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Escuché una vez a un sacerdote que defendía como el peor momento de la Pasión del Señor, sin lugar a dudas: la Oración en el Huerto.
No estaba pasando nada pero ya estaba pasando todo. Llegando incluso a sudar sangre. Algo conocido por la ciencia cómo “la hidrólisis".
Un estado que se puede dar en las personas cuando alcanzan una intensa angustia que eleva el estrés al límite, causando la rotura de los pequeños vasos sanguíneos que hay debajo de la piel.
Descrito así parece imposible hacernos una idea de cómo se podía sentir Jesucristo mientras mirando al cielo pedía su padre: "Aparta de mí este cáliz…”.
Pero aunque sea difícil volver a 2021 años atrás, sí podemos reconocer “nuestro huerto de los olivos particular”.
Todos hemos pasado o vamos a pasar por la sala de espera de una prueba diagnóstica.
Y será probablemente, en ese momento mientras esperamos los resultados, donde tengamos ese rato de sincera e intensa oración. Pidiendo también lo que antes había pedido Jesucristo: "Aparta de mí este cáliz…”.
Siempre he pensado que después de las iglesias, son las salas de espera de las consultas, de los hospitales, los lugares donde con más intensidad y más facilidad se habla con Dios.
Cuando estás en esos momentos deseas que pasen rápido, que vuelva la vida a su estado natural donde te permite soñar y tener ilusiones, que probablemente no se cumplirán, pero que todavía te puedes permitir soñarlas.
En tu huerto de los olivos, (cuando esperas resultados) el miedo y la incertidumbre no dejan espacio para la ilusión.
Son momentos donde solo se quiere escapar, huir hacia delante.
Pero cuando estemos en esos casos, cuando nos encontremos en nuestro Getsemaní particular, tenemos que concentrarnos en sacarle partido, monetizar espiritualmente esas situaciones.
Cuando estemos en nuestro huerto de olivos particular, lo primero que tenemos que hacer es ofrecer, darle al botón de: “para Ti, Señor”.
Si no le das al botón, esos momentos no quedarán registrados, no puntuarán. Cierra los ojos y dale al botón.
Pero también puedes hacer algo más... ¿Te acuerdas cuando se daba de comer a los niños pequeños y la motivación para que siguiese tomando la papilla era, una por papá, otra por mamá, otra por el hermanito…? Podemos ofrecer nuestros sufrimientos por otras personas.
Eso quiere decir que los sufrimientos generados por “el no saber si es benigno” se convierten en oro puro espiritual, para esa persona que tanto te preocupa, a la que tanto quieres.
Así que dale al botón del “para ti” al mismo tiempo que presionas la tecla “por___”, piensa en esa persona a la que tanto quieres beneficiar . Presionar simultáneamente esas dos teclas te será más útil que tocar a la vez AltGr-2.
El mismo Jesucristo le dijo a santa Faustina Kowalska:
Acuérdate de todos los tuyos: tu marido, tu mujer, ese hijo... ofrece por ellos esos tiempos de espera, esos minutos...
Sácale todo el crédito a estos días donde parece que la vida no sabe a papilla, sabe a despedida.
Días largos, pesados que aunque no nos gusten nos llevan por el buen camino... cuando más débiles somos, más fuerte actúa Él.
El único peligro espiritual que puedes padecer esos días es sucumbir a la tentación de quitar las acciones que teníamos invertidas en "la confianza en Dios”.
Pero todo lo contrario, es la hora de poner toda la carne en el asador, todas las acciones que tienes, sin reservas, en su casilla.
Así tocando las mencionadas teclas e invirtiendo todas nuestras acciones a: “Confío en ti”, cuando estemos en nuestro Getsemaní particular, tendremos las gracias, seremos capaces de terminar la frase como la terminó Él: