Créeme, no pasas desapercibido para Dios. De hecho, eres especial para Él. Te ha dado un propósito, una tarea que cumplir en esta vida.
Te hace comprender cuál es. Y tienes libre albedrío para elegir si lo haces o no.
Tú decides en libertad si quieres seguir sus caminos y haces su santa voluntad o te alejas de su amor infinito atraído por los bienes materiales y temporales de este mundo. Nadie te va a obligar.
Seguir a Dios es un acto voluntario.
Decía san Alfonso de Ligorio:
Y yo añadiría: “que es perfecta”.
Soy consciente que ese llamado que todos recibimos en algún momento de nuestras vidas, es un llamado inequívoco que estremece el alma. Sobre todo, a los conversos a nuestra santa religión.
Es curioso, son muchos los ateos, enemigos de nuestra Iglesia, perseguidores como san Pablo que han recibido este singular llamado siendo enemigos de la Iglesia. Le pasó un escritor muy famoso llamado Giovanni Papini en 1919.
Era un autor muy conocido, agnóstico y anticlerical, enemigo declarado de la Iglesia. Pasó una temporada en el campo.
Cuentan que los campesinos le pedían que les leyera de noche algunos poemas y sobre todo los cuatro Evangelios, porque no sabían leer.
Papini se subía a una gran piedra y desde allí tenían hermosas veladas cada noche. Leía en voz alta, para aquellas buenas personas del campo, las historias Jesús contenidas en la Biblia.
Así Giovanni Papini lo conoció y lo amó. Descubrió la verdad que nos hace libres, leyendo los Evangelios.
Vivió el resto de sus días entusiasmado por Jesús como un gran defensor suyo. Poco tiempo después, en 1921, escribiría uno de sus libros más conocidos y exitosos: La historia de Cristo. Te recomiendo que lo leas.
Antes de morir escribió este famoso pensamiento:
Dios tiene formas increíbles de llamarnos a todos. De una forma u otra Él siempre está llamando a sus hijos. ¿Escucharás el extraordinario este llamado de Dios?
Si Dios te llama, ¿qué responderías? Yo quiero responder: “Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad”.
Escríbeme y cuéntame tus experiencias con Dios. Te dejo mi correo electrónico.
He grabado este escrito en caso que tengas dificultades para leer o quieras escucharlo en tu auto o la comodidad de tu hogar. Compártelo.
¡Dios te bendiga!