“Aquí es difícil debido a la aparición de nuevas cepas, que son más transmisibles”. Con estas palabras comienza el relato en Aleteia fray Smaley Ferreira Sarmento. Se trata de un brasileño capuchino desde 2006, residente en Rorainópolis (Roraima), pero actualmente con unos días en Manaos.
Precisamente, esta ciudad del noreste del Brasil, capital del estado de Amazonas, vive desde hace semanas una verdadera pesadilla no solo por la falta de insumos como el oxígeno, colapso sanitario, cementerios saturados, sino también por haber sido protagonista de unas de las variantes del virus (P.1) que más preocupa a Brasil, a la región y que incluso ha llegado a lugares como Reino Unido. En ese sentido, a pesar del inicio de la vacunación en Brasil, la aparición de nuevas cepas lleva a que el virus sea más trasmisible.
Por otro lado, a nivel país, los casos de coronavirus siguen generando números récords de manera diaria a poco más de un año de la llegada de la pandemia. Brasil, hasta ahora tiene más de 11 millones de casos confirmados y un número de fallecidos superior a los 268.000.
Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia. Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.
20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).
Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.