Según sea tu temperamento, puedes formarte en una virtud concreta con la intención de dar lo mejor de ti a quien te rodea. Hay un reto para cada temperamento. Conocer el nuestro es crucial para ser mejores y crecer como personas. La pandemia nos han puesto a todos en situaciones muy complicadas, frente nuevos desafíos y proyectos difíciles. Para afrontarlo hemos dar lo mejor de nosotros y, para ellos, hemos de formarnos, de apostar por desarrollar nuestras virtudes. Y es que, nuestro mundo hoy tiene una gran necesidad de líderes virtuosos.
El doctor Alexandre Havard ha acuñado y trabajado el concepto de Liderazgo Virtuoso. Para él, la grandeza de una persona no pasa por lo que ha hecho o lo que ha logrado. Es algo más. La grandeza es un reflejo de quién es esa persona, y lo que vemos en personas verdaderamente grandiosas es la excelencia de su carácter.
La formación del carácter en la virtud
Según Harvard para desarrollar el carácter necesitamos de las virtudes. De hecho, son las virtudes la base de un liderazgo verdadero y efectivo y él las presenta a través de su modelo de liderazgo virtuoso.
Siguiendo este enfoque, todos naturalmente experimentamos un tipo de temperamento con el que nos identificamos más. El temperamento es un aspecto de nosotros que recibimos como un don de Dios y una fuerza particular que podemos utilizar para hacernos más fuertes aprovechando sus bondades. Sin embargo, al mismo tiempo estos vienen acompañados por ciertas flaquezas que son importantes conocer para poder compensarlos con las virtudes.
Descubre tu temperamento
Existen cuatro tipos de temperamentos
Melancólico
El melancólico es una persona creadora, contemplativa y llena de ideas. Suele vivir más anclado al pasado y sueña con facilidad, pero le cuesta llevarlo a la práctica. Anhela la perfección en cualquier cosa y es coherente buscando las certezas. Es un artista y productor, fiel, independiente, paciente, perseverante y puede manejar las grandes crisis con armonía.
El problema es que sin la virtud puede dejarse absorber por sus pensamientos y sentimientos y se hace temeroso a la hora de actuar ya que en ella la imperfección humana se pone siempre de manifiesto. Puede ser pesimista, agrandar las dificultades y no tomar riesgos.
Colérico
Una persona de acción. Vive hacia el futuro y con objetivos. Con seguridad en sí mismo, entusiasmo, energía y decisión. Sabe organizar las ideas para que se lleven a cabo. Es consciente de sus talentos, racional, pragmático y un emprendedor natural. Hace avanzar las cosas en poco tiempo. Está cómodo con el poder y florece en la competencia.
El problema es que sin la virtud puede volverse un dictador y dejarse llevar por el orgullo, la ira o el odio. Puede ser precipitado, confrontar y ser insensible con tal de cumplir una tarea. Incluso puede ver a los demás como “instrumentos” que lleven a cabo una tarea y no suele tomarse el tiempo para enseñarles o hacerlos crecer.
Sanguíneo
Se trata un excelente comunicador, disfruta de las personas y quiere hacerlas felices. Es amable, de buen corazón, compasivo, generoso, creativo, emprendedor y aventurero. Sus cinco sentidos están siempre despiertos lo que le da un buen ojo para los detalles. Vive en el presente y se emociona por nuevos proyectos y atrae a la gente hacia ellos.
El problema es que sin la virtud es propenso a la superficialidad y a ser inconsistente, porque le gusta tomar decisiones no por los resultados sino por la aventura. Su motivación es la diversión y así se lanza fácil a cualquier cosa sin pensarlo mucho. Puede distraer su atención fácilmente por lo novedoso o dejarse llevar por querer agradar a otros.
Flemático
Racional, pragmático y tiene un enfoque científico de la realidad. Ama la rutina y la seguridad. Es un excelente oyente, tiene una gran empatía por los demás, un fuerte sentido de la obligación y la cooperación y posee una voluntad oculta de hierro. Es constante, leal y perseverante y puede permanecer calmado bajo presión.
