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Migración centroamericana: Un reto y una oportunidad para todos

HONDURAS

Oscar Leiva/Silverlight | CRS

Inma Álvarez - publicado el 03/05/21

Entrevista a Conor Walsh, director de Catholic Relief Services en Honduras

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El cambio – mejor, la crisis climática – es una de las causas de las oleadas migratorias desde Centroamérica hacia el norte del continente. Lo explica a Aleteia Conor Walsh, director de Catholic Relief Services en Honduras.

Ante la reciente celebración del Día de la Tierra y de la Cumbre sobre el Cambio Climático convocada por la actual administración americana, Walsh analiza la situación de la región, mostrando que existe un camino, más difícil y comprometido, pero más justo y humano que sencillamente contener a los migrantes por la fuerza.

Actuar sobre las causas ayudando a las poblaciones locales a adaptarse al cambio climático para no tener que verse obligadas a emigrar es la única solución sostenible a largo plazo, aunque los resultados no sean visibles de inmediato. Es la actuación que las agencias de ayuda al desarrollo como CRS llevan a cabo en la zona, como nos explica él mismo en esta entrevista.

– ¿Cuáles son las labores que está realizando actualmente el Catholic Relief Servives en Centroamérica actualmente?

El programa del CRS ya lleva décadas aquí en Centroamérica. Hemos estado siempre trabajando para aliviar las causas de la pobreza y de la alta vulnerabilidad, que por desgracia afecta a un alto porcentaje de la población.

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Estamos trabajando en diversos sectores. Uno es la agricultura sostenible, otro es la educación. También trabajamos con el sector de jóvenes, la llamada nueva generación, ofreciéndoles oportunidades de empleo. Finalmente, también el tema del agua es clave, en todos los países centroamericanos es fundamental para todos los aspectos de nuestro trabajo.

Trabajamos en diversas zonas del país en Honduras, y también en Guatemala, en el Salvador y en Nicaragua. Nos concentramos en el llamado «corredor seco», es la zona que pasa de México hasta Costa Rica, donde cae menos lluvia. Allí, la mayoría de la población vive de la agricultura de subsistencia, la agricultura de secano, que depende de las lluvias. Y esto ha sido muy problemático en los últimos años, debido a la frecuencia de sequías y de las tormentas tropicales que han afectado a la zona últimamente.

– Desde el CRS se ha alertado alertado sobre la trascendencia que el cambio climático está teniendo para Centroamérica. ¿Cómo está afectando de manera concreta?

Sí, de hecho la semana pasada celebramos el Día mundial de la Tierra y la cumbre sobre el cambio climático convocada por la nueva administración en Washington.

Nosotros también celebramos ese evento porque sabemos que el efecto del cambio climático no es algo que tememos que vaya a suceder en el futuro, sino que es algo que está viviendo ya la población en Centroamérica.

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Hoy mismo estamos experimentando los efectos de las prolongadas sequías. En Honduras, por ejemplo, en los últimos seis años hemos tenido prácticamente cuatro sequías seguidas. El año 2019 fue un año muy fuerte de sequía e incendios forestales.

Ni siquiera hablamos ya de cambio climático: ya es una crisis climática, porque los efectos son hoy son reales y son muy profundos y afectan prácticamente a todos los aspectos del trabajo y de la vida de los hondureños y centroamericanos en general.

Mencioné la sequía: la sequía produce una reducción en la productividad de los suelos. Obviamente los pequeños productores sufren una disminución en sus rendimientos. Pero, además de los efectos inmediatos, también conlleva una degradación de los suelos, porque los suelos secos no contienen la materia orgánica que necesitan para ser saludables y nutricionales.

Y además, no permiten la infiltración de las lluvias. Entonces cuando vienen las lluvias, cada vez más intensas, las aguas no logran penetrar el suelo, se escurren y producen inundaciones y deslizamientos y una mayor degradación de los suelos. Estamos ante un círculo vicioso que produce cada vez más inseguridad alimentaria, y en consecuencia, migración, primero del campo a la ciudades, y luego de la ciudades a los países del norte.

