia. Hecha para “ganar la foto” en los medios, para cortar el listón, para darse coba.

Y el pasado lunes tres de mayo, cuando gran cantidad de trabajadores de la construcción celebraban el día de la Santa Cruz (en México es costumbre que sea “el día de los albañiles puesto que en todas las obras en construcción colocan una cruz) la “Línea dorada” simplemente colapsó.

El resultado de la negligencia y de la impunidad es, hasta ahora, 25 personas muertas y 75 personas heridas. Muy próximo a llegar el convoy a la estación elevada de Los Olivos, en la alcaldía de Tláhuac, un puente cedió y dos vagones del Metro se vinieron abajo, quedando en forma de “V” entre dos pilotes.

“Le di gracias a Dios”

Poco a poco, a medida que van pudiendo hablar sobrevivientes y testigos de este accidente –más bien, de este crimen producto de la dejadez con que se conducen muchas autoridades políticas de la capital del país—surgen las historias de vida, como la de Enrique Bonilla.

Como todos los días, Bonilla regresaba de su trabajo en el tren de la Línea 12. Iba a bajar en la estación de Los Olivos, cuando oyó un fuerte golpe y el vagón en el que viajaba se deslizó, velozmente hacia abajo. Él pudo detenerse y dejar de formar parte de la montaña humana que se apiñó al fondo del vagón tomándose fuertemente un tubo.

Tras unos minutos de horror en los que los gritos de socorro y de dolor no dejaban de taladrar sus oídos, vecinos de la zona, con una escalera y un martillo, lograron abrir la ventana por la cual pudo salir sano y salvo Bonilla. No fue lo mismo para muchas otras personas que viajaban con él.

“Yo quería gritar, correr, pero cuando vi a otras personas que estaban debajo de unos carros. Créame que me ganó el sentimiento y le di gracias a Dios que había vuelto a nacer, a vivir. Y comencé a llorar. Créame que esto es algo que se queda en la cabeza. Y no, no es fácil, no es fácil”, dijo Bonilla a CNN.

No llegó a abrazar a sus padres

Las hermanas Nancy y Tania Lezama no corrieron con la misma suerte de Bonilla. Sus padres las esperaban en la estación de Los Olivos (la Línea 12 corre del oriente al poniente de la Ciudad de México, por las zonas más pobres de la megalópolis) como todos los días que regresaban, por la noche, de estudiar.

Nancy murió en el accidente y Tania ha quedado con lesiones que, aún no han sido completamente diagnosticadas dada la falta de atención que han mostrado tanto las autoridades de la alcaldía de Tláhuac como las autoridades capitalinas, más empeñadas en anunciar investigaciones y peritajes cuyos resultados estarán en un par de meses listos, que en atender a las víctimas y a sus familias.

El calvario de la familia Lezama no solo consistió en el enterarse de la muerte de Nancy o en las lesiones de Tania: también acaeció por no poder hallar el cuerpo de Nancy y un lugar adecuado donde pudiera atender el maltrecho cuerpo de Tania.

Una prima suya, Adriana Martínez, aseguró a los medios de comunicación que han ido en busca de los testimonios de la tragedia, que “pasaron horas” para ubicar el cuerpo de su prima Nancy y que la familia vivió “un viacrucis para poder conseguir un hospital donde pudieran atender debidamente las lesiones de Tania”.

Contra advertencias no hay engaños

Desde que se comenzó a construir en 2007 y más aún, cuando se puso en marcha en 2010, los reclamos contra esta Línea del Metro capitalino (la más reciente que se ha construido en el sistema Metro que mueve diariamente a 4.6 millones de personas) las advertencias y las fallas estructurales ofrecidas por medios de comunicación y ciudadanos de a pie, no han faltado.

Lo que sí ha faltado es atención por parte de quienes manejan este sistema de transporte y de los sucesivos gobiernos de izquierda que, desde 1997, lideran las preferencias electorales de la capital del país. Las denuncias sobre el endeble estado de la estructura que sostiene a este tren elevado se agudizaron tras el temblor que volvió a sacudir a la CDMX en 2017.

El deterioro de las columnas donde colapsó el convoy de la muerte era patente a simple vista. Pero nadie hizo nada. Como se suele decir en México. “ahogado el niño se tapa el pozo”: el Gobierno de CDMX, encabezado por Claudia Sheimbaun, anunció la contratación de dos empresas internacionales que harán “los peritajes correspondientes”.

Mientras tanto, Tláhuac continúa enterrando a sus muertos y la lucha electoral por el Congreso Federal y las alcaldías de la CDMX (el 6 de junio próximo) sigue su marcha, con un pretexto político más para denostar o para ignorar al adversario, no para consolar a las familias de las víctimas. Eso –como es costumbre– le queda a la Iglesia…

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