En esta Navidad tan incierta marcada por la pandemia te animo a participar en un “amigo invisible” diferente. Ha empezado el Adviento y la Navidad ya está a la vuelta de la esquina. Se está acercando un periodo lleno de regalos, sorpresas y momentos entrañables. Grupos de amigos, compañeros de trabajo y familiares empiezan a prepararse para una tradición de origen incierto, pero ampliamente difusa y practicada en la sociedad: el amigo invisible.
Se trata de un juego navideño en el que todos regalan algo y reciben un regalo según un sorteo aleatorio entre los participantes.
Lo cierto es que todos valoramos la importancia de dar, escuchar, ayudar, proteger, entregar, alimentar, sostener, tender una mano… Es evidente el acto de cariño y generosidad que brota de estas acciones relacionadas con ser el “mejor amigo invisible” de los demás.
Amigo invisible en tiempos inciertos
Así, el Papa Francisco en su homilía del pasado 15 de noviembre de 2020 comentó lo siguiente:
“Hoy, en estos tiempos de incertidumbre, en estos tiempos de fragilidad, no desperdiciemos nuestras vidas pensando solo en nosotros mismos, con esa actitud de indiferencia. No nos engañemos diciendo: ‘Hay paz y seguridad’”.
A esto, él mismo añadía que todos estamos invitados “a enfrentar la realidad, a no dejarnos contagiar por la indiferencia”.
Ante estas palabras del Pontífice, te lanzo la propuesta y te animo a jugar al mejor amigo invisible durante estas Navidades. Para ello, me remito nuevamente a las palabras del Papa.
“Cuántas veces, la pregunta que mucha gente se hace es: ‘¿Qué puedo comprar? ¿Qué más puedo tener? Necesito ir a las tiendas a comprar’. Digamos la otra palabra, ‘¿Qué puedo dar a los demás?’, para ser como Jesús, que se dio a sí mismo y nació propiamente en aquel pesebre.”
¿Qué puedo dar?
Ceder el asiento en el transporte público; echar una mano a un amigo; tener más detalles de cariño con nuestra familia; llevar una caja de comida a quien sabes que tiene necesidad; mandar un regalo sorpresa a quien pasa por un momento difícil…
Ser el mejor amigo invisible de los demás puede ser algo sencillo, cotidiano. Todo suma, todo cuenta, y las consecuencias y los beneficios de estos pequeños gestos contribuyen a mejorar de manera exponencial las vidas de quienes nos rodean, hombres y mujeres con nombres y apellidos
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Una vida está vacía cuando solo se enfoca en las propias necesidades y está “ciega a las necesidades de los demás”, decía el Papa Francisco en la misma homilía.
Ojos abiertos y oídos atentos
Si mantenemos esta actitud, podemos descubrir aún mejor las necesidades de las personas a las que podemos servir y ayudar. La pregunta que tiene que estar presente en nuestro día a día es: ¿Cómo puedo ser hoy su mejor amigo invisible?
Nuestros oídos pueden ser esos grandes aliados a la hora de acudir a escuchar los problemas de los demás y ser así sus amigos invisibles. Escuchar con verdadero interés y empatía es una enorme muestra de aprecio.
El gran regalo del amigo que reza por ti
Un gran regalo como amigo invisible es orar por los demás. Además, con este gesto, participamos del plan de Dios para el mundo. La oración es una forma de servir al Señor
Orar por el otro es un gran gesto de amor. ¿Por qué rezar es un regalo? Porque estamos encomendando a nuestro amigo al Único que puede decir “yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21:5).
Dios sabe mucho mejor que nosotros cuales son nuestras necesidades, lo que es bueno para nosotros. Por medio de la oración de intercesión, el Señor nos brinda la oportunidad de aumentar nuestra fe, nuestra confianza en Dios y abandonarnos a Su voluntad.
Ser el amigo invisible de los demás es tan fácil y sencillo como proponérselo. ¿Te animas a ser el mejor amigo invisible de estas Navidades?