Entre los efectos del covid-19 están las fobias que afectan a nuestra salud y bienestar. Toma nota para estar prevenidoLa pandemia del covid-19 que vivimos desde hace más de un año nos ha desestabilizado física y emocionalmente. Se habla mucho sobre alguno de sus efectos, como la depresión y la ansiedad, pero muy poco sobre otras enfermedades y fobias que puede dejar tras de sí el virus que también afectan a nuestra salud y bienestar.
Agorafobia, claustrofobia, hipocondría, demofobia, hafefobia y otros trastornos psiquiátricos son algunas de las patologías (fobias) que se han agravado estos últimos meses como consecuencia de la pandemia del coronavirus. Evidentemente, esto es debido a que hace aproximadamente un año nuestras vidas cambiaron, radicalmente y de forma precipitada, ante el avance del coronavirus.
Casi sin darnos cuenta, nuestra forma de relacionarnos con los demás, fue eliminada prácticamente. Todos en casa, confinados. El miedo, la incertidumbre, la duda y el escaso conocimiento sobre el virus nos invadió. Así que nuestras rutinas habituales cambiaron.
¿Debemos llevar mascarilla?, ¿quiénes forman parte de nuestra burbuja de convivencia?, ¿a qué distancia debemos permanecer de los demás?, ¿podremos viajar?, ¿serán eficaces las vacunas?… Sin duda, son muchas preguntas que determinan y determinarán nuestra manera de volver a vivir.
Cambios repentinos en nuestro comportamiento a causa de la pandemia
De hecho, el cambio siempre se ve como una amenaza. Nos provoca desequilibrio e inseguridad. Y más cuando el cambio es continuo y, como ocurre ahora, viene marcado por nuestros gobernantes: cada cierto tiempo se revisan los niveles de contagio del virus y se adoptan nuevas medidas, más o menos restrictivas, para hacer frente a la propagación de la enfermedad. Demasiados cambios en nuestro comportamiento que hemos tenido que asumir en poco tiempo.
Sin embargo, si nos mantenemos firmes a nuestra fe sabemos que Dios siempre nos acompaña y nos asiste:
“Así que no temas porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa”. (Isaías 41,10)
A pesar de los vaivenes, poco a poco vamos superando esa situación inicial, pero la vuelta a la normalidad está siendo más dura de lo que pensábamos. Y para muchas personas, que ya antes de la pandemia eran sensible a los cambios, la adaptación es más grave y les provoca mayor malestar, llegando incluso a sufrir determinadas fobias que puede causarnos la pandemia del coronavirus.
Ansiedad y otros trastornos específicos
Hay diferentes tipos de fobia: al agua, a las alturas, a los perros, a los espacios abiertos… Pero, ¿cómo podemos identificarlas? Según Cristina Mae Wood, del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, “aparece una ansiedad muy intensa y desagradable, que se vive con miedo y de forma desproporcionada”.
Por ejemplo, esta pandemia ha multiplicado los casos de hafefobia , que es el miedo a ser tocado por otros. Si llevamos un año sin demasiado contacto social, en el que ya no nos estrechamos la mano al saludar, ni besamos a una persona cuando nos la presentan, ni abrazamos a los seres queridos todo lo que quisiéramos, es normal que cuando se acerca alguien y nos toca nos sorprendamos y nos sintamos molestos.
Distancia social amplia con la pandemia
Algo parecido ocurre, en el caso de fobias que puede dejarnos la pandemia del coronavirus, con el miedo a las multitudes o al hacinamiento, llamado demofobia u oclofobia. De hecho, ¿no os pasa ahora que cuando veis una película en la que aparece demasiada gente junta, en una fiesta privada en una casa, en un concierto o en la calle, os agobiáis? Ahora esas situaciones nos parecen un riesgo y pensamos: ¿Volveremos a vivirlo?
Esto es debido a que con la pandemia se han establecido normas para mantener una distancia de seguridad de 1,5 a 2 metros, cuando la separación habitual solía ser de 1 metro. Esta distancia de interacción social varía dependiendo de la relación que tengamos con el otro, de lo que queramos expresar y de la cultura o el país en el que vivamos. Por ejemplo, en España esa área circular alrededor de una persona suele ser -o solía ser- de 90 cm, pero en muchos países asiáticos se amplía a 120 cm.
El regreso al espacio de interacción social que teníamos antes será gradual, porque nos hemos acostumbrado en poco tiempo a actuar así, y la desescalada debe hacerse a un ritmo lento.
Otras fobias post coronavirus
Además del distanciamiento social, la pandemia del coronavirus ha cambiado nuestra vida en otros sentidos, ya que el confinamiento y el resto de acontecimientos que hemos vivido a nivel global, ha propiciado un aumento de casos de ansiedad, depresión y estrés postraumático. En consecuencia, se han disparado los casos de determinadas fobias, que antes ya existían, pero ahora se han multiplicado.
Aparte de las ya citadas hafefobia y demofobia, algunas personas han desarrollado otras fobias como:
- Agorafobia, que es el miedo o temor a los espacios abiertos.
- Claustrofobia, miedo a los espacios cerrados y restringidos con poca movilidad.
- Eremofobia, miedo a la soledad.
- Hipocondría, miedo a padecer una enfermedad física.
- Rupofobia, miedo a la suciedad o Misofobia, miedo a los gérmenes.
- Tanatofobia o necrofobia, miedo a la muerte.
Si este miedo persiste, y condiciona nuestra vida cotidiana o nuestra vida personal y laboral, es recomendable buscar ayuda psicológica. Gracias a la aplicación de una terapia específica en cada caso, se podrá superar la enfermedad.
Según la revista especializada American News Today, se considera que si el miedo persiste durante más de 6 meses, es el momento de acudir a un especialista que nos ayude, con diferentes terapias, a superar con éxito nuestra fobia.
Sin duda es importante atajar el problema a tiempo y poner remedio a las fobias que nos puede causar la pandemia del coronavirus. De no hacerlo los trastornos pueden tener consecuencias graves, y se podrían desarrollar en el paciente nuevos trastornos psicológicos. O lo que es peor, podría caer en el consumo de alcohol y drogas. Así lo señala la American Psychological Association (APA) que afirma además que “sus relaciones con familiares, amigos y compañeros de trabajo pueden volverse muy tirantes y su desempeño laboral puede decaer”.
Todos sentimos miedos y temores en algún momento dado de nuestra vida, es algo innato al ser humano y a nuestra existencia. Sin embargo, quien padece una fobia puede llegar a pensar que no tiene capacidad ni fuerza para salir de esa espiral de pánico, y puede llegar a ser así.
Es entonces cuando debemos recordar el salmo de David cuando dice:
“El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”
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