¿Qué padres no sueñan con una perfecta cohesión familiar, con una relación armoniosa entre los hijos? Sin soñar despiertos, sigue siendo posible transmitir a nuestros hijos el gusto por la familia¿Qué significa exactamente el gusto por la familia? Una expresión que mezcla al mismo tiempo un gran afecto mutuo, la alegría de estar juntos y una solidaridad a toda prueba.
Janine Boissard, novelista de éxito y autora de la saga Espíritu de familia, define así el espíritu de la familia:
“Tener espíritu de familia es disfrutar de encontrarnos entre los nuestros, no para encerrarnos en ese círculo, sino para recuperar fuerzas para abrirnos mejor a los demás”.
De este modo, la escritora subraya que la cohesión familiar encuentra su pleno desarrollo no en un repliegue sobre sí misma, sino en la abertura a los demás. Sin embargo, no siempre es sencillo cultivar el espíritu familiar en el seno de nuestro propio hogar.
Aquí tienes algunos consejos, trucos y testimonios hermosos que te darán ganas de probar.
MANTENER UN AMBIENTE FAMILIAR SANO
Cada uno de los miembros de la familia contribuye a configurar el espíritu familiar, este arte de vivir que hace de los nuestros una prioridad. Si faltara uno solo, entonces ya no habría una verdadera cohesión familiar.
La dificultad reside, por tanto, en crear una solidaridad unánime, más allá de las diferencias de cada uno y las divergencias de carácter. Un niño contribuirá de forma natural a cultivar este espíritu familiar si experimenta alegría al permanecer entre los suyos.
Evitar la comparación
Eso implica velar por que tenga su espacio y no atizar las envidias entre los hermanos. Para ello, Bernadette Lemoine y Diane de Bodman, en su libro Trouver les mots qui font grandir pour les aider à s’épanouir (“Encontrar las palabras que hacen crecer para ayudarles a desarrollarse”, editorial Albin Michel), invitan vehementemente a los padres a abstenerse de comparar a los hijos entre sí y a enseñarles a no compararse.
Descubrir las cualidad de cada uno
“Todo el mundo tiene sus propias cualidades. ¡Y menuda suerte! Has recibido cualidades para que las desarrolles para ti y para los demás. Esas cualidades te permiten ayudar a tu hermano o hermana que no las tenga. Y ese hermano o hermana tendrá otras cualidades con las que podrá ayudarte a ti algún día. Es bueno poder ayudarse mutuamente”, podríamos decir a un niño que tenga tendencia a compararse con su hermano o hermana.
Es más, animémosles a descubrir las cualidades del otro. Eso les permitirá experimentar la cooperación y la ayuda mutua. Y es que, según la psicoterapeuta, “no se vive solo para uno mismo. Vivimos juntos, en cooperación, en la medida de la edad y de las posibilidades de cada uno”.
Una manera también de animar al niño a experimentar la alegría: “Prestar un servicio no siempre conlleva placer, pero si lo haces de corazón, te hará feliz”, podríamos decir a los niños.
Un espacio para cada uno
Velar por que cada niño tenga su espacio es una de las preocupaciones de Nicolas y Aurélie, casados y padres de cinco hijos de entre 4 y 16 años. Preocupados por ofrecer a sus hijos un lugar que les permita reencontrarse y arraigar a su familia después de varios periodos de expatriación, están renovando una granja en el departamento francés de Loir y Cher.
Un proyecto que “contribuye a reforzar los lazos familiares porque toda la familia tira de él”, confiesa Aurélie. “Aunque seamos nosotros, los padres, los que damos el impulso de salida, cada uno aporta sus ideas, comparte sus deseos, participa en los trabajos o en la vida de la casa, según su edad… Pero prestamos atención a que cada uno tenga su espacio, su función. Si no, podría haber espíritu familiar con unos y no con otros”.
ESTAR ATENTOS A TODOS
Prestar atención a todos es una de las claves para cultivar la alegría y el bienestar en cada uno de los miembros del hogar. Pero esto puede resultar ser un auténtico desafío. ¿Cómo encontrar el tiempo y las energías? ¿Cómo hacer con los más pequeños o los adolescentes poco expresivos?
Consejo familiar
Para reforzar la unidad familiar, algunos hogares reúnen de vez en cuando un “consejo de familia”, una pequeña reunión durante la que cada uno pueda decir cómo ha vivido un determinado periodo transcurrido, qué es lo que desea o necesita para el siguiente y qué propone hacer o mejorar. La ventaja es que todos, incluso los más tímidos habitualmente, pueden expresarse mientras que los otros se mantienen a la escucha.
La caja del humor
Más concretamente aún, las psicólogas Adele Faber y Elaine Mazlish, autoras de Hermanos, no rivales (ed. Medici), han inventado la “caja del humor” para ayudar a cada miembro de la familia a ser más atento y más sensible con el otro.
La idea es colocar en una caja papeles coloreados y decidir con el niño un código de colores, acompañado de una pequeña leyenda: gris = cansado, negro = triste, rojo = enfadado, amarillo = alegre… Cada día, el niño deposita en la caja el papel correspondiente a su humor del momento. Es una manera de transmitir al resto de la familia aquello que siente ese día.
TRABAJAR JUNTOS POR UN PROYECTO COMÚN
Implicar a los niños en un proyecto familiar es un buen medio de infundir un hermoso espíritu de familia, de compartir momentos de complicidad y de crear relaciones fuertes y perennes. Un mismo objetivo, un centro de interés compartido, una pasión común… Hay muchas oportunidades para cimentar el hogar sobre afinidades sólidas. Desde un viaje por la música hasta compromisos con los más desfavorecidos, existe un gran número de proyectos para salir de la rutina y reunir a pequeños y grandes.
Es una experiencia por la que han pasado Florent, Laurence y sus cinco hijos “grandes”, organizando durante tres años unas fiestas de Navidad destinadas a personas solas o en situación de precariedad dentro de su parroquia.
No olvidarán fácilmente estas celebraciones. Florent y Laurence vieron aquí la oportunidad de trabajar juntos, en familia, por un proyecto que los sacaba fuera de sí mismos, lejos de la rutina cotidiana y de sus relaciones habituales. Aunque, la primera vez, Laurence temía estar arrebatando a sus hijos su fiesta tradicional, entre ellos y en casa, finalmente pudieron observar la felicidad que sentían los niños al destilar alegría a su alrededor. “Los niños veían iluminarse las caras de los demás”, confiesan Florent y Laurence. Este proyecto les ha hecho “ir a las periferias”, según la estimada expresión del papa Francisco (1) y les ha permitido compartir con los demás su alegría familiar.
Escucharon esa llamada fuerte por parte del Señor hacia todas las familias: “Cristo nos llama eso que desprende la alegría familiar”, declaran.
(1) “La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no sólo las geográficas, sino también las periferias existenciales”. Mons. Jorge Bergoglio, 9 de marzo de 2013.
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