Rezar con los salmos es una guía semanal que te ofrecemos para meditar sobre la Palabra de Dios. Hoy te presentamos el salmo 8.
El Creador del universo ha puesto a disposición del ser humano toda obra creadora; le ha dado poder sobre los animales, las plantas y todo cuanto en el planeta y más allá habita. Por eso el salmista alaba la maravillosa creación con todas sus criaturas; el poder divino de Dios sobre la tierra y proclama su providencia y su esplendor.
Se trata casi de un comentario poético, de un cántico de alabanza a la gloria y magnificencia del Todopoderoso que despliega su belleza en cada ser y cosa creada por su mano.
¿Qué es el hombre?
El ser humano reconoce su pequeñez ante la evidencia de que Dios lo ha querido como colaborador y cuidador de su enorme y bella Casa; esa casa común que debe cuidar, sustentar, mantener y querer en nombre del Señor.
¡Qué bella responsabilidad tiene el ser humano de ser el guardián de la obra de Dios! ¿Es acaso digno de ser llamado así? ¿Se toma en serio el compromiso que se le ha encomendado? Si Dios no ha abusado de su poder sobre los hombres y todas sus criaturas, ¿es él quién para hacerlo?
¡Señor, nuestro Dios,
qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!
¿qué es el hombre para que pienses en él,
el ser humano para que lo cuides?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y esplendor;
le diste dominio sobre la obra de tus manos,
todo lo pusiste bajo sus pies:
todos los rebaños y ganados,
y hasta los animales salvajes;
las aves del cielo, los peces del mar
y cuanto surca los senderos de las aguas.
Sal 8,2ab.5.6-7.8-9
Texto bíblico: Libreria Editrice Vaticana