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¡Qué importante es verte, Señor, aun en el momento de mayor dolor y sufrimiento! Pues Tú, en la cruz, eres la encarnación del amor y de la fidelidad más extrema. Ejemplo vivo de lo que es el verdadero don de uno mismo.
Según algunos sociólogos, hemos entrado en una sociedad profundamente depresiva a causa, en otras cosas, de una falta de compromiso y fidelidad. Un fenómeno, sin duda alguna, que deja una profunda huella en cada uno y que desemboca en un círculo vicioso de infidelidad y dolor.
Beber de su agua
¿Cuántas veces nos ha pasado que si alguien profiere un mal contra nosotros, o nos sentimos traicionados se queda un dolor tan profundo que, inconscientemente, terminamos haciéndolo a los demás?
Los patrones se repiten, y la única forma de romperlos es tomar consciencia de ello y dirigir la mirada a quien lo puede todo y lo ha hecho todo. Vivir de su ejemplo, beber de su agua, caminar por su camino.
Jesús rompió la ola de muerte y destrucción en la cruz. Tragó todo el mal presente y redimió a la humanidad. Por eso, de todo mal surge un bien y un bien multiplicado. Si te sientes traicionado, dirige tu mirada a la Cruz.
"Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rm 5, 20)
Mira la cruz
El Señor Jesús está presente siempre y para siempre con su cruz y resurrección para recordarnos que hay una manera de romper los males y los patrones de destrucción.
En la contemplación de la acción más extrema por la humanidad está el reflejo claro de lo que es dar la vida por aquellos a quienes amas.
Habiendo podido salvarse, decidió ser fiel a la voluntad del Padre, a la Vida, al Amor, al don de sí. Y por eso no tenemos que temer ser fieles a pesar de los dolores y dificultades. Sabemos que la recompensa es mucho mayor -el bien- y que hay quien nos precede de forma radical y eterna.
Así que si te sientes ofendido o traicionado, dirige tu mirada a la cruz, pues Cristo fue fiel a la Vida, y es por eso que la muerte no tendrá la última palabra.
Artículo basado en el texto original: La Cruz - El Amor fiel (Luz de clara esperanza) de Pauline Lodder.