“Las suites de Bach en directo valen tanto como toda la morfina del mundo…”, afirmó en el medio M6 el señor Kamel, de 57 años, antes de fallecer por un cáncer extendido. Con su violonchelo y su gran maletín lleno de partituras, Claire Oppert, arteterapeuta, recorre a grandes zancadas los pasillos de hospitales y centros médicos para ofrecer sus talentos musicales a pacientes en el final de su vida.
A diario, Claire llama a la puerta de estos pacientes para proponerles pequeños conciertos en directo. Un momento de alegría y de paz que permite a estos hombres y mujeres, a menudo con daños psicológicos y físicos, olvidar durante algunos minutos su sufrimiento. Assane, de 72 años, da testimonio de ello: “Me hace olvidar mis preocupaciones, mis dolores… me lleva a otro mundo”.