Juzgar sin saber es probablemente uno de los vicios más comunes del género humano. ¿Es posible que sea lo que hemos hecho con Britney Spears?Britney Spears es noticia desde hace más de 20 años. Por unos u otros motivos, siempre está en los titulares, desde los musicales a los más amarillistas de la prensa de famoseo. En las últimas semanas, un documental elaborado por The New York Times ha colocado en el punto de mira a la cantante. El trabajo analiza por qué Britney Spears, pese a ser mayor de edad, lleva años bajo la tutela legal de su padre, ya que los jueces consideran que no está capacitada ni para administrar sus bienes ni para tomar decisiones de calado sobre su carrera.
“Framing Britney” es el título de este documental que puede parecer más frívolo de lo que es, pero hay que verlo completo. Los primeros minutos nos muestran a los activistas del llamado movimiento “FreeBritney” protestando frente a los juzgados donde se decidía si la artista podía volver a ser la dueña de su propia vida.
Este grupo de fans considera que Spears vive una especie de secuestro al no poder decidir sobre sus finanzas o su carrera sin el consentimiento de su padre, Jamie Spears. El documental no se detiene en la anécdota, de lo que habla es de la destrucción sistemática de una persona, de una joven que solo quería cantar, y lo hace a través del relato de los acontecimientos clave de su vida desde sus primeros años cuando ya de niña destacaba por su voz y por su talento.
¿Un juguete roto?
Britney procede de Kentwood, Luisiana, un pequeño pueblo perteneciente al llamado “Bible belt” de Estados Unidos. De ahí que sus primeros pasos musicales fueran en el coro de la parroquia. Desde ese lugar, sin embargo, era muy difícil destacar, así que la familia hizo todo lo posible para que Britney pudiera ir a Nueva York y cumplir con su sueño.
La familia se dividió y la niña y la madre se marcharon a la gran ciudad para que Britney se formara en baile y canto y pudiera acudir a más castings. La apuesta funcionó y la niña terminó en el famoso Mickey Mouse Club, plataforma para futuros actores y cantantes. Pero el programa llegó a su fin y Britney y su madre tuvieron que regresar a Kentwood al no encontrar nuevas oportunidades en Nueva York.
Volvió al instituto y se convirtió de nuevo en una jovencita normal, sin más traumas. Lo aceptó e incluso parece que la joven Britney agradeció la vuelta al anonimato. Aunque dentro de ella la llama de la música no se había extinguido, ni mucho menos. Continuó cantando y actuando en centros comerciales o donde le propusieran. Y entonces llegó su gran éxito, “Baby one more time”, el álbum más vendido de la Historia por una artista adolescente.
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Un niña que fue sexualizada
Britney era amada, seguida, reclamada, admirada… y también sexualizada. ¿Era consciente de esto? Al mismo tiempo, el documental demuestra que la joven parecía tener los pies muy en el suelo. Varias personas que trabajaron con ella aseguran que era toda una profesional pese a su juventud, que tenía las ideas claras, que controlaba el espectáculo y que, sin duda, tenía madera.
Pero Britney no dejaba de ser una niña que tuvo que soportar cantidad de impertinencias. “Hablemos de tus pechos”, le pregunta un entrevistador en una ocasión. ¿Qué clase de pregunta es esa para una mujer?, ¿qué tiene que ver con una joven que se está comiendo el mundo con sus canciones? Si hubiera sido un hombre nadie se hubiera atrevido a preguntar algo tan inapropiado.
Britney era diseccionada, analizada en cada movimiento, relación o decisión. “¿Eres virgen?”, otra pregunta en una conferencia de prensa. Britney, si quizá hubiera sido algo más mayor, hubiera respondido que esa pregunta no es de la incumbencia de nadie. Con una tranquilidad pasmosa, o quizá obligada por las circunstancias y para no dar más importancia a la pregunta, responde que lo es y que desea llegar virgen al matrimonio. La intromisión en la vida de la artista es total, aunque ella pudiera parecer que maneja las riendas como en cada aparición con su novio, Justin Timberlake, el líder de la boy band Nsync. A falta de familia real, Britney y Justin se convierten en una suerte de rey y reina de Norteamérica.
