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Miguel Dao: un policía de la mano de Dios

MIGUEL DAO

@mdaodao

Macky Arenas - publicado el 22/04/21

El relato sorprendente de un investigador criminal con rostro humano y fe desde siempre

Ser policía, dedicarse al árido oficio de investigador criminal y llegar al más alto nivel en un país turbulento no es cosa fácil. Más bien es vivir retando al peligro.

Fue –y de alguna manera sigue siendo- la vida de Miguel Dao, un personaje de novela cuando repasamos su trayecto, repleto de episodios donde se puso a prueba su valor, su pericia y, sobre todo, su profunda y sostenida fe de creyente católico.

En su perfil de tuiter se lee: “Familia, educación y principios, sin duda resultan la clave para convivir en un mundo mejor”.

Aceptó amablemente conversar con Aleteia, en compañía de su esposa.

Una familia con varios santos en su haber

Miguel es tío- abuelo de Carlo Acutis, el joven que ha llegado a los altares y hoy es patrón de internet por su intensa evangelización a través de las redes sociales. Está casado con una hermana de la abuela de Carlo que se llama Rosa. Son su familia venezolana.

Miguel conoció a su esposa practicando paracaidismo. Ella era su instructora, una deportista muy activa que hoy tiene un récord de más de 2.000 saltos y varios campeonatos internacionales ganados.

Ella nos dice: “Nuestra familia tiene otros santos. Mucha gente no lo sabe, pero Santa Caterina fue prima hermana de mi padre, Bennino Volpicelli”. Se refiere a Catalina Volpicelli o Caterina Volpicelli, quien fue una religiosa católica italiana, fundadora de la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón, venerada como santa en la Iglesia Católica.

“Mi hija mayor se llama Caterina por ella. Pero papá me contó que en nuestra familia había varios santos, no solamente Santa Caterina. Como siempre vivimos tan distantes geográficamente jamás supimos la historia completa. Ahora con Carlo Acutis, mi sobrino-nieto, comenzamos a enterarnos de que habían más santos. Es más –precisa- el papá de Carlo también tenía una tía santa”.

Preguntamos a Miguel sobre su familia y riendo con ganas dice: “Imagínate, mi familia cien por ciento árabe! (sus apellidos son Dao Dao) Estoy santificado con la familia de mi esposa. Algo se me tiene que pegar!”.

Y agrega, ahora en serio: “Carlo tiene santos en su familia tanto por su padre como por su madre”.

Carlo sigue intercediendo por milagros, pero no están debidamente documentados. “Se sabe de dos en Brasil que están bajo investigación pero la pandemia ha complicado las cosas”, revela Rosa. “El caso es un niño que tuvo un accidente y quedó descerebrado. Los médicos diagnosticaron muerte cerebral. Su padre comenzó a pedir a Carlo Acutis, el muchacho recobró sus funciones y hoy es normal. Es uno de sus nuevos milagros porque parece que hubo más”.

Secuestran a su tío y se hace policía

La vocación de Miguel era convertirse en abogado, lo cual logró. Pero llegó a la policía con motivo del secuestro (febrero 1971) de su tío. Iba camino al banco donde trabajaba, cuando lo interceptaron y se lo llevaron.

El responsable fue el conocido como Grupo Bandera Roja, para entonces recién constituido. Un grupo de izquierda que tenía por comandante al famoso guerrillero Carlos Betancourt, alias “Jerónimo”, disidente de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional.

Este no se acogió a la política del pacificación del gobierno de Rafael Caldera, política iniciada y encaminada por su antecesor el presidente Raúl Leoni. Los presidentes democráticos buscaban con ella que los subversivos depusieran sus armas y tomaran el sendero constitucional y democrático.

A su tío lo secuestran para pedir rescate, por dinero. Los Dao son una familia numerosa, trabajadora y próspera que procede del Líbano, católicos maronitas, que llevan generaciones siendo venezolanos. Hoy, como tantos apellidos libaneses afincados en el país, son más criollos que la arepa.

A Miguel le tocó estudiar un tiempo en el Líbano y regresar a Venezuela, donde se educó con los padres de La Salle en la provincia -una primera etapa- y luego con los jesuitas en Caracas. Su familia se dedicó a líneas de negocios que van desde el comercio hasta la banca.

Enrique, el tío secuestrado, no era de los más adinerados, “era apenas un gerente en el banco – explica- aunque era médico y ejercía como tal. Lo confundieron porque en la lista de accionistas figuraba un E. Dao, uno muy importante para la época. Era Eduardo Dao. Pero a quien secuestran es a Enrique, accionista minoritario. Estaban errados pero ello significó para el grupo terrorista el financiamiento de sus operaciones con fines políticos efectistas”.

