Es sólo mi vanidad la que me lleva a querer ser más de lo que soy y al final lo único que importa son las cosas sencillas de la vida
A menudo quiero ser yo el centro, quiero ser yo Jesús, el más valioso. Y dejo de vivir con humildad. La vanidad entonces me aleja de Dios. Porque me creo yo tan importante como Dios.
No soy yo el que brilla, es Cristo quien brilla en mí. No quiero olvidar que sin Él yo no soy nada.
Este domingo de nuevo Juan el Bautista es el protagonista:
“Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz”.
Él no es la luz como tampoco es la Palabra. Es sólo testimonio de la luz y voz que hace audible la Palabra. No está en el centro, es sólo el camino que me lleva al centro, a Dios, a lo importante. Lo demás es accesorio, secundario.
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