Britney soñaba con formar una familia
Quienes trabajan por aquel entonces con la artista la definen como alguien risueña, amable, trabajadora, creativa, con las ideas claras profesionales y personales: Britney soñaba con formar una familia. Justin parecía perfecto. Pero entonces rompieron y comenzó a extenderse el rumor de que ella era la culpable porque había engañado a su chico. Timberlake se vengó públicamente con una canción y un videoclip, “Cry me a river”. La prensa acosaba a Britney y se convirtió, para la opinión pública, en la mala de la película. En aquellos días, hasta la esposa del gobernador del estado de Maryland aseguró que, si tuviera la oportunidad, dispararía a Spears por el mal ejemplo que estaba dando.
Es entonces cuando, en una emisión radiofónica, Timberlake revela que sí ha mantenido relaciones sexuales con Britney, que obviamente ya no es virgen. Nadie recrimina a Timberlake que hable de algo tan íntimo. En cambio, Britney sufre todavía más y más feroces críticas. De hecho, hace unos días y tras la emisión de este documental, Timberlake pidió disculpa por haber faltado entonces el respeto a Britney y haber contribuido a extender el odio hacia ella.
Britney encontró de nuevo el amor en uno de sus bailarines y se casó. Las imágenes de la pareja valían cientos de miles de dólares. Los fotógrafos no les dejaban ni a sol ni a sombra porque Britney era un lucrativo negocio. Ella lo sabía y participaba de ello incluso. Pero, en un momento dado, ella quiso recuperar su privacidad. Era demasiado tarde. Había dado a luz a su primer hijo y su matrimonio no pasaba por su mejor momento. Por algunas desafortunadas imágenes, comenzó a ser juzgada por todo el mundo, tildada de “mala madre”. En poco tiempo quedó embarazada de su segundo hijo.
Una depresión postparto
Lidiaba con una depresión postparto que parece que a nadie interesó porque Britney tenía que seguir siendo una máquina de hacer dinero. Y entonces llegó el divorcio y comenzó para la cantante un duro proceso por la custodia de sus hijos que deterioró aún más su delicada salud mental. Mientras, la persecución de la prensa era aún más intensa. Britney era la presa desvalida y los paparazzi unos depredadores. La cantante comienza a dar muestras de su destrucción emocional: se rapa la cabeza, ataca a los fotógrafos con un paraguas, comienza a salir por la noche, abusa de sustancias… Y pierde la custodia de sus hijos.
¿Quién destruyó a una joven talentosa para la que construir una familia era la verdadera ilusión de su vida? Britney sabía que no estaba bien y que la custodia legal sobre su persona era algo inevitable. Parece que aceptó que su padre fuera su tutor legal a cambio de poder recuperar el derecho a visitar a sus hijos. Era 2008 y todavía hoy ese control parental sigue vigente.
Para muchos, la cantante está secuestrada, privada de voluntad y libertad. Para otros, el hecho de que su padre tomara el control de la vida de Britney la salvó de sí misma y de una ruina personal y económica segura. La cantante volvió a lo más alto del show business con varios discos e incluso una residencia en Las Vegas. Ganaba un millón de dólares a la semana. Lo dejó todo y, desde 2019, ha decidido no trabajar más hasta ser la dueña por completo de los 60 millones de dólares que ha ganado a lo largo de su carrera.
La historia de Britney Spears es la historia de una niña que siempre estuvo bajo la lupa de los focos. ¿Quería ella tener esa vida? Qué peligrosos son los juicios mediáticos. Más allá del personaje público, con sus pros y su contras, con sus luces y sombras…se trata simplemente de una persona que de joven solo quería cantar.