Entonces, no nos debe sorprender ver esas olas nuevas migratorias en los últimos meses: para nosotros ha sido un proceso que comenzó hace años. Y va a seguir sucediendo hasta que se enfrente la realidad del cambio climático y del impacto que tiene en la vida de los hondureños y demás centroamericanos.

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– Esas causas del cambio climático ¿son externas a Centroamérica? Es decir, ¿son causadas por acciones directas en estos países, o simplemente es un fenómeno global que está afectando especialmente a la zona?

Definitivamente Honduras tiene sus problemas locales, como la deforestación, que contribuyen a la degradación de los suelos. Pero viendo las cifras científicas, se comprueba fácilmente que el 99 % del efecto del cambio climático se debe a acciones fuera de Honduras.

Y esa es la gran tragedia: En el mundo entero vemos que los países más vulnerables y más empobrecidos, y que menos responsabilidad tienen por el cambio climático, están sufriendo más sus consecuencias.

Es verdad que hoy también los países del norte están viendo cada vez más inundaciones, con el aumento en los niveles del mar en la zonas costeras, más tornados y otros fenómenos climáticos extremos. Pero realmente, el impacto es más fuerte en los países pobres porque la población es muy vulnerable y los gobiernos tienen muy poca posibilidad de atender a sus necesidades inmediatas y de prevenir.

Entonces, el punto es que los países pobres están sufriendo las consecuencias de un problema que no han causado ellos, sino los países industrializados el norte y de otras partes del mundo.

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– La administración americana anunciado que va a dar una ayuda de 4.000 millones de dólares a Centroamérica. Sin embargo, en The Conversation, el expresidente de Costa Rica Luis Guillermo Solís decía que dar dinero no es suficiente sin una reconstrucción del tejido social, una lucha contra la corrupción, una estabilidad institucional, etc. ¿Qué opinan al respecto?

Pienso que hay que verlo de dos formas: Sí la ayuda es importante, sí es necesaria, e incluso obligatoria. Porque vemos que muchas de las causas del empobrecimiento que hay en Centroamérica tienen su historia, vinculada a políticas injustas que se han implementado con el apoyo del gobierno de Estados Unidos en años anteriores. Esto es innegable; es parte de la historia.

Entonces, la ayuda como tal es importante, pero también lo es como se usa y se dirige. En años recientes vimos la congelación de la ayuda por parte de la administración anterior, y eso no ha tenido el efecto deseado. Supuestamente era para frenar la migración; sin embargo, con el congelamiento y la interrupción de los proyectos de desarrollo en Honduras vimos que, al contrario, el proceso de migración se aceleró.

Y eso es un indicador de que la ayuda sí puede tener un impacto, si está dirigida a las causas. Por ello aplaudimos la posición de la administración actual, cuando dice que quiere trabajar las causas de la migración.

Ahora bien hay proyectos que apoyan actividades económicas que favorecen a pequeños productores, y nosotros estamos muy a favor de este tipo de ayuda. Pero reconocemos que hay causas más profundas todavía sobre la justicia, como usted mencionaba, sobre la distribución de la riqueza y la corrupción. Estos también son temas que afectan el bienestar de las poblaciones.

Y la ayuda internacional puede ser dirigida a trabajar estos temas, pero esto es algo que no se resuelve de un día a otro. Pero los países ricos pueden utilizar su posición para influir en los gobiernos locales en este sentido.

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Por ejemplo, en Honduras había una comisión anticorrupción dirigida por la Organización de Estados Americanos; sin embargo esa misión desapareció el año pasado. Lo mismo ha sucedido en Guatemala, tampoco está funcionando debido a la renuencia de los gobiernos locales a seguir trabajando con estas misiones.

Creo que es muy importante apoyar procesos que combaten la corrupción, porque la corrupción afecta no solo al desarrollo económico, sino también a la esperanza de un futuro mejor. Muchos hondureños que se van del país lo hacen porque piensan que aquí no tienen futuro. Y lo piensan por la falta de empleo, pero también por la falta de confianza en que el Gobierno pueda resolver sus problemas.

