¿Cómo voy a sonreír en medio de peligros amenazantes? La respuesta puede llegar a través de un ángel, o mirando a María, o pidiéndoselo directamente a Dios, ¡Él puede hacerlo!
La Cuaresma está llegando a su fin. No olvides a Aleteia en tu ofrenda cuaresmal
para que brille la esperanza cristiana.
¡Apoya a Aleteia!
En este último domingo de Adviento escuchamos las palabras del Ángel a María:
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
Así comienza el ángel. Le pide que se alegre porque Dios está con Ella. Me pide a mí que me alegre en este Adviento porque Dios está conmigo, viene a mi presencia, quiere quedarse a habitar en mi morada. Eso me conmueve. Un Dios que quiere vivir conmigo.
Pero me siento triste…
¿Por qué no me alegro? Porque he puesto mi felicidad en lo que toco, en lo que palpo. En el amor tangible, en el abrazo que siento. Y busco esas compensaciones de los sentidos, sucedáneos de felicidad incompleta que intentan llenar torpemente mis vacíos.
No me basta la promesa de un Dios al que no veo, los consejos de un ángel al que no toco. Siento que los problemas reales que me turban y me quitan la paz no se solucionan con una promesa tan llena de vaguedades.
Sé que el Señor está conmigo, pero no lo toco y sigo palpando en mi piel la soledad y la tristeza.
Un mensaje de un ángel
Que me alegre, me dice el ángel y lo que yo quiero es que alguien de carne y hueso, real en mi vida, venga a llenar de sentido los pasos de mi vida.
Me turbo como María. Ella, al oír este saludo del Ángel, se turba:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios».
María está llena de Dios y ha encontrado gracia ante Él.Y su alegría es plena porque no está rota en su corazón. Porque en Ella todo es armonía y paz y descanso en ese Dios que la habita.
Miedo
Ella no puede tener miedo porque sabe con certeza que Dios la ama por encima de todo. Pero yo tengo dudas. No siento ese amor tan hondo y en mi quiebre interior no logro unir lo que un día estuvo integrado en mí.
El miedo surge en mi corazón cuando no me siento protegido, cuando la vida se me complica y los peligros brotan por todas partes. Cuando no me resulta todo como pensaba y los fracasos golpean a mi puerta.
¿Cómo voy a sonreír en medio de peligros amenazantes? En esos momentos no me siento dueño de nada. Veo el peligro y siento que no podré superar todo lo que me está sucediendo.
Y no puedo huir de mi propia vida, no puedo inventarme otro camino, no puedo elegir otras opciones. Y surge ese miedo tan real que me paraliza y no me deja pensar con lucidez. El miedo me esclaviza.
Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia. Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.
20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).
Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.