Porque para ser un súper héroe no se necesita tener súper poderes, sino un súper corazón siempre dispuesto a amar y servir.Jim Mcingvale es un hombre con una personalidad imponente, de rostro serio, muy serio. Sin embargo, basta mirarlo a los ojos para darte cuenta del tamaño de su corazón y de la bondad que hay en su alma.
Definitivamente, entrevistar a un personaje de esta talla no fue sencillo. Y no tanto por no poder llegar hasta él, sino por todo lo que él representa.
Yo, una simple escritora católica le pedía una entrevista a él, que se codea con personajes de la elite social y política como George W. Bush; a él, que no hay día que su nombre y su maravilloso trabajo de caridad y filantropía no salga en los titulares de los noticieros más importantes.
Y cómo no, si en los últimos años a Texas, dónde él radica, le han sucedido tragedias, como el Huracán Harvey y hace pocos días, la helada donde hubo cientos de damnificados.
Mack no es el típico jefe millonario que “manda a hacer” las cosas a sus empleados, sino que él mismo rescata a personas de la calle, sirve comidas, consuela al triste…
Y bueno, así de humilde y sencillo es Mack. Sin chistar aceptó darnos una entrevista exclusiva para Aleteia. Aquí, en la galería fotográfica, puedes ver alguna de las imágenes:
Recuerdo llegar a su galería de muebles a la hora acordada. Me dio mucha alegría cuando me dijo que él era un seguidor de Aleteia en inglés y que se sentía muy contento de que esta página católica se hubiera interesado por él.
“Tratamos de responder a todas las cartas que recibimos”
No fue un encuentro como los que generalmente tenemos al hacer entrevistas, en una oficina cerrada y sin interrupciones. Fue todo lo contrario. Al mismo tiempo que respondía a mis preguntas también contestaba teléfonos, se encargaba de que los clientes que entraban a la tienda fueran atendidos y leía correspondencia que le llegaba en la que le pedían apoyo. Y lo más asombroso es que yo jamás me sentí desatendida por él. Al contrario, me pidió que le leyera una de esas cartas, misma que sacó de un costal donde había cientos y cientos de ellas:
“Querido Mr. Mack, soy José y tengo 8 años. Por favor, usted que es tan bueno ayude a mi abuelita. Se le quemó toda su casa y no tiene dónde vivir”.
“¿Y lee todas las cartas?”, le pregunté con cara de asombro.
“Todas. Y a cada una tratamos de responder…” En ese momento sus ojos se le rozaron. Es bien sabido que para Mack los niños son su debilidad. Tan es así que se sabe que tiene hijos a quienes adoptó legalmente y por quienes ha visto desde que fueron niños.
“Me gusta ayudar con el dinero que gano vendiendo muebles”
Fue un momento tan especial que ese rostro serio de un comienzo desapareció y no volvió.
-“Todos conocemos al personaje de Mattress Mack, pero pocos conocen al hombre, a Jim Mcingvale. ¿Quién es Jim?”
-Soy un hombre muy común que vende muebles, que hace dinero y que le gusta ayudar a la gente con el dinero que hace. Me gusta vivir mi fe católica sirviendo. Deseo dejar un legado de amor, ejemplar para mis hijos y para el mundo.
-¿Cómo fue que se dio cuenta que podía servir a su comunidad así?
-Siempre he sido tenido en mí el llamado a trabajar fuerte para servir y eso se lo debo a mi fe católica. Desde niño tuve el ejemplo de mis padres, siempre sirviendo, sobre todo, en la gran parroquia a la que pertenecíamos. Los seres humanos somos fáciles de contagiarnos y yo me contagié del amor al servicio que mis padres me enseñaron. El ejemplo de los padres es el ejemplo que los hijos seguirán.
-¿La esencia de vivir es servir?
-Así es. Mis padres me enseñaron que “la esencia de vivir es servir”. Dándome a los demás, ayudándolos me he dado cuenta de que el más beneficiado siempre acabo siendo yo, por la satisfacción interior con la que me quedo. El ayudar a los demás nos hace crecer en amor. Necesitamos recobrar el sentido de lo que es ser comunidad: ciudadanos ayudando ciudadanos. No solo las iglesias tienen la obligación de hacerlo, todos la tenemos; es nuestra obligación ver unos por otros.
Para dejar un mundo mejor
-Hablando del legado, ¿cómo le gustaría ser recordado?
-Como el hombre que nació para dejar un mundo mejor. Eso es lo que más deseo, que, al irme, el mundo que dejo sea un mejor lugar que cuando llegué a él, gracias a que contribuí haciendo el bien que me correspondía.
La misa es el evento más importante de mi semana
-¿Cómo es un día normal de su vida?
-Mi domingo, por ejemplo. Me levanto muy temprano y lo comienzo viviendo la Santa Misa. Asistir a ella es el evento más importante de mi vida y de toda mi semana. Después, vengo a mi trabajo, siempre con el firme propósito de estar aquí para ayudar, para servir. Trabajo para hacer dinero, pero no para mí, sino para ayudar a quien lo necesita. Trabajo duro porque si no produzco, no puedo ayudar.