Una decisión inédita por parte de la arquidiócesis primada de México: Visitar a la Virgen de Guadalupe desde casaLa celebración del 489 aniversario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe a San Juan Diego, fiesta nacional de México, ha traído consigo una serie de decisiones. Las autoridades eclesiásticas mexicanas han debido tomarlas con tal de contener el fervor popular y evitar los contagios de la covid-19.
En este sentido, se dio a conocer una decisión inédita por parte de la arquidiócesis primada de México: La realización, el 11 de diciembre a las 10 de la mañana, de una peregrinación virtual. A ella, dice el comunicado, se invita a todos los fieles a participar desde su casa.
Previamente, se informó del cierre del templo mariano más visitado del mundo: La Basílica erigida en las faldas del cerro del Tepeyac, donde en 1531 se apareció Santa María de Guadalupe, los días previos y el día posterior al 12 de diciembre. En los últimos años, esos días llegaban a la Basílica hasta 10,5 millones de peregrinos.
Celebración prudente
Por lo tanto, la peregrinación virtual del 11 de diciembre será encabezada por el cardenal Carlos Aguiar, arzobispo primado de México. El purpurado hará el recorrido hasta el altar guadalupano. Lo hará acompañado de los cinco obispos auxiliares que le apoyan en el gobierno de la populosa arquidiócesis de la Ciudad de México.
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“Tengamos la certeza que nuestra Madre estará más cerca de nosotros”, dice el comunicado. En él se intenta desalentar la visita a la Basílica en una fecha axial para los mexicanos.
Y explica que, así como la Virgen de Guadalupe fue a casa del tío de San Juan Diego, Juan Bernardino, a curarlo, mientras éste cumplía la misión de entregarle el milagro de las rosas al obispo fray Juan de Zumárraga, así también “acudirá a los hogares de nuestro país, que hoy sufre una terrible enfermedad”.
La Basílica de Guadalupe es, ciertamente, el centro del acontecimiento guadalupano. Pero hay santuarios y templos dedicados a Ella en todo el país. La Conferencia del Episcopado Mexicano exhortó a todas las Iglesias particulares “a celebrar prudente y localmente esta fiesta”. A no acudir de manera presencial a la Ciudad de México, a diferir su visita “y evitar acudir en grupos mayores de 10 personas”.
Que nadie se sienta extraño
Por otro lado, los obispos mexicanos enfatizaron que en las basílicas, santuarios y templos parroquiales dedicados a la Virgen de Guadalupe sólo se acuda “con el aforo permitido por las autoridades sanitarias respectivas”. En esta ocasión, la festividad del 12 de diciembre no será fiesta de guardar (precepto) en México.
“Esta vez, será la Santísima Virgen María de Guadalupe la que saldrá a visitar todos los hogares del pueblo mexicano y latinoamericano”, señalaron los obispos mexicanos en su comunicado. Se trata de que esta festividad “no se convierta en un riesgo para nuestro bien y el de toda la sociedad”.
“Realizar un pequeño altar en casa, y ante una bella imagen de nuestra Señora, dedicarle … ruegos, oraciones, cirios y misas virtuales, para pedir su auxilio e intercesión, de manera particular por los enfermos, difuntos, y por el anhelado fin de esta pandemia, de tal manera que este año, hagamos de cada hogar una ‘Casita Sagrada’ (…) un lugar donde nadie se siente extraño; un lugar de encuentro, convivencia y cercanía con los seres queridos; un lugar donde se comparten las experiencias de la vida”.
Una fe madura
“Hay gente de Iglesia que considera lo anterior como una prueba de pusilanimidad, máxime que el hecho guadalupano nace, crece y se desarrolla y madura en el marco de dos terribles pandemias, la del cocoliztli (salmonela). Entre 1519 y 1600 afectó tanto a los indios como a los que no lo eran en el Nuevo Mundo al tiempo del arribo de expedicionarios que la importaron acá. Se cobró la vida, se calcula, de entre 15 y 30 millones de personas en ese dilatadísimo lapso de 80 años. También la del matlazáhuatl (peste bubónica), que en rachas periódicas (1575-1576, 1588, 1595-1596, 1641, 1667 y 1696), hizo lo propio”, escribió en El Observador el sacerdote e historiador Tomás de Hijar.
Finalmente, el sacerdote De Hijar añade en el artículo:
“Más allá del disenso en torno a la medida, por parte de los que tienen sus motivos para no coincidir con la disposición episcopal, prevalece en ella la cordura y la sensatez ante lo que ahora padecemos; y, como no, también la ocasión para mostrar una fe que madura al calor de las circunstancias”.