Ese-sin-brazos es el apodo en las redes sociales de George Dennehy, un joven músico estadounidense de 26 años.
Los alias virtuales se eligen a menudo para ofrecernos una máscara, la suya es como un dedo que señala.
Durante muchos años, George ha sido considerado el sin brazos, una discapacidad que lleva consigo desde que nació.
De esta discapacidad sacó un gran talento: toca el violonchelo, la guitarra y el piano y lo hace con los pies.
Un certificado de defunción en la cuna
George Dennehy nació en Rumanía y fue abandonado de inmediato en un orfanato debido a su grave discapacidad.
Además de haber nacido sin brazos era un niño muy frágil, al punto que ya le habían redactado el certificado de defunción:
A los 18 meses pesaba 4 kg, George dice que un médico había rellenado un certificado de defunción y lo había colgado en su cuna, dejando que las enfermeras solo agregaran la fecha cuando llegara el momento. (por Nbc16)
George no murió, pero pasó 3 años terribles en ese orfanato rumano:
Me despreciaban y me dejaban en un rincón -dice-. Me consideraban irrecuperable, pero los padres que me adoptaron, para ellos yo no fui para nada irrecuperable. (Ibídem)
Esto es lo que ese pequeño niño etiquetado apresuradamente como irrecuperable es capaz de hacer hoy
Entre ese niño frágil en el orfanato y el niño con la voz asombrosa de hoy, hay una vida difícil en el medio. El final feliz no llegó por arte de magia gracias a la familia adoptiva. Ese fue solo el comienzo de un arduo viaje, una inmersión total en los muchos agujeros negros que ardían en el interior.
Hoy George toca en público, sus videos musicales tienen millones de visitas en Youtube. Su misión es sensibilizar a la gente sobre las adopciones más difíciles:
Es triste decirlo, pero hay muchos países donde se descarta a los niños – reitera – Nadie creería que casi muero en un orfanato y ahora estoy aquí. Y este es el poder que tiene el amor y el cuidado incondicional por aquellos que no son deseados. (Ibídem)
La dura escuela de la vida
De Rumanía a Virginia. Fue un gran cambio para George, quien finalmente entró en una familia donde su presencia no era simplemente tolerada, sino amada.
Pero había un mundo fuera de las cuatro paredes del hogar, un mundo muy hostil a lo diferente.
Los años escolares fueron un túnel oscuro para este chico, rápidamente etiquetado como “el sin brazos”.
George recuerda con terror el momento de la comida, que trataba de evitar en la medida de lo posible.
De hecho, había aprendido a suplir la ausencia de los miembros superiores con el uso de los inferiores y por lo tanto comía con los pies: mostrarse a sus compañeros para comer lo expondría a un tremendo ridículo.
Viví sin esperanza durante mucho tiempo mientras iba a la escuela. Estaba convencido de que estaba aquí sin un propósito. Durante mucho tiempo estuve enojado, deprimido, triste.
En el caso de George, a partir de ese momento de oscuridad se dio cuenta de una cosa:
Y luego me di cuenta de que había una opción. La elección de decirme a mí mismo: hay cosas en la vida que no puedes controlar, naciste de cierta manera. La única opción que tenemos es cómo respondemos con nuestra presencia a estas cosas que se nos dan. Podemos sacar lo mejor o podemos pasar el tiempo quejándonos. (Ibídem)