– Respecto al problema del agua, usted decía que era uno de los problemas más graves. ¿Qué acciones concretas cree usted que deberían de implementarse en Centroamérica para garantizar el abasto del agua en la región?

El problema del agua se hizo evidente durante las tormentas tropicales que afectaron mucho la zona norte del país. Muchos sistemas de agua fueron destruidos completamente y muchas familias se quedaron sin acceso a agua limpia. Se adoptaron soluciones a corto plazo, como la distribución de filtros de agua y tabletas de cloro, y otros medios para asegurar agua potable.

Sin embargo, para garantizar el abasto de agua a largo plazo hace falta inversión por parte de las autoridades públicas, que tengan acceso a los recursos necesarios.

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Pero hay que tener en cuenta que las prácticas agrícolas sostenibles que mencionaba antes también promueven una buena conservación y uso el agua. Cuando usamos sistemas agroforestales, o sea cultivar granos básicos en combinación con variedades forestales o frutales, podemos crear condiciones en las mismas fincas que conserven el agua gracias a la cobertura vegetal.

Con estas sencillas medidas, se logran crear reservas de agua, y esto nos garantiza acceso al agua a más largo plazo. También se puede plantear la construcción de sistemas de almacenamiento de agua en mini represas o en lagunas. Estos sistemas son bastante sencillos; exigen inversión, eso si.

Pero lo que me da pena, cuando vienen las lluvias finalmente, y veo el agua que se escurre por las montañas y se pierde, cuando es algo que se podría resolver mediante tecnologías bastante sencillas. Todo eso contribuiría a una mayor seguridad y a un suministro de agua a más largo plazo, sobre todo durante las sequías.

– Respecto a la inmigración, se trata de un problema que está sufriendo tanto México como Estados Unidos y Centroamérica. Realmente, si el cambio climático es una de sus causas, ¿no será difícil frenar en el corto plazo la ola migratoria? ¿Qué acciones cree usted que deberían dirigirse para evitar que la gente se vea obligada a emigrar?

Es cierto que los problemas generados por el cambio climático están impulsando la migración, y son problemas grandes. No quiero dar la impresión de que es un problema fácil de resolver.

Pero para mí, la peor reacción sería darse por vencido y decir que esa ola ya no se puede parar actuando en los países de origen, y que lo que tenemos que hacer es poner más restricciones y más muros para evitar la migración.

La respuesta sigue siendo que tenemos que trabajar las causas de la migración, que tienen que ver con el desempleo, la pobreza y la violencia. Para que haya una respuesta a largo plazo, significa que hace falta mucha inversión, y paciencia.

Tenemos que trabajar con estos países, no en un día, o de un año a otro año, sino pensando en un plazo de cinco a 10 años.

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La buena noticia para mí es que sí hay solución. Nosotros por ejemplo, en el CRS, estamos trabajando en el corredor seco con pequeños productores agrícolas que han sufrido todos los efectos del cambio climático. Pero que han podido resolver sus problemas y fortalecer su resiliencia, con prácticas más o menos sencillas: cuidando bien el suelo, usando los rastrojos de las cosechas para evitar la evaporación de la humedad de los suelos y así mejorando la fertilidad y aumentando su producción.

Hemos visto y comprobado con estudios que estos pequeños productores han podido resistir a las sequías mucho mejor que sus vecinos, que seguían utilizando prácticas más convencionales.

Nosotros en el CRS además estamos comprometidos con la sostenibilidad. En la oficina aquí en Tegucigalpa instalamos hace año y medio paneles solares, que generan más de la mitad de la electricidad que consumimos en la oficina y así reducimos un poco el impacto climático de nuestras propias operaciones.

Queremos ser parte de la solución. Para mí este es el mensaje: todos podemos contribuir en algo, todos podemos ayudar a solucionar los problemas; pero no esperemos soluciones de un día a otro: es necesario un compromiso a largo plazo.

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