El problema es que sin la virtud no se atreve a “salir de su zona” y desarrollar su capacidad para soñar. Es tranquilo y no le gusta el cambio, es indeciso y le aterroriza hacer las cosas mal porque no quiere equivocarse. Prefiere evitar los conflictos a cualquier coste y es propenso a la pasividad por lo que no puede avanzar.
A cada temperamento, un reto
Descubrir el reto que nos invita nuestro temperamento es una cuestión personal y clave para poder convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos. Apostemos por ser mejores con nuestras fortalezas y nuestras debilidades.
Conocer el temperamento propio ayuda a encaminarnos hacia la posibilidad de lograr la excelencia conociendo los recursos con los que contamos y buscando aquello que necesitamos desarrollar. Aunque no sea el mismo para unos y otros, todos tenemos un reto.
¿Cuál de estas virtudes crees que puedes trabajar en este tiempo de desafíos?
La audacia del melancólico
Una persona melancólica necesita de un acto de voluntad para exteriorizar lo que tiene dentro. Dejar de ver sólo lo negativo y mirar lo positivo que puede hacer. Tomar decisiones y no tener miedo a la acción.
Su reto es ser valiente, la audacia para superar el miedo aprendiendo a vivir en un mundo lleno de riesgos y desarrollar esa capacidad de tomar decisiones sin estar tan seguro.
Juan Pablo II ha tenido grandes ideas. Su carácter extraordinario es reflejo de su búsqueda de la verdad profunda poniendo foco en lo bueno, positivo y bello que le rodeaba.
Con audacia ha sido capaz de materializar toda una riqueza espiritual poniendo en práctica a lo largo de su vida unas palabras que se convertirían en una de sus más célebres frases y que resumen su actitud hacedora:
“No tengáis miedo”.
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Humildad del colérico
El reto para las personas coléricas es volverse más contemplativo y desarrollar una capacidad pensante antes de actuar. Es fácil que tome decisiones pero no necesariamente buenas. El ejercicio del dominio de sí y una actitud humilde para pedir consejo, deliberar, valorar los datos y saber apaciguar sus impulsos, pueden convertirlo en un gran líder.
Juana de Arco fue una líder eficaz al expulsar a los ingleses, pero ante todo se convirtió en una líder excepcional aflorando la grandeza en sus soldados y transformando los corazones de millones de compatriotas engendrando un renacimiento espiritual en toda Francia.
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Resistencia del sanguíneo
El sanguíneo necesita ser más profundo, pasar más tiempo consigo mismo para poder interiorizar cosas, ver los problemas reales que acompañan las oportunidades y tener una actitud de fortaleza para perseverar y terminar lo que ha comenzado. Su reto es mantenerse firme, ser paciente, alcanzar la estabilidad y evitar que todo quede en un plano más superficial.
Tomás Moro fue siempre alegre, comunicativo, amigable, pero al mismo tiempo profundo, constante y fiel. Se negó a prestar juramento para reconocer a Enrique VIII como jefe autoproclamado de una nueva iglesia de su propia invención. Se mantuvo firme en sus convicciones hasta dar la vida. Su ejemplo es el de un líder heroico lleno de resistencia.
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Magnanimidad del flemático
El reto del flemático es la magnanimidad. Apasionarse y recuperar esa energía que le impulsa a amplificar las ambiciones nobles que tiene en su corazón. Comprender que ser capaz de soñar no es algo exento a la razón porque tiene un espíritu y hay un plan divino para cada uno por el cual lanzarse y vivir con entusiasmo.
Jérôme Lejeune fue lógico, metódico y preciso pero al mismo tiempo superó el status quo de su tiempo. Cuando la sociedad buscaba recurrir a fundamentos ideológicos para explicar la vida humana, él le devolvió la razón demostrando que hay vida desde el momento de la concepción. No era moralista o religioso, sino que desde un punto de vista científico tuvo el sueño de aportar como médico el conocimiento de esa verdad biológica.
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