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Monaguillos, ¿por qué animar a nuestros hijos a este oficio?

ALTAR BOY,
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Miriam Esteban Benito - publicado el 27/04/21 - actualizado el 15/08/25
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La fe se transmite, entre otras cosas, en la compañía, en el servicio y en los pequeños gestos del trato con Dios

Definitivamente existe una gran importancia de transmitir la fe desde la infancia. Si alguien pregunta ¿cómo?, podríamos decir que la fe se transmite, entre otras cosas, en la compañía, en el servicio y en los pequeños gestos del trato con Dios. Por supuesto que influyen muchos factores. Pero, al alcance de todos los niños, hay un oficio precioso para los hijos: ser monaguillos.

Es curioso que todos los que, en la infancia, fueron monaguillos atesoran esa época de su vida con gran agrado y gratitud. Ya lo dijo el Señor: "Dejad que los niños se acerquen a mí" (Mc 10, 14).

Y es que, para un alma, también para la de un niño, no existe nada que produzca más satisfacción que servir sin esperar nada a cambio. ¡Y cómo crece aún más nuestro gozo cuando se trata de servir al mismísimo Dios en el altar! ¡Cómo lo hacen los ángeles en el cielo!

San Tarcisio, patrono de los monaguillos, era un ayudante de apenas once años de los sacerdotes de la Roma del siglo III. Fue martirizado en actitud de servicio y entrega en la Vía Apia cuando unos paganos lo descubrieron mientras llevaba la sagrada comunión a los cristianos encarcelados. Le apedrearon hasta la muerte, pero él no entregó la sagrada comunión.

Pero, ¿por qué animar a nuestros hijos a ser monaguillos?

Niño monaguillo con las campanillas.

"Es una tarea importante, que os permite estar muy cerca del Señor y crecer en una amistad verdadera y profunda con él. Custodiad celosamente esta amistad en vuestro corazón como san Tarsicio, dispuestos a comprometeros, a luchar y a dar la vida para que Jesús llegue a todos los hombres". (Benedicto XVI, 4 de agosto de 2010).

Como padres, la tarea de la educación a los hijos muchas veces nos es ardua y requiere de mucha paciencia y perseverancia. Tal vez sean pocos los padres que verdaderamente se hayan parado a reflexionar sobre las virtudes que sus hijos pueden adquirir a través del servicio de monaguillo. Quizás nos sorprenderíamos al analizar los beneficios que les aporta en su formación personal, espiritual y cultural. ¿Sabes cuáles son?

Beneficios de ser monaguillo

  1. El oficio de monaguillo instruye a los niños en el orden, cuidado y saber estar. Aprenderán a servir poniendo amor y buscando la belleza en los pequeños detalles.
  2. El oficio de monaguillo enseñará a los niños a ser responsables y puntuales. Adquieren desde pequeños sensatez y compromiso con la Santa Misa.
  3. Ya lo dice el refranero popular: si quieres tener un hijo pillo, mételo a monaguillo. Es evidente que todo monaguillo se vuelve diestro y eficaz. Pues si algo falla o falta durante la liturgia son ellos los encargados de resolverlo con habilidad y rapidez.
  4. El oficio de monaguillo fomenta el compañerismo entre los niños. Aprenderán a compartir y distribuir las tareas. Los más mayores enseñarán y guiarán a los monaguillos más pequeños.
  5. El oficio de monaguillo instruye a los niños en la liturgia y en la rica cultura de la Iglesia.
  6. El oficio de monaguillo hace crecer en la piedad (participación en la oración) y en la fortaleza (entrega física y espiritual).
  7. El oficio de monaguillo enseña desde pequeño a amar, reverenciar y alabar a Dios.

Camino de fe

Por tanto, si tienes cerca a algún monaguillo, colabora a que se sienta orgulloso de lo que hace, reza por él. Ayúdale para que aprenda poco a poco a convertir sus acciones en oraciones y crezca en su camino de fe.

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