Sigue recordando Miguel: “Escogieron a papá para que actuara como mediador, así que viví muy de cerca a pesar de mi corta edad -apenas comenzaba a estudiar Derecho- el proceso de negociaciones. Terminó gustándome la investigación policial y encaminé mis intereses hacia ella. Aspiraba a ser policía pero por mi edad apenas me permitieron una pasantía. Pronto cumplí mi curso de detective y comencé a participar en operativos policiales”. A partir de allí puso todo su empeño y dedicación en aquellas tareas.

DAO
Aquí están Miguel, Rosa y Aníbal, el hijo modelo y paracaidista que falleció

No pudieron ponerlo preso

No pasó mucho tiempo hasta que llegó a subinspector. Se gradúa de abogado. Su objetivo era ser comisario, lo cual consiguió después de vencer algunas costumbres –más bien vicios- militaristas que mantienen los cuadros policiales, las cuales terminaron llevándolo a renunciar a la policía y dejar en suspenso su vocación investigadora.

Una gran sorpresa supuso para él que lo llamara el primer ministro del Interior del gobierno de Hugo Chávez, Luis Miquilena, para proponerle regresar y ejercer la más alta responsabilidad en el estamento policial venezolano.

En anteriores oportunidades se le habían ofrecido cargos similares pero eran tantas las condiciones que se tornaban inaceptables. En esta ocasión, aceptó pues el encargo era adecentar la policía.

“Fue muy amplia la disposición de ese ministro para que yo asumiera el cargo, aseguró que mis disposiciones serían respetadas y aprobadas. Fueron apenas 14 meses de intenso trabajo durante los cuales tuve plena libertad y me siento absolutamente responsable de mi gestión”.

Pero nunca se sabe cómo terminarán las cosas bajo un régimen como el que gobierna a Venezuela y que, en aquél entonces, apenas comenzaba.

Ocurrieron los hechos del 11 de Abril del 2002 cuando una inmensa manifestación que puso en las calles casi un millón de personas desembocó en un vacío de poder pues Chávez salió del gobierno por unas cuantas horas.

“Salgo del cargo debido a estos sucesos pues, ante todo, yo no era ficha del gobierno -precisa Miguel-. Yo era un funcionario al servicio de Venezuela, no de un proyecto determinado. Mi posición fue meridiana y, de repetirse aquellos hechos, de la forma en que sucedieron, actuaré de la misma manera y así lo declaré ante la Fiscal General que investigaba el caso”.

Miguel fue suspendido del cargo y en menos de un mes estaba fuera. No encontraron irregularidad alguna pero igual renunció. No pudieron ponerlo preso que era lo que al final buscaban.

A partir de ese momento se dedicó a sus actividades privadas, al ejercicio de su profesión como abogado. Además, lleva asesorías de seguridad ampliada, tanto a familias como a compañías. ¡Y vaya que hoy esos servicios son requeridos en Venezuela!

“Mi fe no es producto de situaciones crudas y duras”

No deja de ser interesante el que una persona que se mueve en ambientes tan difíciles, proyecte una fuerza espiritual tan sólida. Cuando le preguntamos, balbucea un “no lo sé”.

Pero de inmediato dice: “Eso procede de mí, de mi naturaleza. Es algo que no programé. Manifiesto y exteriorizo mi espiritualidad de manera espontánea. Y no sólo lo siento hoy, sino toda mi vida. Desde que tengo uso de razón. Viene de mi hogar, del ejemplo de mis padres, de toda mi familia, especialmente de algunos tíos a los cuales respeto, ya fallecidos, a quienes recuerdo con mucho cariño. Fue gente de trabajo tesonero, de éxito en todas las empresas en las que pusieron su esfuerzo”.

“Viene de los hermanos de La Salle y de los jesuitas. Igual experiencia tuve en El Líbano donde estudié un poco más de un año -pues papá fue nombrado embajador de Venezuela allí- continuando mi formación con los hermanos de la Salle en Beirut. Volví a Venezuela y volví a los jesuitas. Mi fe no es producto de situaciones crudas y duras como las que he vivido, sino que estaba allí antes y sigue conmigo”.

Miguel insiste en que su formación católica tiene raíz en los primeros años de su vida y durante su adolescencia, tiempo en que todas las personas en su entorno se la transmitían, sensibilizando y marcando su proceder y su manera de actuar.

Miguel escribe tuits como estos:

“Buscar venganza es perder tu tiempo. No existe muerte justa cuando atiende a impulsos que se originan desde un sentimiento de venganza”.

“Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor” Salmo 4. Hazla brillar Señor…

“Es tal el ambiente de anarquía y el de impunidad en el actuar irregular de muchos, que hasta justifica el de otros tantos. Que Dios NS nos agarre confesados y no permita que lleguemos a la barbarie…”

“Mientras vivas lucha fuerte y siempre, dar gracias a Dios NS. por lo bueno y por lo malo en cada momento, por todo”.

“Tiempos de soledad y tristeza… Vaya un saludo cargado de sentimiento y solidaridad para todos los hermanos venezolanos que hoy por terceras circunstancias se obligaron a emigrar sin ser nosotros un pueblo de naturaleza migrante”.

“Familia, la génesis de toda sociedad… Es desde allí donde comienza la educación, la moralización, los principios..!”

“Soy Maronita y mi Santo Charbel…!”

“Jesús NS, nunca dejará de escuchar nuestros ruegos y de atender a nuestras necesidades. Desde su amor sabrá responder a nuestras peticiones. Su momento es el ideal y sabe lo que más nos conviene. Dios NS nos bendiga a todos”…

Enemigo de la revolución

Ha tenido un oficio peligroso, exigente y lleno de sobresaltos y de momentos difíciles. Él tenía esa fuerza espiritual que era su fe y tal vez ello le llevó a actuar con ponderación, con sentido de justicia. “Cuando se me requirió hacer política con mi cargo, lo deseche y no me aparté de lo jurídico, lo constitucional. Todo aquello para lo cual me formaron”.

Sin duda, no es fácil. Vemos cuántos policías se corrompen con una facilidad extraordinaria mientras la trayectoria de Miguel es impecable y está contento por ello.

“Sabía que, al final, eso iba a significar sinsabores y obstáculos en mi vida profesional, como en efecto ocurrió. En alocución por cadena de radio y televisión, el presidente Hugo Chávez declaró héroes nacionales a los pistoleros de Puente Llaguno, responsables de violencia y muertes el 11-A, y a Miguel Dao lo proclamó enemigo de la revolución, de lo cual me siento orgulloso”.

“A Nuestro Señor siempre sentí que lo tenía”

Todos los que lidian con la delincuencia pasan por momentos difíciles. Momentos en que se acuerdan de Dios y le ruegan auxilio.

Miguel comenta con naturalidad: “Nunca pedí ayuda a Papá Dios pues siempre sentí que lo tenía. Nunca lo llamé, como si estuviera lejos porque lo sabía conmigo. Nunca me faltó el apoyo de Nuestro Señor por eso no lo pedí especialmente para un caso en particular y cada uno de ellos lo asumió como el más importante”.

Hace una salvedad: “En mi familia sí he recurrido particularmente a la mano de Dios para pedirle asistencia y que me hiciera caminar por el sendero correcto. Pero dentro de la policía siempre me sentí respaldado y andando de la mano de Dios. Por eso no me desvié y actué invariablemente dentro del marco de la justicia y el derecho. Si lo hubiere hecho, habría pedido clemencia a Dios”.

“Pero ni siquiera el 11-A , el momento más importante de mi vida policial y que determinó una interrupción en mi carrera, me aparté del camino que me tracé para actuar correctamente y con absoluto apego a la ley”.

Es verdad, se truncó su carrera administrativa oficial, más no su vida como abogado de prestigio y policía bien formado.

La clave: equilibrio y paz

Fue un paréntesis, como tantos en la vida. Lo que nunca ha pausado es su servicio al país y a tanta gente que lo busca como profesional de la seguridad en una Venezuela que ha tocado sus picos de violencia, secuestros, asaltos y muertes.

Lamenta que muchos vean el trabajo del policía como despreciable o como un recurso para los que no dan mucho de sí. Cuántas veces no hemos escuchado decir “mi hijo no sirve para estudiar, es mal deportista, no sé qué hace en sus ratos libres… ¡sirve es para policía!”.

Es un criterio claramente despectivo. “Yo considero -apunta Miguel- que para ser policía hay que estar muy bien preparado, capacitado y, sobre todo, hay que tener una mente y un equilibrio emocional tremendo para poder ejercer el oficio y dignamente los cargos de preponderancia donde una decisión tuya tiene repercusiones muy graves. Hay que tener mucha paz y un aprecio por el ser humano que te lleve a actuar siempre con justicia”.

Esa tranquilidad se nota en Miguel. Y también su respeto por la vida en un ambiente donde la muerte se asoma a las mirillas de todas las puertas. Serenidad que sólo te aporta la fe.

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