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Seis enseñanzas de Teresita Castillo, la niña misionera, para nuestros hijos

TERESITA

Photo courtesy of the Archdiocese of Madrid.

Benito Rodríguez - publicado el 21/04/21 - actualizado el 21/10/22

El testimonio de Teresita Castillo, la niña misionera de 10 años que falleció el pasado 7 de marzo por un tumor en la cabeza, deja importantes lecciones

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Su testimonio traspasa fronteras y conmueve al mundo. La historia de Teresita Castillo, la niña misionera de 10 años que falleció el 7 de marzo de 2021 por un tumor en la cabeza, es una vida que merece la pena contar a nuestros hijos porque puede tocarles el corazón.

Teresita les deja estas enseñanzas:

1Cómo seguir alegre aun cuando viene una enfermedad.

Es bueno educar a los niños para afrontar las contrariedades de la vida. Desde un contratiempo que les entristece, hasta una enfermedad en la familia, incluso suya. Hablar de cómo se pueden ofrecer las dificultades se puede entender mejor mirándolo en la vida de esta niña ejemplar.

A Teresa le detectaron un tumor en la cabeza en 2015. Tenía 5 años. La operación y la quimioterapia fue un éxito, pero en 2008 el tumor volvió a dar la cara. De nuevo hubo que operar. En 2020, un golpe en la cabeza jugando la llevó de nuevo al hospital, y desde enero de este año quedó ya ingresada con fuertes dolores. Hasta el desenlace, su fallecimiento el pasado mes de marzo.

A pesar de las dificultades, Teresa Castillo nunca perdió la sonrisa, su preocupación por los demás ni la fe. Encontró en el sufrimiento un camino para acercarse más a Dios. Teresita decía: “Lo estoy ofreciendo por la gente; por ejemplo, por alguien que esté malito, por los sacerdotes”. Su madre explicaba que la pequeña pensaba que Jesús aprovechaba sus sufrimientos para salvar más almas.

2Enseñar la importancia de los misioneros.

No es lo más habitual que los niños más pequeños se paren a pensar en los misioneros. Quizás el famoso día de “sembradores de estrellas”. Se les puede hablar de la misión, y sobre todo, de su significado: dar a conocer a Jesús en todas partes del mundo, y eso puede ser en el sitio más recóndito del planeta o en el colegio al que van. De nuevo, Teresita puede dar las claves para abordar este asunto con los niños.

Sorprendía a todos que pese a su juventud tuviera clara su vocación. Quería ser misionera. Quería llevar a Jesús a todos los rincones del mundo. Su voluntad era firme, incluso en los peores momentos de la enfermedad.

Que nuestros hijos conozcan a esta niña misionera

El vicario episcopal de la zona en Madrid acudió al hospital La Paz de Madrid donde Teresita estaba ingresada. El 11 de febrero, un día después de una difícil operación, acudió junto a los capellanes a verla a la UCI. Se la encontraron en la cama, débil, con la cabeza vendada. A pesar de ello, la niña le contó lo que ya sabían en su familia: “Yo quiero ser misionera, quiero vivir por Jesús”.

El vicario se quedó completamente impactado, y emocionado la respondió: “Teresita, yo te constituyo ahora mismo misionera de la iglesia, y esta tarde te traeré el documento que lo acredita y la cruz misionera’”. Así ocurrió esa misma tarde. Pidió a su madre: “Esa cruz pónmela en la barra para que la vea bien, y mañana me la llevo al quirófano. Ya soy misionera”. Su testimonio ha dado la vuelta al mundo, como corrobora el Delegado Nacional de Misiones, quien anunció que ha puesto a Teresita como una nueva protectora para los niños en misión. 

3Sensibilidad con el sufrimiento del prójimo.

Teresita Castillo es hija única, de nacionalidad rusa. Fue adoptada en Siberia cuando tenía 3 años. Teresa y Eduardo, sus padres, finalmente habían terminado los papeles y podían viajar con ella a España para comenzar su nueva vida.

En Moscú, la niña de 3 años vio a una mujer que mendigaba y se puso a hablar con ella. No saben qué se dijeron, pero la mujer compró con algunas de las escasas monedas que había conseguido un huevo de pascua de chocolate a la pequeña. Los padres no entendían nada porque hablaban en ruso, pero se quedaron sorprendidos.

Ya en España, comprendieron que Teresita tenía esa sensibilidad especial. Sólo unos meses después, en Madrid, vio a un mendigo al que le faltaban las piernas. Sin mediar palabra se fue con él y le dio un abrazo y un beso. Esta escena se repetía con frecuencia.

Allá donde veía tristeza, llevaba su alegría. Su madre relata que la niña tenía una sensibilidad especial con el sufrimiento de la gente, y con la soledad. Hasta en los detalles más pequeños. Quizás podemos plantear a nuestros hijos cómo reaccionan ellos cuando ven a estas personas, si pueden dar limosna o hacer una oración por ellos.

4Rezar con alegría.

Teresita rezaba todos los días. En las estancias que por enfermedad estaba en casa, con su madre, iba con ella todos los días a misa. Y lo mismo intentaba en su colegio de Galapagar.

En el hogar, la madre la invitó a rezar con ella un misterio del rosario, pero le sabía a poco, y lo rezaban entero juntas. Y todas las noches rezaban también.

Ella cantaba el Bendita sea tu pureza a la Virgen. Su madre la grabó y esos sonidos están dando la vuelta al mundo. Escucharlos ensancha el corazón porque refleja la naturalidad infantil con la que se comunicaba con Dios. Puede servir para rezar con nuestros hijos, cuidar que recen con alegría, no como una mera repetición de memoria, y que le pongan corazón, cariño, ilusión.

5Amar a la Eucaristía.

Teresita Castillo iba a misa siempre que podía. Allí se encontraba con el Señor en el Pan y el Vino. Su Primera Comunión fue para ella un día increíblemente especial: “Sentí que Dios me quería y me amaba, y que me invitaba al Cielo”, contestaba cuando le preguntaban por ese día.

En su enfermedad, postrada en la cama sin apenas fuerzas, le llevaban la Comunión a la habitación o a la UCI. Cuenta el vicario que la constituyó misionera, que cuando fue a visitarla al hospital lo primero que le dijo ella fue una pregunta: “Me traes a Jesús, ¿verdad?… ¿Sabes una cosa? Yo quiero mucho a Jesús”.

Puede ser un buen ejercicio recordar la Primera Comunión de nuestros hijos, o utilizar el ejemplo de Teresita para preparar a quienes aún no la han recibido. En ambos casos, puede servir para preparar el corazón mejor a la Eucaristía.

6Conocer a los santos.

Su vida se ha hecho viral. Una historia, un testimonio, que merece la pena ser contado porque huele a santidad. Ella conocía a los pequeños santos. En el funeral tras el fallecimiento de Teresita, el padre relató un momento poco antes de la última operación, cuando quiso dar ánimos a su hija. Teresita respondió: “No papá, yo me voy al Cielo. He soñado con Carlo Acutis y me voy al Cielo.” Carlo ha sido recientemente proclamado beato en Asís. Santo contemporáneo que puede inspirar a los niños de nuestro tiempo. 

Los padres de Teresita Castillo le enseñaban la historia de los santos. De hecho, la vocación misionera de la niña despertó tras ver una película de dibujos animados de Teresa de Calcuta. Conocer a los santos es el primer paso para tratarlos, para poder pedirles intercesiones. Para aprender de su ejemplo.

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