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¿Cómo una persona puede guiar a otra?

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Carlos Padilla Esteban - publicado el 26/04/21

El buen pastor es Jesús, Él cambia la vida, pero también una persona puede de alguna manera ayudar a otra en el camino, mira cómo

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Jesús es el buen Pastor que da la vida por sus ovejas:

«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas».

Miro a Jesús como el buen Pastor y no me canso de hacerlo. Vuelvo a sentir que tengo un pastor y lo necesito para no convertirme en una oveja perdida sin pastor, como me pasa a menudo, cuando dejo de mirarle a Él caminando sobre mis aguas revueltas.

Pierdo de vista sus ojos y me hundo y le grito que me salve. Mirar al pastor es el camino que necesito seguir.

Con un referente

JEZUS

Tengo un pastor, un referente delante de mis pasos. Alguien a quien seguir en esta vida lleno de confianza.

Estoy donde estoy ahora porque Él me ha llamado para vivir a su lado. Él es mi pastor y no quiero olvidarme de esa presencia que salva mi vida.

Es Él quien me pone en mi lugar y calma mis miedos sobre todo cuando el mañana, envuelto en futuribles, parece turbar mi ánimo.

Él conoce mi voz y me llama por mi nombre. Sabe lo que me ocurre y ha visto todas mis heridas.

Me gusta este rasgo del pastor. Siempre conoce lo que hay en mi corazón.

Percibir lo que ocurre en el interior de la persona

Hay algunas personas en mi vida a las que les basta con mirarme para saber lo que me está pasando.

Hay otras para las que soy un enigma aunque intente explicarles lo que estoy viviendo. No lo ven.

Pero los más cercanos, los que conocen mi alma, esos sí perciben mis mareas interiores.

Así es el Pastor, así es Jesús, así lo fue cuando caminó entre los hombres. Miraba a los ojos y veía el corazón, el alma, lo más profundo.

Conocer el nombre y el alma

MATKA Z CÓRKĄ

Me gusta pensar que cuando soy más fecundo es cuando más y mejor conozco el nombre y el alma de mis ovejas, de aquellos que se me han confiado en el camino y han encontrado un hogar en mi alma. Cuando miro a los ojos de los que se abren y sé lo que están viviendo.

No me detengo en sus éxitos, en sus logros, en la apariencia luminosa de sus vidas.

No me quedo en la superficie. Inmediatamente sé lo que bulle en su interior. Reconozco con claridad cuáles son sus miedos y dolores.

Y entonces la paternidad del pastor se vuelve fecunda. Decía el padre José Kentenich:

«El Buen Pastor da sus vidas por sus ovejas. La eternidad mostrará alguna vez cuán grande y variado es el número de aquellos que pude guiar a través de tales escollos, hacia la plena libertad de los hijos de Dios, hacia el monte de la perfección«.

Salir a buscar a quien se fue

WALK

Así es el alma de Pastor de Jesús cuando toma sobre sus hombros a la oveja herida y perdida y la lleva de vuelta a casa.

Así quiere ser mi vida. La vida de un pastor que sale a buscar la oveja perdida. La llama por su nombre, la busca inquieto por los caminos porque sabe que puede estar herida.

Es la mirada que no se queda tranquila contemplando a los que cumplen y descansan a los pies de Dios.

Sale a buscar a los que están más lejos y perdidos. A los que no tienen hogar y viven sin rumbo.

Sale a rescatar a los que claman en medio del mar revuelto por una mano que los saque de la furia de las aguas.

Así es el Pastor que salva mi vida y así me gustaría ser a mí. Quisiera ir a buscar al perdido, al herido y hacer como hace Jesús.

Tratar con cariño y sanar

OLD FATHER, DAUGHTER

Él me trata con cariño y dulzura y sana mis dolencias más hondas. Él sabe cómo hacerlo para que se calme todo en mi interior.

Me gusta la voz del pastor que se detiene el tiempo necesario para que me sienta en casa. Me llama cuando me alejo para que me vuelva y regrese a su lado.

Así es mi voz que llega a los que están más lejos. A los que no se sienten amados por la misma Iglesia. A los que han experimentado el desprecio y la condena.

Me gustaría ser ese pastor solícito, valiente, que no pierde el tiempo esperando en el redil a que vuelva a la oveja a casa. Puede que nunca lo haga.

Y yo veo que necesito salir del redil cerrado donde yo mismo estoy seguro para arriesgar mi vida por los que la están perdiendo en medio de las olas.

El pastor escucha y mira a los ojos. No tiene un discurso aprendido para cada oveja. No tiene respuestas sacadas de los libros, no las ha leído.

Respetar

PLANTING

Simplemente se detiene ante cada uno con asombro sin pretender conocerlo todo. Y ahí, escuchando con calma, aprende el sentido oculto de la vida.

Descubre que las cosas importantes suceden en el silencio. Y lo más sagrado de cada uno se esconde en un rincón oculto donde sólo Dios entra acercándose de rodillas.

Yo no tengo derecho a entrar. Sólo estoy en medio del camino esperando a hacer esa misma pregunta de Jesús a los discípulos camino a Emaús: «¿De qué vais conversando?».

Todo lo demás no depende de mí, yo sólo me pongo a su altura, a su paso. Lo demás no se puede forzar y hay que contemplarlo como un misterio inmenso que supera mi sabiduría.

Humildad

MAN,PRAYING,CHURCH

No me creo salvador de nadie. Y sé que mis respuestas no ayudan. Sólo pueden ser un eslabón que ayude a recomponer una cadena rota. Sólo un golpe de aire que ayude a poner en marcha las velas de su barca.

No me atribuyo el éxito de cambiar la vida de nadie, porque no creo haberlo hecho nunca.

Pero sé que los pastores, tal vez por un tiempo, logran que algunas ovejas vuelvan a casa, se sanen, se sientan amadas o escuchadas y puedan decir que han visto a Dios en el camino con forma de hombre.

Es todo un misterio y algo sagrado que yo como pastor contemplo y como oveja vivo.

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