En medio de cualquier enfermedad, una de las intercesoras más poderosas y compasivas es la Virgen María. Ella mira con bondad a sus hijos espirituales y desea enjugar todas nuestras lágrimas.
San Juan Pablo II concluyó su mensaje en la primera Jornada Mundial del Enfermo anual (que se celebra cada año en la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, 11 de febrero) con esta oración a Nuestra Señora, pidiendo su apoyo para todos los enfermos y los que sufren en el mundo:
Que la Virgen, "Salud de los Enfermos" y "Madre de los vivientes", sea nuestro apoyo y nuestra esperanza y, por medio de la celebración de la Jornada del enfermo, acreciente nuestra sensibilidad y nuestra entrega en favor de quienes están viviendo en la prueba, junto con la confiada esperanza en el luminoso día de nuestra salvación, cuando toda lágrima sea enjugada para siempre. Que nos sea concedido el poder gozar ya desde ahora de las primicias de aquel día con la alegría sobreabundante —aun en medio de todas las tribulaciones —que, según la promesa de Cristo, nadie nos puede arrebatar.
¿Quién es ella?
Lourdes es la Virgen a la que millones de personas acuden buscando salud, sanación. Ella es una señora pura, como el agua del manantial de su visitadísimo Santuario, al que tantos acuden para quedar limpios, de enfermedades físicas, psicológicas o espirituales.
«Yo soy la Inmaculada Concepción»: así se presentó a la pastorcita Bernadette cuando se le apareció en el año 1856 en los pirineos franceses.
Todo empezó el 11 de febrero de 1856. Bernadette Soubirous ve en la gruta de Massabielle junto al río Gave de Pau, a «una dama vestida de blanco que llevaba un vestido blanco, una vela blanca también, un cinturón azul y una rosa amarilla sobre cada pie”. Ella es sólo una pastora de 14 años de una familia humilde.Galería fotográfica
En poco más de 5 meses, María se le apareció 18 veces, con un mensaje de esperanza y de cambio.
Desde entonces, muchas personas han visitado a María en el pequeño pueblo de Lourdes y algunas han recibido favores y milagros. La fe en la Virgen de Lourdes se ha extendido por todo el mundo. Ella lleva un gran regalo: la sanación de Dios, la purificación.