Ludivina o Lidwina es una de las santas místicas más venerada de Holanda. Nació en 1380 en el pueblo de Schiedam cerca de Rotterdam. Era la única hija mujer de 9 hermanos.
Poseía una gran belleza y ya desde los 12 años fue pedida como esposa por varios pretendientes. Pero ella se negó rotundamente, oponiéndose a sus familiares querían obligarla.
Lidwina quería entregarse completamente al Señor, en cuerpo y alma. Se consagró a Dios, pidiéndole por favor que la hiciera menos atractiva para no atraer a los hombres.
Fue así como a los 15 años, mientras patinaba sobre el hielo con unas amigas, cayó rompiéndose algunos huesos. Desde entonces y por 38 largos años quedará paralizada en su cama.
Sus simples fracturas pasaron a enfermedades mucho más graves. Y aunque los médicos intentaron de todo para aliviar sus dolores, no lograron ayudarla.
Cuando, ya cansada de sufrir, Lidwina pensó que Dios la había abandonado. Entonces comenzaron a suceder una cadena de hechos milagrosos.
El primer milagro que reavivó su esperanza fue cuando un hombre que era perseguido por otro que quería asesinarlo, se refugió en la habitación de Lidwina.
Aunque el asesino tenía la víctima en frente y a pesar que la santa le advirtió diciendo “lo que buscas de verdad está aquí”, este no pudo encontrarlo y de esta manera se salvó.
Desde ese día comprendió que aunque se encontraba siempre postrada en su lecho, podía seguir “salvando almas”, ofreciendo todos sus sufrimientos por las almas del purgatorio.
Después de pedir al Señor una señal para poder comprender mejor su voluntad divina, una hostia resplandeciente se apareció encima de su cabeza.
Este hecho fue testimoniado por varios familiares y personas que se encontraban en ese momento.
Desde ese momento su lecho se convirtió en un continuo peregrinaje de enfermos que llegando a ella para pedir la gracia, o el consuelo de una palabra, eran curados milagrosamente.
Por años el único alimento de santa Lidwina fue la Eucaristía. Inexplicablemente y más allá de los límites de supervivencia, ella podía subsistir sólo con aquel Sagrado alimento.
Tenía una estrecha relación con su ángel de la guarda, con quien solía comunicarse a menudo.
A veces su ángel se presentaba con una cruz para exhortarla a sufrir por la redención.
Otras veces la acompañaba trasportándola a lugares lejanos como Tierra Santa y el Vaticano.
Incluso a lugares menos “agradables” como el Purgatorio y el infierno. Le mostraba cómo la gente sufría en esos lugares por no haber expiado sus pecados con la penitencia.
Su ángel se presentaba a veces solo, a veces con otros ángeles. En ocasiones iba de visita de parte de su Divino Esposo y de su Santísima Madre.
La santa tuvo varias visiones, pero la más importantes es una en la que siete ángeles le mostraron las heridas de la Pasión de Cristo, haciéndola participe de ellas.
Lidwina muere el 14 de abril de 1433, en martes de Pascua. Fue canonizada el 14 de marzo de 1890 por el papa León XIII.
Es patrona de los patinadores sobre hielo y de los enfermos crónicos. Sus reliquias son veneradas en varias iglesias y monasterios de Austria y Bélgica.