Tres son los acontecimientos que han vuelto a orillar a miles de hondureños a salir en caravanas hacia el norte de América: En primer lugar, el desastre del pasado mes de noviembre, causado por los huracanes Eta y Iota. En segundo lugar, la extensión del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) concedido por Estados Unidos. Y en tercer lugar, el triunfo electoral de Joe Biden.
Además de estas causas, están la pobreza, la corrupción, la falta de oportunidades de trabajo, la violencia y el incesante acoso a los jóvenes, a los emprendedores, a los trabajadores y a las mujeres de barrios urbanos y semiurbanos. Acoso por parte de las pandillas o maras, que operan desde hace décadas en el país centroamericano.
La primera de las caravanas que salió de Honduras lo hizo el pasado 10 de diciembre. Cientos de hondureños, muchos de ellos niños, volvieron a ocupar titulares por su éxodo desesperado. Pero el cerco sanitario en la frontera con Guatemala – debido al coronavirus – ha vuelto a hacer mella entre los integrantes de la caravana.
Ya para el 11 de diciembre, 67 hondureños fueron detenidos en la frontera con Guatemala, paso obligado hacia México y Estados Unidos. El Instituto Guatemalteco de Migración informó que hay 21 niñas y niños dentro de ese grupo. Y también informó que la gente se encontraba cerca de la frontera de Agua Caliente, 250 kilómetros al sureste de la Ciudad de Guatemala.
Una verdadera catástrofe
En esta ocasión, las caravanas tienen como objetivo alcanzar Estados Unidos y acogerse al TPS, que prevé este tipo de apoyo para ciudadanos que han sufrido desastres naturales o conflictos armados. Los hondureños tienen detrás de su avance hacia el norte una cantidad enorme de daños que dejaron los huracanes que, en menos de 15 días de noviembre, azotaron al país.
El canciller de Honduras, Lisandro Rosales, dio a conocer, a principios de esta semana, que los daños causados a la nación centroamericana por los huracanes Eta e Iota llegan a los diez mil millones de dólares. Por su parte, el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, realizó un llamado de ayuda mundial para enfrentar la “gran calamidad” por la que pasa su país debido a los desastres naturales.
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“Hay una enorme devastación en buena parte del país y especialmente en el Valle de Sula”. Lo dijo Rosales en una reunión virtual de cancilleres de la Unión Europea, Latinoamérica y El Caribe. Comunidades completas quedaron bajo el agua; cerca de 4,5 millones de personas – la mitad de la población – resultaron afectadas, más de 89.000 viviendas fueron dañadas y 6.165 viviendas quedaron destruidas.
La situación es desoladora. Antes de Eta y Iota, el 60 % de la población hondureña vivía en niveles de pobreza y pobreza extrema. Con los huracanes, la pobreza extrema ha aumentado. Sobre todo por la destrucción de viviendas y cultivos de café, lo que se suma a la pandemia del coronavirus: 115.000 infectados y 3.000 personas muertas a mediados de esta semana.
El balón de oxígeno
El primero de noviembre de 2019, el Gobierno de EE.UU. había anunciado una extensión automática de los permisos de trabajo de los hondureños amparados por el TPS hasta el 4 de enero de 2021. Además, el Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, confirmó que el TPS para Honduras se extenderá hasta octubre de 2021. También se extenderá para ciudadanos de El Salvador, Haití, Nepal, Nicaragua y Sudán.
En el caso específico de Honduras, el país fue favorecido con el TPS el 5 de enero de 1999, luego del desastre provocado por el huracán Mitch a finales del año 1998. Dentro de las causas para que un país resulte elegible a tal beneficio, se encuentran: conflictos armados en curso que imposibiliten el regreso seguro de sus nacionales en EE.UU., y la existencia de fenómenos extraordinarios que provoquen daños significativos al país.
La ilusión de un nuevo TPS
Se trata de una ayuda humanitaria que hará posible, aunque no del todo, abordar el enorme desafío de la reconstrucción de los daños provocados por los huracanes de noviembre. Fueron dos huracanes atípicos para ese mes, pues alcanzaron, ambos, la máxima gradación 4-5 en la escala de medición de intensidad de huracanes Saffir-Simpson.
Los que marchan en las caravanas, y puedan cruzar territorios guatemalteco y mexicano hasta llegar a Estados Unidos, van con la ilusión de acogerse a un nuevo TPS. Van animados, también, por las primeras declaraciones en torno a una nueva política migratoria del Gobierno estadounidenses, que iniciará el 20 de enero de 2021.
Además, los hondureños afincados en Estados Unidos envían remesas por cinco mil millones de dólares cada año a sus familias. Esto contribuye en mucho a enfrentar los problemas de la alicaída economía local. Con la extensión del TPS, Honduras podrá respirar un poco más de tiempo, a la espera de que la ayuda internacional fluya. Y también de que existan cambios en la política migratoria estadounidense.
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