Millones de refugiados por Europa y los países vecinos, y una muy difícil negociación de la paz en este conflicto donde participan las grandes potencias
Hace ahora 10 años. La guerra más cruel, más inhumana y con mayores secuelas para la población civil del siglo XXI se encuentra en Siria. Es una guerra civil que tiene la implicación de las grandes potencias, y de las potencias de los países vecinos.
Irán y Rusia, en apoyo al presidente de Siria, Bashar al-Ásad, por una parte; Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia por otra que apoyan las guerrillas que quieren un régimen democrático.
Y finalmente Turquía que quiere defenderse de los kurdos considerados como terroristas y han ocupado una franja del norte del país. Y al fondo están Israel y Arabia Saudí que apoyan las acciones de los Estados Unidos.
El último ataque importante se registró el pasado 15 de febrero, cuando el Pentágono atacó a milicias apoyadas por Irán, proporcionando al gobierno de Damasco con armas y material bélico.
El control de la región del Oriente Medio, el lugar donde fluye el petróleo en mayor proporción que en otros lugares del planeta, es el que mantiene una gran inestabilidad en estos países, tanto política, como militar.
Millones de víctimas
En estos 10 años, unas 500.000 personas han muerto o desaparecido en el cruento conflicto de Siria, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. Y cerca de 6 millones de sirios están registrados como refugiados en el extranjero, la inmensa mayoría en los países vecinos, como Jordania, Líbano y Turquía. Allí viven aparte, en campamentos de refugiados, muchas veces sin las necesidades básicas.
Los emigrantes, refugiados y desplazados son más de la mitad de la población de Siria antes de la guerra: o sea 12 millones (Siria tenía 22 millones de habitantes). Los refugiados sirios también han ido a distintos países europeos, como Alemania que ha acogido a 670.000 inmigrantes.
Todas estas personas necesitan, además, asistencia sanitaria, y no son suficientes la ACNUR, la organización de la ONU que se ocupa de los refugiados, la Cruz Roja, y numerosas ONG que intentan hacer la vida menos dura a estos refugiados. No dan abasto.
La guerra de Siria se puede mirar también del lado de los niños. Vemos a niños con caras tristes, sin suficiente alimentación, y algunos lacrados por alguna enfermedad. Un millón de niños han nacido en el exilio. Conocen su tierra por lo que les cuentan sus padres, los cuales quieren volver a Siria, pero para vivir en paz, a pesar de haberlo perdido todo.
Clamor por la paz
Nadie sabe cuándo será posible la paz. El papa Francisco, ya en su viaje a Irak, hizo referencia a las inmensas necesidades de paz y de ayuda a los sirios.
Y este domingo, recordando el décimo aniversario de la guerra de Siria pidió, antes del rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro de Roma, “deponer las armas” en Siria y a “reconstruir el tejido social”. Y añadió: “Renuevo mi más sincero llamamiento a las partes en conflicto para que den muestras de buena voluntad, para que se abra un rayo de esperanza para la población exhausta”.
“Espero también –añadió– un compromiso constructivo, decisivo y renovado de solidaridad por parte de la comunidad internacional para que, una vez depuestas las armas, se pueda reconstruir el tejido social y se pueda iniciar la reconstrucción y la recuperación económica”, agregó.
La paz, dicen los expertos, se ve lejos. Poner de acuerdo Rusia, Estados Unidos, Irán y Turquía parece muy, pero muy, complicado. Sin embargo, para Dios no hay nada imposible si los cristianos ayudan con sus rezos a la paz y a la justicia en Siria.
Es fácil hablar de cifras y más cifras de muertos, de familias desplazadas, de inmensos campamentos de refugiados… Lo que pide el Papa, que fue peregrino en Irak hace unos días, es adentrarse en el corazón de estas personas y sufrir con ellas, y rezar por ellas cada día, compartiendo su dolor.
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