Dejó su exitosa carrera de medicina en Australia para convertirse en monja misionera y dedicar su vida curar a los más necesitados en la IndiaMary Glowrey escribió una importante página en la historia al convertirse en una de las primeras mujeres en ejercer la medicina de manera profesional. No solo eso, en su Australia natal se labró una destacada reputación que la llevó a ser una de las doctoras más importantes de su tiempo. Pero Mary no había decidido dedicarse a la medicina para alcanzar fama y fortuna. Ella quería cuidar de sus enfermos y acudir allí donde más se la necesitaba. Y cuando descubrió que su destino se encontraba en una India empobrecida en la que mujeres y niños estaban dramáticamente desatendidos, no dudó en dejarlo todo y convertirse en monja misionera.
Una de las primeras mujeres en ser doctora
Su historia empieza en Birregurra, una pequeña localidad del estado australiano de Victoria, donde Mary Glowrey nacía el 23 de junio de 1887. Fue la tercera de los nueve hijos de una pareja de origen irlandés y profunda fe católica. Tímida pero despierta y con ganas de aprender, tras superar con excelentes resultados el instituto, inició estudios superiores en bellas artes en la Universidad de Melbourne. Un año después, cambió radicalmente de disciplina e inició la carrera de medicina y cirugía de la que se graduó en 1910. Años después, alcanzaba el doctorado. Mary hizo historia convirtiéndose en una de las primera mujeres en conseguir el título de doctora.
En aquellos años, trabajó como residente primero y como doctora titular después en distintos hospitales de Melbourne como el Queen Victoria Memorial, el Royal Victorian Eye and Ear Hospital o el Saint Vincent. Mary Glowrey pronto se convirtió en una doctora respetada que trabajaba sin descanso. Sin embargo, aún encontró tiempo para fundar en 1916 la Catholic Women’s Social Guild, una organización benéfica de la que fue nombrada su primera presidenta. Su principal objetivo radicaba en analizar los problemas que sufrían las mujeres e intentar solucionarlos.
Quiso seguir los pasos de Agnes McLaren
Parecía que Mary Golwrey había alcanzado su sueño. Había roto un importante techo de cristal para las mujeres y se encontraba inmersa en distintas causas de ayuda a los necesitados. Sin embargo, un día se dio cuenta que aquel no era su lugar. Que debía de hacer algo más. Fue un día, leyendo acerca de la historia de Agnes McLaren, que lo vio claro. Agnes había fallecido en 1913 después de una larga e intensa vida como misionera y sanitaria en la India donde la situación de los más humildes seguía siendo muy crítica. A principios de 1920, Mary dejaba atrás su Australia natal para no volver jamás. Había tomado la decisión de seguir los pasos de Agnes y de tantas otras mujeres inmersas en la incalculable labor de las misiones. Años después afirmó que aquella decisión la situó “cara a cara con Cristo”.
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Instalada en Guntur, se unió a la Congregación de la Sociedad de Jesús, María y José tomando los hábitos como la hermana Mary del Sagrado Corazón. El pequeño dispensario de la hermana Mary terminó convirtiéndose en un lugar de salvación para todo aquel que acudía a ella. Sin tiempo para el descanso, llegó a salvar la vida de miles de personas además de formar a muchas otras mujeres para que fueran capaces de ayudarla como enfermeras o comadronas. En 1943, la hermana Mary del Sagrado Corazón fundaba la Catholic Health Association of India (CHAI) junto a otras quince religiosas, a través de la cual mejoró las ayudas de los más necesitados.
Su legado sigue estando en la India
Durante el resto de su vida, se volcó en cuerpo y alma en sus pacientes hasta que un cáncer se la llevó el 5 de mayo de 1957 a la edad de sesenta y nueve años. Ella había desaparecido pero no así su legado. Por un lado, la CHAI continúa siendo una de las ONGs más activas en la India salvando la vida de miles de personas. Por otro, la figura de Mary Glowrey se encuentra presente entre los católicos australianos e indios de manera muy intensa. En 2013 fue declarada Sierva de Dios. Durante la celebración, el obispo de Guntur dijo de ella que “vivió e irradió a Cristo a la gente sencilla con su palabra, su obra y su vida sacrificada”. En la actualidad se encuentra en proceso de beatificación.