Hoy quiero contaros una historia sobre una infidelidad que trabajamos en el Instituto Coincidir con final feliz.Hace algún tiempo un matrimonio me pidió una consulta para ver si podían recuperar lo que de repente parecía que se había perdido. La confianza en su relación.
“Y eso, ¿por qué?”, les pregunté.
Entonces la esposa me empezó a relatar que había tenido una aventura con un amigo de la adolescencia, que al reencontrarse con él a través de las redes, retomaron el contacto y hablando, hablando, ella acabó siendo infiel a su marido.
Cuando escuchas una historia como ésta, lo primero que hacemos los profesionales que trabajamos con familias es intentar objetivar la situación, para que las partes descubran por sí mismas qué quieren hacer con su relación, sin juzgar los porqués que les han llevado a esa realidad.
La infidelidad no es la causa
Tratamos hacerles entender el para qué están en ese momento en el que quieren darse una nueva oportunidad para sacar adelante su matrimonio. A veces una infidelidad no es la causa, sino la consecuencia de que algo no estaba funcionando en su relación de pareja.
Esta historia, así contada, por duro que parezca es más frecuente de lo que imaginamos en las consultas en las que se trabajan dificultades de pareja. Las redes sociales nos han acercado a muchas personas y son un escaparate que permite la huida, muchas veces, de nuestra propia realidad.
Está claro que la confianza tarda mucho en ganarse y muy poco en perderse, pero lo verdaderamente importante es luchar y querer salir adelante de una situación tan dolorosa como la que viene provocada por una pérdida de confianza, cuando tu mujer ha llegado a intimar con una tercera persona.
Los motivos para que surja una infidelidad son variados: desde una necesidad de gustar o de sentirse escuchado, entendido y admirado, hasta una crisis de personalidad, baja autoestima, falta de comunicación o de escucha, falta de empatía, incluso crisis en la pareja muchas veces provocadas por circunstancias ajenas a los miembros del matrimonio y así un largo etc.
En este caso, la esposa argumentó que habían llegado a una situación de incomunicación y silencios mantenidos en el tiempo, a una rutina en su relación y a una falta de ilusión que hicieron que ella se refugiara en las redes y que esta tercera persona apareciera de nuevo en su vida. Si a eso le unimos las circunstancias que antes he mencionado, pues el cóctel está servido.
Ser infiel
Pasemos a analizar qué significa ser infiel, según el Diccionario de la lengua española: [persona] Que es inestable y poco constante en sus afectos, ideas y obligaciones y falta a sus compromisos hacia alguien o algo.
Esta definición expresa muy claramente la idea que desde aquí quiero transmitir.
Esta mujer había mirado hacia otro lado en lo referente a sus afectos, ideas y obligaciones adquiridas con respecto a su esposo, había faltado al compromiso adquirido ante Dios y ante su marido al casarse y eso le pesaba y mucho.
El perdón
El primer paso fue no sólo aceptar su equivocación y pedirle perdón a su marido, sino aprender a perdonarse a sí misma, para volver a mirarse con cariño y poder mirar a su marido que, por amor, la quería perdonar, si bien ella no se consideraba digna de él.
Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado” Juan 15; 12-17:2
Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Muchas veces esto resulta difícil, porque no nos tenemos mucha estima, más cuando no hemos sido fieles a nuestros propios principios, a nuestro compromiso de fidelidad.
Por eso el primer paso es volver a mirarse uno a sí mismo y reconocerse como persona querida por Dios, solo así podremos querer bien a los demás.
Redescubrir
A partir de esta gran verdad, esta mujer fue recorriendo un camino personal para ganar en confianza, autoestima e ilusión por recuperar lo verdaderamente importante, su matrimonio.
Pudo volver a ilusionarse con las cosas pequeñas de cada día, con las trastadas de sus hijos y poco a poco se fue sintiendo querida por su marido. Empezó a descubrir a la gran persona que tenía a su lado, a ver las cosas positivas que la rodeaban y poco a poco fueron reenamorándose el uno del otro.
El esposo
En paralelo, fuimos trabajando con el esposo ese perdón hacia ella y ese recuperar la confianza, a través de ejercicios de acompañamiento que trabajamos en el Instituto Coincidir con las familias que acuden a pedir ayuda para vivir sus relaciones en positivo.
Así, poco a poco fueron encontrando espacios para ellos solos, espacios de pareja y espacios de familia en los que pudieron mirarse con el cariño y la profundidad que da el amor verdadero, recorriendo la carta de San Pablo a los Corintios y practicando una por una los diferentes características del Himno de la caridad recogida en Amoris Laetitia.
Si hay amor hay vida
Esta familia es un gran ejemplo a día de hoy de que si hay amor hay vida, de que a pesar de las dificultades, éstas pueden ser una ocasión de crecimiento, si sabemos pedir ayuda.
Ellos pueden testimoniar que la infidelidad es la consecuencia de algo que no está funcionando en nuestra relación y que si queremos apostar por lo verdaderamente importante en nuestra relación matrimonial, el Sacramento nos da la fuerza y la gracia suficiente para sacar adelante el Proyecto más importante de nuestra vida.
Esta esposa ha vuelto a enamorarse, ha vuelto a querer como quieren los que saben qué tienen entre manos: Quiere, porque ha sufrido lo que podría haber sido la pérdida más importante de su vida. Ama, porque se ha perdonado y se sabe perdonada y solo así es capaz de mirar y de valorar el aprendizaje que esta situación ha generado en sus vidas, para mejorar lo que estaba adormecido.
Ahora caminan juntos adelante y hacia arriba, sabiendo que las crisis pueden hacer que saquemos lo mejor que llevamos dentro siendo crisis de crecimiento. No sólo personal, sino también familiar.
La cicatriz quedará, pero cuando la mire sabrá lo que esa herida provocó en su vida y como la hizo mejor persona, mejor esposa y mejor madre.
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